Un año antes de su muerte, Isabel
de Trastámara compró una finca por
2.286.333 maravedís –unos 230.000
€– entre Villalba de Duero y La Horra,
en Burgos, confiriéndole el nombre
de Real Sitio de Ventosilla. Cinco
generaciones después era uno de los
lugares favoritos de caza de Felipe III,
ganándose el apodo de prado del rey.
Pasaron 300 años hasta que Alfonso XIII declaró la finca explotación
agrícola modelo, que es exactamente
lo que sigue siendo hoy en día. En
1989, el ingeniero agrónomo Javier
Cremades de Adaro adquirió la finca
de 3.000 ha y plantó 200 de viñedos.
En la actualidad cuentan con 550 ha
de viñedo propio repartidos entre 12
pagos, divididos a su vez en 159 parcelas con las siguientes variedades;
tempranillo, cabernet sauvignon, merlot, albillo mayor, malvasía, viogner,
godello, garnacha y otras blancas y
tintas experimentales. Pero también
tienen bosques, cultivos, amplias zonas dedicadas a la ganadería vacuna
y ovina, además de energías limpias
gracias a una presa hidroeléctrica y un
huerto solar pues se rigen por un claro compromiso con la sostenibilidad
donde el ganado genera abono natural
y han desarrollado un sistema para reciclar los residuos, reducir el consumo
de propano y su huella de carbono.
La osadía
Fernando y Jorge Rodríguez de Rivera
Cremades, director general y director
comercial respectivamente, continúan
el legado de su abuelo con la misma
audacia, el mismo espíritu innovador
y la misma humildad. Esta bodega, sin
abandonar la esencia de Ribera del Duero, busca el equilibrio y la elegancia con
cierta osadía; fueron los primeros en
elaborar un vino de categoría Roble, en
hacer un rosado pálido en la Ribera del
Duero –Lía de Pradorey–, en dejar incolora la uva tempranillo –El Cuentista– o en
elaborar un vino en antiquísimas tinajas
de barro –El Buen Alfarero–. ¿Su último
proyecto? El Retablo, un vino tinto elaborado mediante el método de criaderas y soleras de los generosos.
La humildad
Hace años, el fundador recorría
las cepas de Hoyo Dornajo, la zona
más cercana al río Duero, y decidió
arrancarlas por ser poco productivas, afortunadamente, antes de
dar la orden definitiva, el equipo vinificó los frutos y Javier Cremades
quedó estupefacto al comprobar
la calidad de un monovarietal
de tempranillo con el clon élite,
comprendiendo que esos viñedos
tenían mucho más potencial del
que él había pensado. De hecho, de
esa zona, salen los mejores vinos
de Pradorey. Este Élite 2021 proviene de una parcela de apenas 8 ha,
que tras la fermentación envejeció
85 días en tinaja de barro centenaria antes de criarse 14 mese en
barricas nuevas de roble francés
y centro europeo. El resultado es
un vino vibrante, intenso y con
carácter cuando es joven, que evoluciona a matices más complejos
cuando envejece.orado mediante el método de criaderas y soleras de los generosos.
La humildad
Hace años, el fundador recorría
las cepas de Hoyo Dornajo, la zona
más cercana al río Duero, y decidió
arrancarlas por ser poco productivas, afortunadamente, antes de
dar la orden definitiva, el equipo vinificó los frutos y Javier Cremades
quedó estupefacto al comprobar
la calidad de un monovarietal
de tempranillo con el clon élite,
comprendiendo que esos viñedos
tenían mucho más potencial del
que él había pensado. De hecho, de
esa zona, salen los mejores vinos
de Pradorey. Este Élite 2021 proviene de una parcela de apenas 8 ha,
que tras la fermentación envejeció
85 días en tinaja de barro centenaria antes de criarse 14 mese en
barricas nuevas de roble francés
y centro europeo. El resultado es
un vino vibrante, intenso y con
carácter cuando es joven, que evoluciona a matices más complejos
cuando envejece.