La bodega fundada por Isaac Muga y Aurora Caño en un edificio bicentenario del emblemático Barrio de la Estación en 1932 tuvo como premisa elaborar vinos de calidad sin renunciar a la autenticidad que les caracteriza. Probablemente, por aquel entonces no pensaban en blancos ni en cavas, sin embargo, esta tradicional bodega, en la actualidad dirigida por la 5ª generación de viticultores y 3ª de bodegueros, sin salirse un ápice de las bases que la fundaron, sorprende cada año con nuevas e inesperadas elaboraciones. Con viñedos ubicados en un radio de 25 km alrededor de la bodega a altitudes que van desde los 450 a los 650 metros, poseen 355 hectáreas en propiedad y contratos de larga duración con viticultores locales que, al igual que ellos, siguen la filosofía de mínima intervención en el viñedo. De estas tierras de arcilla, calizas y aluviales, sale toda su materia prima para la elaboración de tintos, blancos, rosados y cavas con una personalidad donde indiscutiblemente se percibe el sello del apellido familiar.
Las uvas
Isaac y Jorge Muga, enólogos de la bodega, vieron potencial en alguna de sus variedades para elaborar un cava propio –DO a la que también se acogieron– igual de singular que el resto de sus vinos. Para el brut reserva utilizaron un 90% viura y 10% chardonnay, procedentes de parcelas situadas en el Valle de Oja, mientras que el brut rosé es un monovarietal de garnacha, peculiar elección pues no existen muchos cavas de esta uva en el mercado, lo que le confiere cierta peculiaridad tanto aromática como gustativa. En ambos casos la vendimia se realizó de forma manual y el transporte se llevó a cabo en cajones de 200 kg y camiones refrigerados. Dada la cercanía de los viñedos a la bodega la selección es prácticamente inmediata.
Los secretos
Uno de los secretos de los cavas de Muga no lo es tanto pues el propio Isaac lo ha explicado en varias catas: “Lo normal en un cava base es que después de fermentar se mantenga la lía dentro de la botella como mínimo 9 meses, sin embargo, nosotros siempre hemos creído que la rima –tiempo que permanece el vino dentro de la botella con las lías– debe ser más larga y como mínimo respetamos 18 meses de envejecimiento en rima, aunque la mayoría de nuestros cavas están en una media de 26 incluso hasta 30 meses de rima”. En este caso el brut reserva ha permanecido 18 meses en rima mientras que el rosé ha alcanzado los 36; esta espera propicia el posterior equilibrio que muestran ambos vinos. Otro detalle importante en la elaboración es el hecho de haber pasado por fermentaciones muy lentas que dan una burbuja fina y permanente. Lo que sí es un verdadero secreto, al igual que en la mayoría de las bodegas que producen cava, es el licor de expedición compuesto por vino base y un aporte de licor –tipo brandy– que le da un toque característico, en este caso, la personalidad Muga. Ambos espumosos, guardados en óptimas condiciones, podrán consumir se hasta 2027.