En 2008, Bodegas Irache fue la primera en Navarra en recibir la calificación Vino de Pago gracias a las 15 ha de viñedo con características diferenciales que la rodean, pero también porque –según exigen los reglamentos para exhibir la preciada etiqueta– llevaban más de diez años gozando de óptima reputación dentro de la DO. En realidad, en esta zona se ha elaborado vino desde el s. X, cuan do los monjes benedictinos regenta ban el Monasterio de Santa María la Real de Irache adyacente a la bodega e intrínsecamente ligado a su historia.
La bodega del monasterio
Tanto es así que, cuando en la década de los 90 se construyó la nueva sala de barricas, el proyecto se desarrolló bajo la influencia arquitectónica del monasterio para fundirse así con el entorno. El resultado es una impresionante nave de elaboración de 6.720 m² de techos abovedados y cientos de columnas que le han granjeado el sobre nombre de Catedral del Vino. El antiguo edificio de la bodega, el mismo que usaban los monjes, alberga hoy el Museo del Vino, con más de 400 piezas históricas y una cava centenaria que con serva añadas desde los años 30 del pasado siglo. Y dado que la bodega se encuentra en el Camino Francés rumbo a Santiago de Compostela, y era tradición monacal asistir a los peregrinos con viandas y vino, también en la década de los 90 la bodega implementó oficialmente la ahora famosa Fuente del Vino, donde se sirven de forma gratuita 100 l diarios de tinto joven a disposición de los peregrinos.
Continuidad
En 1891 la pequeña bodega de los monjes pasó a manos privadas y en 2018 fue adquirida por el matrimonio formado por Letizia Mangione y Alejandro Gómez Sigala, propietarios de la también navarra Pago de Cirsus y la riberense Zifar, además de la Almazara Hacienda Queiles ubicada en Tarazona. Al conjunto lo llaman, internamente, Familia Cirsus, pues todos comparten la misma filosofía; elaborar con pasión, honestidad y dedicación. Para sus elaboraciones la familia ha confiado desde el primer momento en el enólogo de talla internacional, Jean Marc Sauboua que trabaja codo a codo con Rodrigo Marín López, director técnico de la bodega. Ambos han sabido dar continuidad al carácter que otorga a los vinos este particular suelo navarro y que encuentra su máxima expresión en Prado de Ira che 2020. Gracias a la combinación de un clima favorable y el manejo adecuado de las viñas, esta añada –que reposó 16 meses en barricas de roble francés y otros 27 en botella– presenta, de forma equilibrada, cuerpo y frescura, y, guardado en óptimas condiciones, evolucionará favorablemente hasta 2033.