El matrimonio formado por Letizia Mangione y Alejandro Gómez Sigala, adquirió, junto a su hijo Alberto, Bodegas Zifar en 2014, incursionándose en Ribera del Duero animados por la experiencia adquirida en la navarra Pago de Cirsus, también de su propiedad. El objetivo era elaborar vinos elegantes e innovadores pero con las características propias de los viñedos ubicados principalmente entre Pesquera de Duero, Roa y Quintanilla de Arriba, algunos de ellos centenarios y de difícil acceso, cepas retorcidas ubicadas en su mayoría en suelos calizos franco arcillosos. Su proyecto vitivinícola ha seguido creciendo, pues en 2018 adquirieron la bodega navarra Irache, para, años más tarde, ampliar su producción también al AOVE pero sin salir de la provincia, haciéndose cargo en 2021 de la Almazara Hacienda Queiles. Al conjunto, lo llaman, internamente, Familia Cirsus, pues todos comparten la misma filosofía; elaborar con pasión, honestidad y dedicación, basados en la cultura familiar del trabajo en equipo.
Con mucho mundo
La bodega está situada en uno de los edificios más emblemáticos de Peñafiel, de estilo mudéjar data de 1914 y alberga una sala de elaboración dotada con modernas instalaciones y capacidad para transformar hasta 120.000 kg de uva. La nave de crianza, que se encuentra bajo tierra y por lo tanto con un grado de humedad y temperatura constante, está formada por más de 500 barricas de roble francés de diferentes tonelerías. Para sus elaboraciones la familia Gómez-Mangione ha confiado desde el primer momento en Jean Marc Sauboua, un enólogo de talla internacional. Natural de Burdeos (Francia) conoce a fondo la diversidad de terrenos, variedades, climas y sistemas de elaboración pues ha trabajado, además de en su país natal, en prácticamente todos los lugares donde se elaboran vinos premium; Italia, Australia, Nueva Zelanda, Chile, Argentina, Sudáfrica y Moldavia, siendo uno de los expertos más valorados en este sector. Sauboua trabaja codo a codo con el burgalés Bequer Prieto, director técnico de la bodega, para garantizar la estructura, calidad y peculiar personalidad de sus vinos.
La búsqueda del equilibrio
La primavera de 2019 fue muy seca lo que dificultó la floración, y a pesar de un verano cálido y algo de precipitación durante la vendimia, ambos factores fueron positivos para la recolección, las uvas resultaron de poco diámetro y menor acidez que otros años, complicando así el pro ceso de selección en la búsqueda de uvas equilibradas. La fermentación se realizó parte en tinas de madera y parte en acero inoxidable, permaneciendo en depósitos de este material durante 12 meses para, posteriormente, pasar a la crianza en barricas de roble francés durante otros 12 meses. El resultado es un vino con buen equilibrio entre fruta y madera que, conservado en las condiciones adecuadas puede desarrollarse correctamente hasta 2034.