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Viaje por la Toscana

Hedonismo Mediterráneo

Autor: José María Lorente
Autor Imágenes: José María Lorente
Fecha Publicación Revista: 01 de junio de 2013
Fecha Publicación Web: 08 de enero de 2016
Revista nº 446

Cipreses, trigales, colinas, espacio abierto, eso es la Toscana. Y existe un recóndito palacio del 1460 que se mantiene al pie del cañón, desafiando a los elementos, como un viejo conde que se siente renovado por el empuje de un proyecto como Bonsahi  (una asociación privada que engloba a los hoteles con encanto concienciados con un tipo de vida relajada y marcada por el buen gusto).

Es el Vicarelo de Volterra. De la mano de Adalgisa Conte, promotora de este proyecto y a la que habría que nombrar embajadora de la Toscana, vamos recorriendo la campiña que rodea este palacio, probablemente uno de los hoteles mejor situados de la zona, con una vista que casi imposibilita salir del recinto. La piscina abierta al más amplio paisaje, un mar de trigo entre árboles y praderas donde pasta un rebaño de ovejas. La sensación de estar en una isla con la preciosa ciudad de Volterra enfrente, en lo alto de la colina.

Un punto estratégico desde el que moverse pues se encuentra dentro de un triángulo exacto con Pisa, Siena y Florencia, por no hablar de San Giminiano, Volterra... Barbara y Paolo son los encargados de la cocina y se sienten dichosos de poder abastecerse de materia prima del entorno. Cuentan con una factoría que elabora sus propios productos y así tanto la carne como el aceite, los quesos o los demás elementos que configuran su buen hacer les llegan diariamente de los pueblos cercanos.

Uno de los mayores placeres en esta época del año es recorrer las solitarias carreteras comarcales que unen los distintos pueblos y que nos van dejando sin habla y expectantes para ver qué encontramos en la próxima curva.

Sorpresa sobre un acantilado

Volterra es una ciudad preciosa que merece una visita. Nosotros tuvimos la suerte de  contar con la privilegiada asistencia del síndico, Marco Buselli, el equivalente a alcalde en España. Un político que te reconcilia con los de su clase. Un alcalde que vive su ciudad como algo propio. Pertenece a una lista civil y he de decir que durante el recorrido por su sorprendente ciudad la gente le paraba para saludarle de manera entrañable, tanto los más mayores como los más alternativos. Un hombre joven que fue capaz de dedicar unas horas a este periodista para mostrar los más recónditos lugares de esta pequeña joya que es Volterra.

Sus calles, que llevan a numerosos laberintos en los que perderse y encontrarse. Su anfiteatro romano, su pasado etrusco. Medieval. El arte. Las murallas. Todo en  Volterra –una parada obligada y no tan turística–, podría ser el escenario de una película de Fellini. Cenar al fresco, a la sera, en sus callejuelas, es sentirse parte de un proyecto de ciudad alternativa, histórica y contenta de vivirse a sí misma.

La princesa Natalia Strozzi, descendiente de Mona Lisa y con la que guarda un asombroso parecido, tiene un viñedo histórico, aquí llamado tenute, del cual se siente orgullosa. No es para menos, pues catalog del año 994 y uno de sus antepasados tuvo como secretario a Maquiavelo.

En fin, con estos antecedentes tenían que elaborar un vino especial y eso es lo que han conseguido. Desde el monovarietal San Giovanesi al avanzado Petit Verdot . El recorrido por el viñedo es una delicia, sobre todo si es la propia princesa quien te lo enseña y te acompaña en la degustación de su extraordinario Valpolicella, vino blanco característico de la Toscana. Natalia es un pozo sin fin contando historias de la familia y consigue que la tarde pase apaciblemente entre viñas, botellas y bellas historias como ella.

Las campanas rompen el cielo florentino

Nuestra siguiente parada nos lleva a los alrededores del Piazzale Michelangelo, la más famosa terraza panorámica de Florencia, situada sobre una colina en las inmediaciones de la Basílica de San Miniato al Monte. Podemos apreciar toda la ciudad, el valle del río Arno y las colinas que lo circundan. Las campanas repicando, los pájaros levantan el vuelo como flechas directas a la cúpula del Duomo, la obra maestra de Bruneleschi, y el sol se va poniendo en cientos de sienas, ocres y violetas. Poco a poco las cúpulas se iluminan, la noche se enciende y Florencia entera aparece como un regalo a la vista.

