Gijón gastronómico

Capital de la costa verde

Autor: Eufrasio Sánchez
Fecha Publicación Revista: 01 de septiembre de 2016
Fecha Publicación Web: 06 de septiembre de 2016

En efecto, el ilustre e ilustrado don Gaspar Melchor de Jovellanos, nació y vivió buena parte de su vida en el barrio de Cimadevilla –donde se conserva su casa natal como museo–, núcleo primitivo de la ciudad representado geográficamente como una península resguardada en la falda de la campa verde del Cerro de Santa Catalina y terminada en enormes cortaduras donde el mar bate desesperadamente, viendo frustadas sus intenciones de innundar las llanuras del concejo.

El también conocido como “barrio alto” ha sido testigo y protagonista de los acontecimientos históricos más significativos de Gijón: la fundación romana, los conflictos medievales, la creación del puerto o los inicios de la industrialización. También los viejos pescadores (hoy, tristemente, con sus embarcaciones varadas) tuvieron aquí su asiento. Sin embargo, Gijón se mueve. Alguien dijo de ella: “Es como los pájaros, libre y al mismo tiempo frágil”.

Gijón es una ciudad de ciudades. Dependiendo de donde ponga el visitante el pie o la mirada se puede encontrar en la ciudad cosmopolita (uno de los mayores atractivos con los que cuenta son sus gentes, personas sociables, abiertas, acogedoras, lúdicas…), la comercial (bien puede ser considerado el Soho del norte gracias a la aparición, durante los últimos años, de pequeñas tiendas artesanas con ropa selecta y novedosos diseñadores que han colaborado a su posicionamiento como destino ideal para compras), la tecnológica, la universal, la cultural, la turística, la de los bares o la que vive de cara al mar. O sea toda, pues no existe en el Arco Atlántico un paseo marítimo de tanta longitud como el gijonés que pueda ser transitado sin interrupción.

El mar como despensa

Como es lógico, entre tanta mar y tanta sal ha de abundar el pescado. Cimadevilla y sus alrededores están jalonados de abundante oferta gastronómica de calado marinero, donde resiste sin ajarse, viendo pasar el tiempo, la madurez culinaria de Casa Zabala en la que los pescados a la espalda, a la brasa o al horno son tratados con la debida templanza para hacer resaltar la pureza de su tersura.

También El Planeta, en la siempre concurrida “Cuesta del Cholo”, con mirada al puerto deportivo, es un hervidero de pescados y mariscos, donde brillan (entre otros) cada uno con su luz centollos, percebes, sardinas, ventriscas de bonito o chipirones de potera en temporada. Y ya en el propio puerto, como si de una gran embarcación deportiva se tratara, flota sin zozobra Auga, remando al viento a toda boga.

 El espacio que ocupa, donde se asentaba la antigua lonja, es el marco idóneo para poner en escena la obra de dos grandes profesionales adornados de un sinfín de virtudes que comparten: Gonzalo Pañeda en la cocina y Antonio Pérez en la sala. Su obra, de clara vocación marinera, no es etérea aunque sí sumamente refinada en la que la estética toma cuerpo con fuerza plástica.

Resulta reconocible, gustosa y emocional, fruto de un trabajo de artesanos ejecutado con sentido, sensibilidad y mucho arte al que imprimen un marcado sello personal. Cerca de allí, sin salir del barrio, y a escasos metros de las Termas Romanas y de la estatua de  Octavio Augusto, se encuentra el Varsovia Bar, un paraíso del cóctel donde Borja Cortina, excepcional bartender que viene cosechando múltiples reconocimientos nacionales e internacionales hace las delicias de los aficionados a la mixología, tanto a la hora de un prometedor atardecer como para el remate de una deliciosa velada tras el disfrute de la cena.

La estatua del rey Pelayo y el esplendoroso Palacio de Revillagigedo levantado en el XVIII, uno de los ejemplos más bellos del barroco del Principado, custodian el restaurante El Palacio, un vetusto local donde degustar platos clásicos de la gastronomía regional resueltos con imaginación.

De tapas...

Siguiendo el borde de la traza del mar los bares de copas se suceden sin interrupción por la llamada zona de Fomento en la que la diversión  nocturna en verano y fines de semana está asegurada. Allí se sitúan también La Llosa y sus fritos de pixín y el Café Gijón, un histórico renovado donde Álex Sampedro, acaparador de premios en concursos de pinchos en todos los ámbitos en los que ha participado, ofrece una gastronomía creativa de tapeo y algo más.

La ciudad se extiende lentamente hacia el barrio del Carmen, un dédalo de calles y un enjambre de bares, donde resiste Casa Víctor tras la muerte de su titular contando con el entusiasmo de su hija Ana Bango y la experiencia de Alfonso Esteban. Otro que alumbra la zona de El Carmen es El Candil con interesantes propuestas de pescado, en tanto que el Dos Mas Uno entusiasma con la sinceridad de su cocina y una acertada selección de vinos. Y como el vino va por barrios, basta cruzar la céntrica calle Corrida, eje sentimental de la vida ciudadana, para continuar por la “Ruta”, otro porrón de tascas, tabernas y neotabernas de vinos y picoteo, donde descuella la tienda de Coalla, un referente en Asturias como paraíso de la botillería arropado por una cuidada selección de productos tanto para llevar como para ser degustados in situ, entre los que no falta un amplísimo surtido de quesos que son conservados y terminados de afinar en una cava perfectamente acondicionada. Sonando fuerte está El Cencerro en el que Viviana Fleischer no deja de sorprender con una cocina chispeante de rica materia prima en continua línea ascendente.

