Actualidad
Emporio francés en Manhattan
Autor: Helio San Miguel
Autor Imágenes: Jeff Thibodeau
Fecha Publicación Revista: 01 de junio de 2015
Fecha Publicación Web: 10 de julio de 2015

Le District abrió el pasado marzo, claramente inspirado en el exitoso mercado de productos italianos Eataly (la prensa local lo define como el Eataly francés). Está ubicado en el nuevo complejo Brookfield Place, el antiguo World Financial Center (enfrente del World Trade Center), que ha sufrido una importante remodelación incorporando nuevas tiendas y multiplicando significativamente la oferta gastronómica.
Justo encima de Le District está el nuevo Hudson Eats, un conjunto de puestos de comida de calidad, tipo del madrileño Mercado de San Miguel, que tiene también un gran éxito. El promotor de Le District no es el gobierno francés ni organizaciones del país vecino, sino Peter Poulakakos, un ambicioso y avispado empresario neoyorquino, hijo del famoso Harry que creó el homónimo bar.
Poulakakos se ha convertido en la figura más importante de la restauración en el Distrito Financiero desde que abrió en 1998 los primeros restaurantes en la calle Stone y la convirtió en la referencia de la zona. Hoy posee más de veinte y además de crear Le District ha convertido la antigua sede de la policía marítima, un edificio histórico abandonado al final de Battery Park, en un complejo de bares, marisquería, cervecería, terrazas y salas para celebraciones especiales, que con el nombre Pier A Harbor House, también ha abierto este año.
Le District, que cuenta con el francés Laurent Vasseur como director de operaciones, dispone de un mercado con carnicería, pescadería, charcutería, pastelería, panadería, departamentos de quesos, así como un asador de pollos, tiendas de salsas, conservas, aceites, chocolates, y hasta una floristería, todos ellos con una variada selección de productos y los nombres en francés.
Además ofrecen la posibilidad de hacer pedidos con antelación y recogerlos más tarde, así como encargar la preparación de los ingredientes de distintas recetas que ellos crean. De hecho, todo lo que se vende puede ser preparado para comerlo allí mismo en las mesas y en las terrazas con las que cuenta. A la vez, tiene una cafetería (Café District), un bar (Le Bar), un restaurante más informal con terraza (Beaubourg Brasserie), y otro más formal (L’Appart), que solo abre para cenar de martes a sábado. Todo ello con el barcelonés Jordi Vallès como director. En total más de tres mil metros cuadrados, de los que un cuarto son terrazas.
¿Para cuándo un mercado español?
Le District despierta en este comentarista la misma sana envidia que provocó Eataly cuando abrió. Si su éxito ha tenido como paso lógico establecer algo similar dedicado esta vez a Francia, debería servir no solo de inspiración, sino de incentivo para crear algo parecido referido a España.
Los españoles nos llenamos la boca de decir que nuestros productos son extraordinarios y nuestros restaurantes lideran las listas de los mejores del mundo, y sale hasta en el Telediario si alguien los alaba, da más de 90 puntos a alguno de nuestros vinos (como a miles de otros, por cierto) o menciona de forma elogiosa a alguno de nuestros grandes restaurantes. Pero todo esto es, por desgracia, de puertas adentro. Fuera se conocen muy poco nuestros productos, los quesos franceses e italianos se consideran mejores, y los salamis y el prosciutto se venden muchísimo más que el salchichón y el jamón, ibérico o no.
Pero eso se debe en gran parte a la falta de ambición y visión de nuestros empresarios del ramo. Se dirá, como siempre, que faltan ayudas gubernamentales, que se necesita el apoyo público, pero Eataly y Le District se han abierto sin ellas, promovidos por ambiciosos empresarios que confían en la calidad de sus productos y en la forma de dárselos a conocer al público.
Se dirá también, aunque sea contradictorio con nuestra autoadulación interna, que en realidad los productos y la gastronomía de España no son tan conocidos más allá de las tapas y algún que otro plato típico y por tanto venderlos requiere más esfuerzo. Y ello es verdad, pues en la promoción de productos y mercados de calidad, España, dada nuestra situación política y nuestro nivel de desarrollo cuando esos mercados se abrieron en los años 40 y 50, lleva todavía un retraso considerable con nuestros vecinos franceses e italianos.
Sin embargo no ha sido obstáculo para que nuestra alta gastronomía haya sido reconocida con los mayores honores por todo el mundo. Sin ir más lejos, el propio Le District, para ensalzar la calidad de Jordi Vallès no se refieren en las notas de prensa a su conocimiento en técnicas culinarias francesas, sino que señalan que trabajó en El Bulli y Arzak.
Merece la pena recordar también que la industria textil española era menos conocida que la gastronómica y sin embargo marcas como Zara o Mango la ha convertido en un auténtico referente mundial.
Hoy nuestros productos sí están a la altura de nuestros vecinos. Si ellos tienen pizzerías y trattorías, bistrós y brasseries, nosotros tenemos tapas y mesones (donde estamos desaprovechando dar a conocer nuestras ricas cocinas tradicionales y regionales), y hoy al igual que ellos, tenemos un envidiable alta cocina. Con estos antecedentes, nuestra posición no debería ser la de la constante queja (como ocurre igualmente en el ámbito político) sino la del reconocimiento de lo que se tiene y de lo que se ha logrado.
La gran transformación de España en los últimos 40 años es una de las más sorprendentes a nivel mundial en todos los órdenes y nos debería llenar de orgullo, confianza y ambición sobre lo que todavía se puede lograr. Así pues, tal vez sea el momento de creer de verdad en nuestros productos con algo más que palabras y de lanzarse a su promoción con ambición y valor. Pocos espacios serán tan receptivos, pocos mercados tendrán un público más abierto y curioso, y pocos sitios servirán de escaparate y trampolín como la ciudad de Nueva York.