Disfrutar de una cena a la luz de las velas desde la terraza del hotel Villa La Vedeta es una experiencia que, si se puede, debe hacerse una vez en la vida. El espectáculo de Florencia a los pies de la colina, bordeada por el río y cambiando de colores antes de iluminarse es uno de los momentos imprescindibles para cualquier viajero que se precie.

Marco Rosi, chef de La Vedetta, simpático y orgulloso cocinero florentino, nacido a los pies de los Medicci, junto con Davide Fusco se encargarán de que la puesta en escena de la cena sea extraordinaria, profesionales con ganas de agradar, cosa que consiguen con total naturalidad en el restaurante Onice con una de las mejores vistas del valle, rodeado por un jardín italiano y con el frescor de las cascadas que van a dar a la piscina.

Otra jornada habrá que dedicarla a conocer esta parte de la ciudad; bajando por las escalinatas de las Rampe del Poggi, se accede al barrio de san Niccoló, donde palpita la auténtica vida florentina, con sus cafés, pequeños restaurantes, ambiente estudiantil... Uno de estos sitios populares es la Osteria Antica Mescita, simpática y agradable, donde se come muy bien. Todos italianos. Los jóvenes vienen para el aperitivo, una moda que está pegando fuerte y que sustituye la cena por el picoteo.

La terraza está muy concurrida y el interior es confortable. Notable carta de vinos. Una velada recomendable para tomar algo fuera del circuito turístico. Libero, que así se llama el propietario, atenderá a todos con cariño y diligencia. Vinos por copas, lo que supone una ventaja para probar la amplia gama de vinos toscanos.

No se puede abandonar Florencia sin recorrer sus bellas obras de arte. Desde la Galería de los Uffizi gozaremos de una fantástica vista del Ponte Vecchio. Cada rincón en esta ciudad es un regalo para el espíritu, pero nosotros encontramos el milagro convertido en apartamento. Una auténtica habitación con vistas, pues no se pueden superar las que se tienen de la cúpula del Duomo a la que se podría casi tocar con la mano.

Disfrutar de la terraza privada de los apartamentos Platinhome Repubblica, situados en el ático de un antiguo palacio de la Piazza de la Repubblica, escuchando el tañir de las campanas es un privilegio que ofrece esta esquina, la más bonita del cielo florentino. El auténtico lujo, privacidad y remanso de paz en el centro histórico.

Un bosque perdido

Henchidos de belleza pero con ganas de regresar a la naturaleza ponemos rumbo hacia Barberino di Mugello, la región de los lagos, para instalarnos en Villa Le Maschere, otro de los grandes palacios campestres reconvertido en hotel exquisito y vanguardista. Alessio Zivianni, alma mater del palacio nos acompaña por el inmenso bosque que circunda la propiedad, que catalog del 1500.

Un día de relax absoluto, el jardín bajo los árboles, su sombra, el placer de escuchar a las chicharras, el olor de la campiña, la puesta en escena digna de la mejor película, los manteles blancos que refulgen, el champagne en su justa temperatura, el apetito que se abre con la naturaleza que canta por todas partes. Un verano puramente toscano. Ensalada de pera Williams y pecorino de la zona, sabrosísima. Pasta con gambas y pesto de rúcula.

Una cena para el recuerdo

La terraza principal del palacio acoge el restaurante Il Piopponero, que esta noche de luna llena parece salirse de la tierra. Bebemos un Nipozzano Riserva 2008, Chianti Rufina, que va ayudando a serenar todavía más el espíritu. Un carpaccio muy original con carne de la zona, Chianina,  de hecho, como todo lo de Bonsahi, es el entorno el que marca una carta con productos de la comarca, ninguno más lejos de 40 kilómetros. La mezcla de carne, pepperoni (verde y algo picante como el de nuestras gildas) que le da un toque especial, sale acompañado con pequeños trozos de pecorino.

Al color rojo que usaba el pintor Carpaccio, cuyas obras pueden apreciarse en la florentina galería de l’Ufifici, debe su nombre esta reconocida elaboración culinaria. Unos ravioli de pecorino con piñones y verduras, tomate y calabacín, simples y llenos de sabor, nos preparan para una mousse de chocolate aranguani 72% Valrhona con salsa de vainilla de Madagascar con bourbon y sorbete de mandarina, una de las mejores mousse de chocolate que he probado en mi vida.

Giorgio Lecchi es el jefe de cocina de Villa Le Maschere y mientras comparto una grappa di Brunello me habla de su cocina y el cariño por la Toscana a la par que insiste para que saboree “el mejor tiramisú del mundo” con un toque de ron y chocolate, tan delicioso que merece la pena transcribir su título en italiano tiramisú profumato al rhum con cioccolato fondente Guanaia.

