Vino
¿Cuándo se debe consumir el vino?
Fecha Publicación Web: 05 de enero de 2016

En líneas generales, los vinos que se comercializan jóvenes (vinos del año o de segundo año, sin crianza) están concebidos para ser consumidos en un plazo breve de tiempo. Los blancos y rosados del año más ligeros mantienen sus cualidades durante el año siguiente al de su cosecha y ofrecen más seguridad de disfrute en los primeros meses.
Hacia el otoño, han perdido en gran medida sus aromas frutales. Aunque en el caso de los vinos de Rías Baixas, Valdeorras y Ribeiro suelen ganar en complejidad. Son estos últimos vinos blancos descritos los de mayor longevidad, de tres a cinco años desde su embotellado.
Por sus especiales características, ubicaremos a los espumosos en el grupo de vinos de consumo inmediato. Tan interesante como el dato de la edad de un espumoso es la fecha del degüelle -se eliminan los posos de la fermentación dentro de la botella-. A partir de ese instante, el espumoso se pone a la venta; ya está para beber, mejor antes que después, puesto que en adelante no ganará calidad ni buqué.
Evitemos la costumbre de conservar las botellas de cava o champagne en casa, pensando en lejanos bautizos o cumpleaños; si la intención es consumirlo de inmediato, el espumoso debe guardarse en la parte menos fría de la nevera, por un período no superior a diez días. Se puede guardar de pie, si hay problemas de espacio, ya que sus corchos lo permiten. Observe si el tapón toma forma de seta al rato de su extracción, síntoma de frescura en el producto.
Los finos y manzanillas son vinos de larga crianza y, sin embargo, evolucionan rápidamente. Deben consumirse, por tanto, en un plazo de seis meses a partir de su salida de la bodega elaboradora. En el etiquetado de estos vinos sería deseable la inclusión de la fecha de expedición y/o la fecha de consumo recomendada. La media de rotación de una botella de fino en España ronda los tres meses, lo que hace aumentar las esperanzas de tomar un producto en buenas condiciones. Lógicamente, el deterioro del vino en su calidad se acelera si dejamos las botellas abiertas de un día para otro.
Los tintos jóvenes, así como algunos blancos de más extracto (como los elaborados tras una maceración con los hollejos) o mayor estructura (como los de Rueda y albariños), soportan mejor el paso del tiempo. Los aromas frutales se ven también atenuados, pero dejan paso a otras sensaciones de evolución, en ocasiones elegantes, al tiempo que se pulen y resultan más suaves en el paso de boca. Conservarlos más allá de dos años empieza a ser una lotería. En cuanto a los vinos criados levemente en barrica, que suele oscilar entre los 3 y 6 meses de crianza, pueden aguantar perfectamente entre uno y dos años más en botella.