Jean-Michel Cazes inició, a finales del siglo pasado, un viaje desde el Atlántico al Mediterráneo, de Burdeos a Occitania, del Château Lynch-Bages que posee en Pauillac donde elabora bajo esa DO (AOC en francés) a la zona de Minervois. Tras años de búsqueda descubrió, por fin, las tierras y viñedos que lo convencieron al pie de la Montagne Noire. En 2002 compró dos fincas y las unió para formar un único dominio de 150 hectáreas al que bautizó, junto con su hijo Jean-Charles, Domaine de L’Ostal, porque en la antigua lengua occitana ostal significa casa y grupo familiar. Toda una declaración de intenciones.
Viña nueva, instalación antigua
Los viñedos elegidos por Jean-Michel se asientan sobre un terreno accidentado donde las colinas y valles ofrecen distintas exposiciones a los elementos climáticos –aunque están en su mayoría orientados al sur– lo que permite a cada variedad de uva desarrollar sus propios aromas distintivos. La zona se beneficia de un microclima caracterizado por días muy soleados y vientos frescos que descienden de las crestas. Esto ayuda a que las uvas maduren de forma uniforme, una de las condiciones para conseguir vinos equilibrados y de gran calidad.
La familia Cazes decidió empezar casi, casi de cero, iniciando una importante reestructuración del viñedo, dirigida por el director técnico Daniel Llose. Esto incluyó el arranque de viñas viejas, la replantación de nuevas variedades de uva y la mejora del drenaje del suelo para expresar plenamente el potencial del terruño. Las principales variedades plantadas fueron syrah, garnacha, mourvèdre, monastrell y cariñena.
En 2003, compraron la Tuilerie Saint-Joseph, una fábrica de azulejos del siglo XIX, que fue renovada para albergar las instalaciones de elaboración y por fin en 2004 embotellaron sus primeros vinos. Ahora, 20 años después, miran al futuro pues a partir de la añada 2024 será una bodega 100% ecológica. Además, este año acaban de lanzar Domaine de l’Ostal Grand Vin Blanc, un blanco criado en barricas durante 7 meses.
Añada 2021
Mucho sol, un invierno suave y lluvias moderadas en septiembre marcaron el ritmo de una cosecha tranquila en su momento perfecto de madurez. Para este vino se optó por la fermentación alcohólica en depósitos de hormigón y de acero inoxidable –para una mayor oxigenación– según la parcela y la variedad de uva. Posteriormente fue parcialmente criado en barrica –30% de la variedad syrah– y depósito de hormigón durante 12 meses. El resultado es un vino a la altura de Languedoc, fresco, jugoso y equilibrado, guardado en óptimas condiciones, podrá consumirse hasta 2031.