Viña Lanciano Reserva 2016 es un emblema, un vino con gran valor sentimental –según apuntan desde la propia bodega– pues vio la luz al inicio de su andadura, en los años setenta. Fiel reflejo del viñedo del que procede, un terroir único, tanto por la naturaleza de sus suelos, plagados de cantos rodados, como por su ubicación, en un meandro del Ebro. Por eso su etiqueta es un grabado del puente Mantible, construido por los romanos en el s. II para unir lo que hoy es La Rioja con Álava, cuyos restos se asientan al pie de la finca Viña Lanciano.
Los orígenes
En 1972 un grupo de emprendedores vascos, amantes del vino y de la buena gastronomía, adquirió 22 parcelas en un enclave singular, un meandro del río Ebro, en el límite natural de Rioja Alta y Rioja Alavesa, al abrigo de la sierra de Cantabria, que favorece un microclima en cada una de ellas. Las aglutinaron y así nació Viña Lanciano, la base de estas bodegas, cuyo nombre son las iniciales de las tres provincias que conforman la DOCa; Logroño (actualmente La Rioja), Álava y Navarra. Sus cepas –de hasta 60 años de edad– de tempranillo, mazuelo, graciano y garnacha, hunden profundamente las raíces en busca de en este antiguo lecho del río repleto de cantos rodados, un esfuerzo de la naturaleza que se refleja en la personalidad de las uvas, a las que aporta matices minerales. Y precisamente para esta cosecha se alinearon los astros pues a un invierno frío, siguió una primavera lluviosa y un verano de altas temperaturas con ausencia de precipitaciones; excepcional climatología en el período de maduración. El Consejo Regulador calificó la añada como muy buena.
Peculiar sala de barricas
Uno de los mayores atractivos es la actual sala de barricas, construida en 1998; una nave de crianza con un sistema único, totalmente automatizado, de apilado, trasiega y climatización, que permite trabajar con un amplio abanico de tipos de roble; francés, americano, ruso, húngaro, español y mixto –duelas de roble americano y fondos de roble francés– con diferentes tipos de tostado, que se renuevan periódicamente. Aquí se trata cada variedad por separado de manera personalizada; para ello, se forman pirámides de barricas según la parcela de las que proceden con el fin de extraer su máximo potencial, proceso que comienza en la vendimia manual, con doble selección de racimo y grano, y control de maduración en cada parcela con posterior cata de uva con el fin de determinar el momento propicio para iniciar la vendimia en cada zona. En este caso la fermentación se realizó en pequeños depósitos de acero inoxidable, con largas maceraciones y remontados continuos para pasar a una crianza durante 14 meses en barrica de roble francés y 7 meses en barrica de roble ruso procedente del Cáucaso. El afinado en botella duró 18 meses para dar como resultado un vino refinado y elegante, en pocas palabras, un reserva fino de Rioja.