Roberto San Ildefonso, afincado en La Rioja, recorrió distintas zonas vitivinícolas hasta elegir Toro por su gran potencial, la cantidad de viñedo viejo que había y los matices de su uva por excelencia, la tinta de Toro. Fundó Bodegas y Viñedos Sobreño en 1998 con el objetivo de atrapar la esencia de la vid y el terroir para elaborar vinos “honestos, sutiles y elegantes”, según sus propias palabras. La bodega se encuentra en una zona rural a las afueras de Toro en un viñedo de 24 ha, pero en total cuentan con 80 ha en propiedad –más de la mitad certificadas en agricultura ecológica– repartidas por distintas zonas de la DO, cuya variedad de suelos aporta complejidad a sus vinos. En la actualidad, Paloma San Ildefonso, hija del fundador, es gerente de la bodega, mientras que de la parte enológica se ocupa Óscar Martín apoyándose en el responsable de campo Rafael Colino.
El buque insignia
Los dos vinos seleccionados ya fueron elaborados en la primera vendimia de la bodega en 1999 convirtiéndose con el tiempo en estandartes de la casa. Para Finca Sobreño Crianza 2020 la mayoría de las viñas elegidas tiene entre 35 y 55 años de edad, plantadas en vaso y de escaso rendimiento, pero, con el fin de aportar frescura al resultado final, se combina con el fruto de un viñedo joven, de unos 25 años, plantado en espaldera. La crianza se realiza durante 9 meses; un 30% en barricas de roble francés y un 70 % en roble americano, además de otros 6 meses mínimo en botella. El resultado es un vino perfecto para consumir en el momento, pero con capacidad de guarda que en óptimas condiciones se puede prolongar hasta 2032.
Potente y elegante
Para la elaboración de Finca Sobreño Selección Especial 2019 se utilizan viñedos de más de 35 años, pero que, como su propio nombre indica, son seleccionados meticulosamente en busca de uvas con mucha concentración, buen equilibrio, que ya demuestren que no aportan astringencia pero sí estructura, que transmitan aromas especiales y se perciba su potencial para convertirse en un vino elegante. Se envejece en barricas, la mitad nuevas y la mitad de un año de uso –50% de roble francés y el 50% de roble americano– durante 14 meses con trasiegos cada 6 meses para después reposar otros 12 meses más en botella. Un vino potente y elegante con gran capacidad de guarda que se mantendrá vivo y complejo durante los próximos 15 años y, seguramente, se comporte de manera similar a los anteriores de esta misma etiqueta que, con 20 años, se percibe la evolución de la fruta, la integración de la madera y una amplitud excepcional.