Tendencias Nueva York
El vino que sale del grifo
Autor: Helio San Miguel
Fecha Publicación Revista: 01 de octubre de 2014
Fecha Publicación Web: 16 de septiembre de 2015
En lo que parece otro de los acuerdos comerciales que Parker aceptó en la venta de The Wine Advocate a los inversores de Singapur, el equipo de la revista se embarcará en un Grand World Tour ofreciendo catas especiales y cenas de gala abiertas al público que puede comprar los tickets a través de una página especialmente creada en inglés y mandarín, y que dio prioridad a los poseedores de tarjetas de American Express, uno de los patrocinadores, junto con la aerolínea Delta, la firma Riedel, los hoteles en los que se celebran estos actos, y sorprendentemente, cuatro importadores de China, Hong Kong, Malasia y Singapur, que imaginamos serán los que representan a los vinos a catar.
Este primer Tour arrancó en febrero y marzo de este año y, como no podía ser de otra manera, empezó en Asia, donde recalaron en Pekín, Shanghai, Hong Kong, Kuala Lumpur y Singapur. Posteriormente saltarán a distintas ciudades de Estados Unidos para terminar en Londres.
En cada ciudad se catarán distintos vinos y los precios oscilan entre los 400 y los 600 dólares para las catas y entre 800 y más de 1.300 para las cenas. Los de Pekín y Shanghai se vendieron con rapidez, pero no así los de Hong Kong, Kuala Lampur y Singapur, que a primeros de marzo todavía tenían entradas a la venta.
¿Vino de grifo?
La cerveza y hasta el vermut de grifo son clásicos de toda vida, pero el vino que no provenga de una botella siempre ha sido identificado como una bebida de baja calidad y sus apelativos (a granel, de garrafa) siempre tienen connotaciones peyorativas. Esto puede empezar a cambiar y de una forma radical. En Estados Unidos varias bodegas se han embarcado en la venta de vino de calidad en barriles similares a los de cerveza con una capacidad de 26 botellas.
Famosos restaurantes como Colicchio & Sons, DBGB, Red Rooster Harlem, Terroir, The Breslin, etc., ofrecen varios varietales de barril a un precio que ronda 10 dólares por copa. La cadena de hoteles Marriot y los casinos Caesars, también lo hacen. Dos de las compañías líderes son Gotham Project, con sede en Nueva York, y Richer Pour, de Boston, que se especializan en varietales especialmente producidos para ellos en California, y que están considerando añadir algunos italianos y españoles.
En California la empresa Free Flow Wines tiene una estrategia diferente. No hacen, ni compran, ni seleccionan el vino, sino que establecen acuerdos con bodegas establecidas y se encargan del proceso de ponerlo en los barriles y venderlo. Free Flow Wines ha construido una fábrica en la propia Napa con capacidad para producir 30.000 barriles cada mes y actualmente ya hace 6.000, el doble que hace un año.
Free Flow Wines ha cerrado contratos con casi un centenar de bodegas entre las que se encuentran algunas ciertamente prestigiosas como Au Bon Climat, Beringer, Chateau St. Jean, Concannon, Coppola, Fess Parker, Hess Collection, Iron Horse Vineyards, Parducci, Qupe, Robert Craig, Simi Winery, Tablas Creek, Verdad o William Hill.
Más difícil todavía
Por si el vino de barril no fuera suficiente, la fiebre que sacude el país de las cervezas artesanas ha llevado a algunas compañías a experimentar con la mezcla de cerveza y vino. Allagash, una compañía cervecera de Maine, fue la pionera añadiendo Chardonnay a sus cervezas en el año 2006, que posteriormente comercializó con la marca Victoria, inspirado por las referencias a Baco que encontraron en una visita a la Mansión Victoria de la ciudad de Portland en Maine.
Posteriormente le añadieron Victor, esta vez mezclado cabernet franc. Ambas se venden a un precio de 15 dólares. Otra compañía, Dogfish Head, esta vez de Delaware, va incluso más allá.
En su Red & White mezclan pinor noir fermentado con coriandro y piel de naranja, mientras que su Noble Rot lleva uvas de viogner y pinot gris afectadas de botritis. En el año 2012 Dogfish Head vendió más de 8.000 barriles de estos híbridos, que además recibieron muy buenas críticas, especialmente la Noble Rot.
También Wynkoop Brewing, una compañía de Denver, ha sacado a la venta Brewjolais Nouveau en dos versiones, una con cabernet sauvignon y otra con gewürztraminer. Sin embargo, la señal inequívoca de que esta ola de híbridos de cerveza y vino ha llegado para quedarse es que una de las grandes empresas cerveceras, Miller Coors, se decidió a sacar al mercado Blue Moon Vintage Blonde, que incluye chardonnay, una idea con la que llevaban experimentado desde los noventa, a la que se ha unido Proximity, elaborada con sauvignon blanc, e Impulse, con cabernet sauvignon.
La gran ventaja comercial de los híbridos de cerveza y vino es que son capaces de atraer no solo a los bebedores de cerveza, sino también a los aficionados al vino, derribando una barrera que según Miller Coors es la que les impedía sacarlas al mercado hace dos décadas, cuando concibieron Vintage Blonde.