Tintos de Galicia
Taninos de seda
Autor: José Luis Murcia
Fecha Publicación Revista: 01 de octubre de 2012
Fecha Publicación Web: 09 de febrero de 2016
Revista nº 438

Es curioso que Ribeiro se considere una tierra de blancos de gran tradición, ya que los más viejos del lugar recuerdan cómo en los años 60, las vides con variedades tintas inundaban laderas y valles de los ríos Miño, Avia y Arnoia en un espectáculo sin par. Claro que de aquellos tintos de elevadísimo color y disparada acidez, abundantes por doquier entre colleteiros (cultivadores que elaboran su propio vino) y paisanos que compraban uva, han dejado paso a unos vinos más frutales y frescos y, sobre todo, originales.
Xosé Lois Sebio, vigués de nacimiento y ourensano de adopción, uno de los culpables del renacer del tinto en Ribeiro, asegura desde su posición de enólogo en Coto de Gomáriz, que “la viticultura se había estudiado poco en Galicia y, aunque todavía queda, ya sabemos cuál es el comportamiento de la mayoría de las castas autóctonas gallegas”. Sebio, un híbrido entre el arte y la alquimia, asegura que en Galicia es posible “y hasta deseable” hacer agricultura ecológica en el viñedo, mucho mejor que aplicar trabajos convencionales o biodinámicos, “que no son los ideales para la planta”.
Él, que maneja como pocos la madera, ha conseguido vinos con crianzas superiores a los cinco años y gran vida por delante. Considera que cada parcela es un mundo y cada variedad también. Pero es que cada año hay que dar una vuelta de tuerca diferente, ya que por allí el tiempo cambia como por arte de magia de un día para otro. Nacen así el Abadía Gomáriz el Cuvée Primo, el Seica, el Hush y algunos más hasta las 40.000 botellas.
Pero los tintos de Ribeiro, que apenas alcanzan el 10% de la producción total, son también embajadores del enoturismo. Así, acompañan en Casal de Armán, una de las bodegas más destacadas del área, las propuestas de su restaurante y sirven de cobertura a los huéspedes que alquilan sus seis habitaciones con vistas al valle del Avia. Aquí, los hermanos González, con Javier al mando del vino, producen 8.000 botellas de vino joven de bella factura donde conviven caíño longo, brancellao y sousón.
Y también por estos derroteros camina la apuesta de A Portela, donde Sandra Cortés, que comparte su labor de enóloga con la de investigadora en la Universidad de Vigo, consigue 8.000 botellas con el nombre de Señorío de Beade en las que predomina la mencía. Por el contrario, José Meréns, en Lagar do Meréns, ha apostado por la complejidad y frutosidad en su 30 Copelos, un gran vino con sousón, caíño, ferrón y brancellao, que pasa diez meses en barrica y que ofrece lo mejor de sí mismo en poco más de 3.000 botellas.
Una filosofía parecida a la de Elisa Collarte, que ha redoblado sus esfuerzos a favor del tinto, y donde el enólogo Felicísimo Pereira Freijido, que comparte trabajo con Javier González en Casal de Armán, logra un acertado equilibrio con un pase ligero por madera.
Algo similar al trabajo de José Cajide en Sameirás donde ejerce la dirección técnica Álvaro Bueno, el mismo de 30 Copelos, quienes apuestan aquí por crianzas muy cortas no superiores generalmente a tres meses para aumentar la presencia frutal. Y bien que lo consiguen. Y finalmente, en Celle, Alberto García Úbeda, en las 1.500 botellas de su Cuñas Davia, opta por la sencillez de un vino con la madera bien integrada, elaborado con unas pocas cepas que rodean la bodega y que se reparten entre las castas caíño, sousón, mencía y brancellao.
Miguel Ángel Viso Diéguez, viticultor, acaba de llegar a la Presidencia de la D.O. Ribeiro y tiene muy claro que vino y gastronomía tienen que ir íntimamente ligados al turismo. Ese será uno de los ejes centrales de su mandato “porque promoción es igual a conocimiento y venta de vino. Tenemos unos blancos extraordinarios y creemos que en tintos, donde la calidad sube como la espuma, estamos despegando; pero queremos ir poco a poco”.
Las laderas de Ribeira Sacra
Sobre una extensión de 1.265 hectáreas que se reparten 2.900 viticultores, Ribeira Sacra se extiende por unos maravillosos paisajes que corren de manera paralela a las riberas de los ríos Miño y Sil donde conforman bellas laderas y se funden con un entorno idílico en 20 municipios que se ubican entre el sur de la provincia de Lugo y el norte de Ourense. Estos vinos, muy vinculados al Camino de Santiago, cuyas rutas atraviesan las subzonas de Amandi, Chantada y Quiroga y los municipios lucenses de Paradela y Portomarín, están también ligados a la espiritualidad del área como indica el propio nombre de la Denominación, donde hay una enorme concentración monacal. La vid era cultivada por los monjes, que perfeccionaron sus técnicas y condicionaron el paisaje actual de la zona con su ubicación en terrazas al lado de las ermitas y monasterios que dieron nombre al territorio.