Curiosamente el tiramisú es un postre de reciente creación, en torno a los años setenta del pasado siglo. Se creó en Milán y significa levántame, se lo daban las madres a los escolares para que tuvieran energía para ir al colegio. Hoy ha devenido en un clásico italiano y esta noche ha servido como colofón de una cena inolvidable.

Artesanos del pecorino

Con tanto pecorino decidimos que lo mejor será visitar a alguno de los pastores de la zona y conocer un poco el proceso de este sabroso queso. Pecora significa oveja. Alessio hace de cicerone y nos lleva a la granja de la familia Garippa, presidida por el patriarca de 85 años y su mujer, que siguen elaborando el mismo queso que hace cincuenta años.

Cada oveja da un litro y medio y para elaborar un pecorino de un kilo necesitan cinco o seis litros. Antonio Garippa, el hijo del patriarca, tiene un rebaño de 300 ovejas y cada semana elabora unos 50 quesos –20 l para un queso de 5 k– con un periodo de curación de ocho meses; a partir del segundo mes, es preciso untar los quesos con aceite de oliva y darles la vuelta a diario. Pasamos una tarde muy agradable compartiendo quesos, vino y recuerdos.

A punto de concluir nuestro periplo toscano nos acercamos a Montalcino para disfrutar de sus brunellos. Para ello elegimos el Castello Banfi  sin ningún género de dudas el reino del Brunello di Montalcino (hoy de propiedad estadounidense). Situado en lo alto de una colina, disfruta de una panorámica del valle excelente. Hasta donde alcanza la vista todo son viñedos y olivos. Viñedos que acogen la uva Sangiovese, el milagro que hace posible el brunello.

Todo el castello era un antiguo pueblo reconvertido en propiedad vitivinícola y hotel extraordinario. Los días de verano aquí se puede hablar con Dios. La brisa acaricia el cuerpo, bajo una higuera, al lado de la piscina.

Un sol de oro viejo, el olor de los higos, los viñedos abajo, y aquí en la colina, resguardado por el castillo, el viento juega con los cipreses y las luces y las sombras recorren el cuerpo que está más cerca del nirvana que nunca.

Una cena al aire libre entre los muros del castillo nos va a permitir darnos un auténtico homenaje de brunellos de Montalcino, desde los reservas más espectaculares hasta los extraordinarios que probó Parker. Excelentes vinos, quesos y trufas de verano, scorzone, que convierten la noche toscana en un recuerdo permanente. Los rollos de trigo en la campiña suponen  el trabajo hecho y la posibilidad de dedicar los días a las cenas, a los amigos, a las canciones…

El silencio, el campo, a la sera uno se reencuentra consigo mismo. Analiza la belleza disfrutada por el día y se reconcilia con el mundo. ¡Qué lejos queda todo!  Ahora, solo los grillos, una cena espléndida, un servicio impecable y un cuento que continúa, mientras sigan existiendo estos pequeños pueblos y las carreteras que los enlazan. La naturaleza se une a la civilización y ambas demuestran que otra vida es posible.

Guía práctica

Donde comer

Il Borgo

Restaurante del palacio Vivarello de Volterra destaca por el empleo de productos regionales y la sensación de relax.

Onice

Punto de referencia para la gastronomía florentina. Comida Toscana perfectamente elaborado y con las mejores vistas de Florencia.

Il PioppoNero

Restaurante del palacio Villa Le Maschere. Auténtico lujo toscano en la campiña. Soberbia gastronomia con productos locales y tocada de vanguardia.

La Taverna

Selección de cinco platos de cocina tradicional Toscana acompañados de los mejores Brunellos de Montalcino, los que elabora el Castello Banfi, donde se encuentra el restaurante.

Antonio Garippa

Azienda Agricola

Scarperia

Ofrecen catas de quesos pecorino. Tel. 055-8406761

Tenute Guicciardini Strozzi

San Gimigniano

Bodega de la princesa Strozzi, donde se pueden catar sus vinos.

Donde dormir

Hotel Vicarello di Volterra

Volterra

Hotel Villa La Vedetta

Florencia

Apartamentos Platinhome

Florencia

Hotel Villa Le Maschere.Barberino di Mugello

Hotel Castello Banfi

Montalcino

Grupo Bonsahi

Agrupa hoteles lujosos con encanto.

 

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