Costa andaluza

Diez chiringuitos

Autor: Alfredo García Reyes
Fecha Publicación Revista: 01 de julio de 2019
Fecha Publicación Web: 30 de julio de 2019

El litoral onubense se caracteriza por las amplias extensiones de marismas, entre las que destacan por su singularidad las del entorno del Parque Nacional de Doñana. También por sus kilométricas playas de arenas finas, como Matalascañas, Mazagón, Islantilla o Isla Canela.

Precisamente en esta última está el chiringuito Bombadill, todo un referente. Con un concepto que conjuga la tradición y la modernidad y, desde luego, con algunos de los mejores atardeceres del litoral andaluz.

De hecho, tomar un aperitivo pre-cena mirando al mar es una de sus opciones más atractivas. En la mesa triunfan los arroces: son deliciosos el de bogavante y el de rape y sus célebres cataplanas de tamboril. Pero no hay que desdeñar una buena ración de bacalao al pil-pil o una cazuela de rape a la marinera.

No menos atractivo es el arenal costero que enmarca a la localidad de Punta Umbría, casi un barrio de segundas residencias para los habitantes de la cercana Huelva. Tiene sentido teniendo en cuenta la enormidad de su playa y la oferta gastronómica de sus chiringuitos.

Uno de los más destacados es Casa Diego, –por su carta y por su situación–, muy accesible a pie pero alejado de la civilización para tener la sensación de estar en un paraje natural. Favorece esa percepción el hecho de que la estructura de este chiringuito está realizada íntegramente con madera.

Para comer, conviene prestar atención a los platos de pescado, cómo no, que entre otras técnicas culinarias, aquí se preparan “a la espalda”. Pero también a los moluscos propios de estas agua atlánticas, como las deliciosas coquinas al ajillo, al atún de almadraba de la cercana Cádiz o a la exquisita mojama.

El mar que baña Gadir

No hará falta cantar las excelencias de la zona. De hecho, varios de sus arenales costeros, como Bolonia, El Palmar, La Barrosa, Cabo Trafalgar o las calas de Roche, figuran siempre en los rankings que reconocen a las mejores playas del país.

Entre ellas también debería figurar la playa de Cortadura, en el istmo que conecta la capital provincial con la Península Ibérica a través de la localidad de San Fernando. En total, casi cuatro kilómetros de playa prácticamente virgen. Aquí se encuentra una institución de la culinaria gaditana: el restaurante-chiringuito Ventorrillo El Chato, abierto nada menos que en 1780. Tal es el éxito del local que no tiene el carácter de estacionalidad estival, tan habitual en la mayoría de los establecimientos playeros. Como corresponde a un lugar con tanta historia, aquí se viene a disfrutar de gastronomía andaluza tradicional de la buena: langostinos de Sanlúcar, quesos payoyos, jamón de Jabugo, atún rojo, arroces marineros, rabo de toro, carrillada de ibérico… Mucha atención al capítulo de vinos locales, con esos jereces que tienen casi tanta solera como El Chato.

Unos kilómetros más al Este, en la chiclanera y exclusiva zona de La Barrosa, el Hotel Iberostar Royal Andalus abrió hace un par de veranos el restaurante Cataria, prácticamente sobre la propia arena de la playa.

El creador de la carta es, nada menos, que Aitor Arregi, que trajo hasta aquí las técnicas con las que triunfa en su Elkano, en Guetaria (Guipúzcoa). Fundamentalmente las parrillas, pero aplicándolas al sabroso y diverso producto local. El resultado es toda una experiencia gastronómica con el mar como protagonista.

Málaga la bella

De todas localidades costeras malagueñas, sin duda es en Marbella donde se concentra el mayor interés. Si es de restauración de lo que hablamos, claro. ¿Ejemplos? Dani García, Messina, Skina, El Lago, Lobito de Mar… Para complementar la calidad de estas propuestas, supone una experiencia total para los sentidos pasar un día de sol, piscina y playa en Nikki Beach, el beach club situado en el Hotel Don Carlos. La experiencia también es gastronómica, por supuesto, con propuestas muy mediterráneas. Sobre todo basadas en ingredientes marinos, fundamentalmente mariscos, pero muy abierto a la fusión internacional.

No muy lejos y también integrado en la estructura de otro emblemático alojamiento de la localidad, el Hotel Fuerte Marbella, está el restaurante-chiringuito Soleo. Un local abierto a la playa y al paseo marítimo donde merece la pena probar una de las señas de identidad de la gastronomía malagueña: esos espetos de boquerones asados a las brasas de leña. Los de aquí son muy, muy auténticos. Pero, tras ellos, merece la pena dejarse seducir por el personal de sala, encantado de guiar a los comensales por los mejores productos llegados aquí cada día. Y, luego, continuar con alguno de los arroces marineros. ¿Postre? Imposible, ya no hay espacio en el estómago.

La tierra soñada

La llamada Costa Tropical, desde La Herradura a El Pozuelo, pasando por Almuñécar, Salobreña, Motril y Calahonda, se caracteriza, sobre todo, por sus calas de pequeño y mediano tamaño. Aquí se alternan las playas de arenas finas con las de cantos rodados. Pero, casi siempre con un mar de aguas transparentes como telón de fondo. Entre las más bonitas y mejor provistas de la provincia está la playa La Herradura. Y allí destaca el chiringuito Bambú, de cocina tan moderna como su estructura y decoración.

Es verdad que también preparan algunos clásicos de las cartas playeras de Andalucía (pescados y pescaditos fritos), pero merece la pena pedir platos como el lomo imperial de bacalao, yema a baja temperatura y tartar de tomates, la ensalada tropical o el timbal de aguacate con langostinos kataifi, cebolla morada y tzatziki.

De gran belleza es la playa de Calahonda, que preserva su aspecto marinero, con las barquitas ancladas en medio del mar. Enfrente,merece la pena visitar el chiringuito que lleva el nombre de la playa y que no es un establecimiento al uso; horno de leña, platos a baja temperatura, marinados, ceviches… Todo en un ambiente en el que la madera, la calidez y el servicio son absolutos protagonistas.

Por la costa almeriense

En esta provincia se encuentra uno de los parajes naturales más impactantes del litoral español: el Cabo de Gata. Sus calas y acantilados conforman paisajes de una belleza virgen incomparable. Eso sí, no son aptos para todos los públicos ni condiciones físicas. En el entorno de este paraje natural, varias localidades salen al paso de quien decida explorar la costa almeriense. Así, por ejemplo, está San José, junto al Cabo de Gata y una de las poblaciones más encantadoras de la provincia. Allí, en el Club Náutico y con unas impactantes vistas al mar y al puerto de la localidad, está 4 Nudos. Parte de un grupo de restauración de gran éxito (con otro local en Roquetas, taberna, vinoteca y hasta catering para eventos), este estiloso restaurante trae a su mesas vestidas con inmaculados manteles los mejores sabores del Mediterráneo. Buenísimos el arroz meloso con pulpo y las calderetas de pescado. Y también las largas conversaciones de sobremesa con la mirada puesta en el mar.

Por último, en Agua Amarga, pedanía de Níjar muy próxima a la capital provincial, se encuentra el chiringuito Los Tarahis. Uno de esos establecimientos clásicos que uno concibe como lo que debe ser un chiringuito: buen producto de temporada para una cocina marinera y andaluza, simpatía y eficacia en el trato del personal de sala y una playa de arena fina en la que reposar bajo una sombrilla después de disfrutar de tanta excelencia culinaria.