Ribeira Sacra comparte con El Bierzo la preponderancia de la mencía, que supone más del 95% de la producción total de uva, a la que acompañan otras tintas como brancellao, merenzao, tempranillo, sousón, caíño tinto, garnacha tintorera y mouratón. Regina Viarum, ubicada en la población lucense de Sober, cuenta con 20 hectáreas en las laderas del Cañón del Sil donde se producen algunas de las mejores mencías de la zona que dan lugar a vinos como el Regina Viarum o el Regina Expresión Barrica.
No lejos de allí, en la localidad de Escairón, José Moure –uno de los principales responsables en dar a conocer esta zona– fundó en 1958 las bodegas que llevan su nombre y que elaboran tintos tan interesantes como el Abadía da Cova Barrica o el Abadía da Cova de Autor, este con un 15% de tempranillo. Sin embargo, un nombre para recordar en la historia de Ribeira Sacra es Rectoral de Amandi, con 140 hectáreas en propiedad, ubicada en un edificio que fue casa sacerdotal y que catalog del siglo XVIII. La bodega de Sober elabora más de dos millones de botellas, la mitad de la Denominación. La imagen de su Rectoral de Amandi Mencía forma parte de la historia.
Sobre 13 hectáreas se extiende en Chantada la bodega Vía Romana, ubicada en un paisaje con encanto que hace del enoturismo su seña de identidad. Fundada en 1997, sus mencías se encuentran entre las mejores del área. Y a tener en cuenta otras bodegas como Costoya, en A Texeira (Ourense), con cinco hectáreas y apenas 35.000 litros en el mercado que echó a andar en 1995, o Javier Seoane Novelle, con sus Pradio de Seoane, en A Peroxa (Ourense), también complejo enoturístico abierto en 2002.
Monterrei, Valdeorras y más
Al sureste de la provincia de Ourense, cercano a la frontera con Portugal, Monterrei cuenta con tradición de tintos y características, en algún caso, parecidas al Douro. Con una producción aproximada de medio millón de litros de tinto con las variedades mencía, tempranillo, merenzao, caíño y sousón, la Denominación se extiende por algo menos de 400 hectáreas que cultivan un número más o menos similar de agricultores.
Vinos como el Sila 2009, monovarietal de mencía de Pazos del Rey, o el Ladairo Barrica, con mencía, tempranillo y bastardo, de Adegas Ladairo, son algunos ejemplos de unos vinos que, ya consolidados en blancos, comienzan a descollar en tintos.
En Valdeorras, los tintos son casi una anécdota en sus 1.300 hectáreas de viñedo, pero se eleva a categoría de arte cuando descubrimos el Avanthia Cuvée Mosteiro y, en menor medida, el Avanthia Mencía. El primero de ellos sobresale por encima del resto. Sin olvidar algunos otros como los de la legendaria bodega de Joaquín Rebolledo o el Erebo Mencía de Carballal. Rías Baixas está comenzando y aún tiene camino por delante. Como camino tienen unos tintos que despegan con fuerza cada día.
Apuntes gastronómicos
• En Ribeiro, la bodega Casal de Armán, en San Andrés de Camporedondo, Ribadavia, con tomates exquisitos, huevos de gallinas camperas, pulpo a la brasa o ternera gallega. El Monasterio de San Clodio, en Leiro, ha dado un paso adelante, especialmente en los platos de carne donde despunta la ternera.
• Modesto pero recomendable, la Bodega O Veleiro, en Laias-Cenlle, donde es aconsejable pedir pimientos de Arnoia, anguilas fritas, oreja de cerdo, bacalao y, en temporada, su lamprea a un precio más que aceptable.
• En Ribadavia, imprescindible una visita al gastrobar O Birrán, donde una variedad de tapas creativas acompañan el vino de la zona. Navajas, almejas con boletus, bonito de Burela o pulpo, son algunas de sus propuestas. En la misma ciudad el restaurante Plaza, ubicado en el hostal del mismo nombre, ofrece una interesante cocina gallega con especialidad en caldo y pescados.
• En Ribeira Sacra, sin duda, una de las mejores opciones es O Grelo, en Monforte de Lemos, con especialidades como el mero, el lacón con grelos o el caldo gallego.