... y sidrina 

Pero como bien saben nuestros agudos lectores, el vino que más se consume en Asturias se llama sidra. Y Gijón no es la excepción. Más bien al contrario. La Villa de Jovellanos haciendo caso a su prócer que tanto ensalzó el dorado líquido y animó a su consumo, se baña en sidra. Es la localidad sidrera por excelencia.

No incurre el cronista en hipérbole si les asegura que las sidrerías se cuentan por cientos. Y para acompañarla suelen estar presentes los atletas del bravo Cantábrico y de otros mares que ponen olas y alas en el paladar a través de mariscos y pescados desde los humildes bígaros, llámpares (lapas), oricios, parrochas (sardinas) o bocartes hasta los aristocráticos percebes, andaricas, centollos, cigalas, bugres, langostas, meros, lubinas, merluzas, salmonetes o rodaballos.

Como no se trata de hacer un censo citaremos sólo algunas de las sidrerías más emblemáticas de la ciudad empezando por Los Pomares, donde se puede degustar la “mejor fabada del mundo” junto a una sidra académicamente escanciada; El Chaflán, en el que sus espárragos rellenos ya pagan el viaje; Ataulfo y La Zamorana, dos establecimientos repletos siempre de “príncipes de las mareas”; El Cartero, un templo de la ortodoxia sidrera, o Uría, donde siempre hay media docena de palos de sidra para conformar cualquier gusto.

A orillas del río Piles, frente al mítico estadio de El Molinón donde los sportinguistas vibran y penan con su equipo del alma, está La Salgar de los Manzano (cuando este ejemplar  vea la luz es posible que ya haya abierto Gloria, en el centro de Gijón, el más flamante establecimiento de la saga) de cuyas maravillas culinarias nos hemos hecho eco hace escasos meses en esta misma revista.

Continuando la calle, Avant Garde, donde Javier Loya mantiene el prestigio que le ha encumbrado. No muy lejos está La Bolera, con la variedad de carnes y la sabiduría de Cuco Álvarez en el manejo de las brasas haciendo pleno de bolos organolépticos entre los más exigentes carnívoros. Más allá, Somió, donde la burguesía gijonesa encuentra acomodo en los bellos escenarios de La Pondala y Las Delicias, de joven semblante y contemporánea cocina a pesar de haber cumplido más de un siglo ambos.

Los últimos en llegar  

El desarrollo expansivo de la ciudad ha traído consigo la creación de nuevos barrios como el residencial de Viesques con nombres propios en el sector de la restauración: El Medio Lleno, La Terraza, El Perro que Fuma o el Out donde el entusiasta Nacho Gallegos explora en la bondad y la singularidad de los productos, al igual que hace Juanjo Solar en el Solar de Marqués con los vinos para dar riego a cachopos y callos.

Sin salir de la zona y como proveedor de la mayoría de ellos nos encontramos con la panadería Musel, donde José Esteban Melón desarrolla sus dotes  milagrosas integrando panes y peces en elaboraciones como el pan negro con tinta de calamar, agua de mejillón, alga nori y fumé de pescados de roca o el de trigo con alga codium.

Asimismo hace en el horno virguerías con el de semilla de chía y harina de calabaza o el de cava y cebolla confitada. Panes para besar aunque no hayan caído al suelo.

Guía práctica

Dónde comer

Auga

Claudio Alvargonzález, s/n

(60–70 €)

La Salgar

Pº del Doctor Fleming, s/n

(60–70 €)

Casa Zabala

Vizconde de Campogrande, 2. (50–60 €)

La Bolera

Av. del Jardín Botánico, 355

(50 €)

El Cencerro

Prendes Pando, 24

(45–50 €)

La Zamorana

Av. Hermanos Felgueroso, 38-40. (60–90 €)

Los Pomares

Av. de Portugal, 68. (40 €)

Casa Ataulfo

Cabrales, 29. (50–60 €)

Las Delicias

Camino de las Dalias, 80 (45–55 €)

Dos Más Uno

Carmen, 3. (30 €)

Avant Garde

Pº Doctor Fleming, esq. Rocafort, s/n. (35 €)

Dónde dormir

Hernán Cortés

Fernández Vallín, 5

Céntrico, compartiendo edificio con el Casino de juego. De sobria elegancia y exquisito cuidado del detalle. Hab. doble 80 €

Parador Nacional de Turismo Molino Viejo

Av. Torcuato Fernández Miranda, 15

En las inmediaciones del Parque de Isabel La Católica rodeado de arboleda y estanque donde antes existía un viejo molino. Hab. doble 130 €

Tryp Rey Pelayo

Av. Torcuato Fernández Miranda, 26

Próximo a la plaza de toros. Ambiente taurino durante la Feria. Hab. doble 80–90 €

Hotel Asturias

Plaza Mayor, 11

De rancia solera, al lado del Ayuntamiento. En él se rodó la oscarizada película Begin the Begine. Hab. doble 80 €

Blue Santa Rosa

Santa Rosa, 4

Céntrico y bien dotado para su categoría. Una de las mejores opciones de la ciudad en la relación calidad-precio. Hab. doble 65 €

Quinta Duro

Camino de las Quintas, 384

Lujosa casona del XIX en una finca de dos hectáreas  rodeada de árboles centenarios.  Hab. doble 85–95 €

Casona de Cefontes

Camino de la Carbayera, 564

Enclavado en un paraje rural, de elegante rusticidad con la piedra y la madera como principales elementos constructivos. Hab. doble 75 €

 

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