Tendencias Nueva York

Brooklyn, cruzando el río

Autor: Helio San Miguel
Fecha Publicación Revista: 01 de julio de 2013
Fecha Publicación Web: 22 de julio de 2016
Revista nº 447 - 448

La ciudad de Nueva York en su forma actual se constituyó a finales del siglo XIX, dividida en cinco superdistritos llamados ‘boroughs’: Manhattan, Brooklyn, Queens, The Bronx y Staten Island. Manhattan, pese a su enorme poder y magnetismo, es el más pequeño con mucho, con una superficie que ocupa menos de la décima parte del área de la ciudad de Nueva York (menor también, para que el lector se sitúe mejor, que la décima parte del municipio de Madrid) y con una población de poco más de millón y medio de habitantes. Brooklyn es el segundo más extenso tras Queens y ambos juntos comprenden más de la mitad de la superficie de toda la ciudad.

Brooklyn es también el primero en población con más de dos millones y medio. La decisión de unirse a la ciudad de Nueva York en 1898 es todavía definida por algunos de sus habitantes como “el gran error”, pues antes de la unificación Brooklyn era la cuarta ciudad del país y se la llamaba la “ciudad gemela” de Nueva York, que entonces comprendía solamente Manhattan. Desde entonces Manhattan ha copado casi todo el protagonismo y todavía hoy cuando se dice “the city” se refiere a ella, mientras que al resto se les llama “outer boroughs” (los boroughs de fuera).

Hasta el presente siglo y como en tantas otras áreas, la escena culinaria neoyorquina ha estado prácticamente monopolizada por Manhattan y durante décadas Brooklyn ha contado solamente con dos grandes restaurantes, ambos con estrellas Michelin y considerados clásicos de la ciudad, The River Café y Peter Luger, a los que podemos añadir la histórica Di Fara, que pese a su aspecto destartalado y anticuado, es considerada la mejor pizzería de la ciudad.

Hoy Manhattan sigue dominando, pero el importante despegue de Brooklyn, hace que ya se pueda decir que éste se ha convertido de pleno derecho en un destino culinario de por sí hasta el punto de que los más optimistas dicen que en él se sirve hoy la mejor cocina de la ciudad. Aunque esto sea una exageración, sí que ha conseguido en los últimos años tener algunos restaurantes que no tienen nada que envidiar a los mejores de la ciudad y del país y que hacen que merezca la pena desplazarse a ellos.

Este surgimiento gastronómico se explica por la evolución de los precios de alquileres y pisos en Manhattan, que con crisis o sin ellas han crecido de una manera vertiginosa. Ello hace que Brooklyn haya sufrido un proceso que en inglés se conoce como gentrification: profesionales de clase media y media alta con o sin familia, estudiantes o artistas se mudan en busca no solo de precios más bajos, que en algunas zonas ya no lo son tanto, sino también de mayor espacio.

Sus sueldos puede que no sean tan elevados como para comprar o alquilar un piso en Manhattan, pero sí lo son para permitirse cenar en buenos restaurantes y tomar caros cócteles en locales de moda. También ha contribuido a mejorar el perfil de Brooklyn la controvertida apertura del Barclays Center, que sirve tanto de estadio del equipo de baloncesto de los Nets como de sede de conciertos y de congresos. La fuerte oposición vecinal lo consideraba un proyecto faraónico que desvirtuaba la naturaleza del barrio, pero ha revitalizado la zona y ha servido para popularizar aún mas Brooklyn como una entidad autónoma que no necesita de Manhattan para tener servicios de primera.

Junto con ello, la revista Time Out lleva ya un tiempo promocionándolo como el relevo de los barrios de moda del Downtown de Manhattan (Soho, East Village, Lower East Side…) durante las pasadas décadas. Al mismo tiempo la guía Zagat, criticada durante años por ocuparse prácticamente solo de Manhattan, ha aprovechado este florecimiento culinario para aumentar su cobertura de los otros boroughs y sobre todo de Brooklyn. Hoy no solo cubre muchos más de sus restaurantes sino que ofrece un listado por barrios, como hace en Manhattan. Y para no quedarse atrás, la guía Michelin ha empezado a repartir sus codiciadas estrellas por Brooklyn, incluyendo un restaurante con tres.

Bohemia y gastronomía

Realmente todo este interés está justificado, pues Brooklyn ha dado un auténtico salto culinario a todos los niveles. Hoy no solo hay buenos restaurantes en casi todos sus barrios, sino que los hay excelentes incluso en algunas zonas insospechadas como Bay Ridge, Bushwick, o Red Hook. Hasta establecimientos y cadenas de Manhattan como Momofuku Milk Bar, Shake Shack, Two Boots, Criff Dogs, Café Mogador… han abierto sucursales en Brooklyn.

Pero el distrito es muy grande y nos llevaría mucho espacio cubrir sus nuevos restaurantes en todos sus barrios. Para el visitante ocasional lo mejor es limitarse a dos zonas, ambas enfrente de Manhattan, justo en la orilla opuesta del East River y de fácil acceso. La primera es el barrio de Williamsburg situado al otro lado del puente del mismo nombre, y la segunda, de la que nos ocuparemos en la siguiente entrega, es la zona situada enfrente del Distrito Financiero y comprende los pequeños barrios que van desde Dumbo hasta Carroll Gardens.

Williamsburg es la zona bohemia y artística de moda de Nueva York, antes conocido solamente por ser también el barrio de los judíos ortodoxos, que ahora conviven con el influjo de jóvenes artistas que escapan de los altos precios de Manhattan. Se ha convertido en el barrio del arte alternativo y de vanguardia, pero su éxito ha hecho que cuente ya con nuevos edificios de pisos de lujo y la constante discusión entre lo que creen que ya está pasado y hay que buscar otro. Peter Luger ha sido, desde su fundación en 1887, su único gran restaurante y todavía mantiene el puesto de mejor steakhouse de Nueva York y el mismo aire tradicional de entonces. No hacen reservas online, ni sirven cócteles de moda, ni las cervezas artesanas tan en boga en la actualidad, pues es según su propia declaración un club de caballeros tradicional. Solo tiene una carta corta de carnes y algún pescado de temporada, en la que reina su famoso filetón porterhouse.

Hoy sin embargo Williamsburg tiene también un nutrido grupo de atractivos restaurantes y cafés que merece la pena destacar. Muy cerca de Peter Luger está Dressler (dresslernyc.com), de la mano de Colin Devlin, también propietario de DuMont, cuya cocina de temporada le ha reportado una estrella Michelin. Dressler tiene además una cuidada decoración que incorpora diseños metálicos de artesanos locales. También a corta distancia, Traif se centra en platos tanto tradicionales como creativos (como su postre donuts de bacon) alrededor del marisco y sobre todo del cerdo, lo cual algunos consideran una provocación por encontrarse en el barrio por excelencia de los judíos tradicionales (ellos probablemente lo busquen pues se definen como “el paraíso del cerdo”).

Un poco más alejado se encuentra Gwynnett St., con cocina creativa y de vanguardia a cargo de Owen Clark, quien ha pasado por Fat Duck, WD-50 y Blue Hill. Asimismo en Williamsburg ha abierto sucursal el Smorgasburg de Dumbo (que sorprendentemente recibe 28 puntos de 30 en la guía Zagat), pero del original hablaremos en la siguiente entrega.

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