Enotendencias

Zifandel, un toque de originalidad

Autor: Helio San Miguel
Fecha Publicación Revista: 01 de octubre de 2013
Fecha Publicación Web: 15 de febrero de 2016
Revista nº 450

La zinfandel es una variedad negra, la quinta más plantada en Estados Unidos con más de 20.000 ha, donde ocupa más del 10% del viñedo de California. Pese a no ser autóctona del país, es la que dota a los vinos californianos de un toque original, pues aunque hay tintos mucho más prestigiosos y caros, éstos están elaborados con las consabidas cabernet, merlot y syrah. La otra gran razón en favor de su originalidad es que, al igual que ocurre con la malbec en Argentina, los zinfandel californianos no imitan a los vinos producidos con la misma uva en las zonas de las que son originarias. Incluso ocurre lo contrario, pues su empuje (y de la malbec) ha hecho que viticultores de las regiones de las que proceden cambien el estilo de sus vinos.

Los orígenes de la zinfandel han estado rodeados de misterio y han sido fuente de numerosos debates hasta hace solamente un par de años. No se sabe de donde viene su nombre y en un principio investigadores estadounidenses pensaron que podría tratarse de una variedad local, pese a que ninguna especie vinífera es originaria del continente americano. En los años sesenta se encontraron similitudes ampelográficas con la primitivo, plantada sobre todo en Apulia y conocida desde el siglo XVIII. En 1975 investigadores de la Universidad de Davis concluyeron que eran la misma variedad. Sin embargo, en el sur de Italia uno de los nombres de la primitivo es zagarese (por Zagreb) y muchos investigadores sospechaban un origen balcánico de la misma. Así se llegó a la conclusión de que la primitivo era también la variedad plavac mali de Croacia.

Con el desarrollo de los tests de ADN, la profesora Carole Meredith refrendó en los años noventa la identidad entre zinfandel y primitvo, pero no así con plavac mali. Sin embargo la búsqueda del zinfandel croata siguió y se encontró que tanto ésta como primitivo eran en realidad la crljenak kaštelanski (tinta de Kastela), que se tomó como la cepa original.

Recientemente, sin embargo, se ha demostrado que son también la misma que la casi desaparecida tribidrag, ya mencionada en el siglo XVI y por tanto la primera. Esta identificación no es una cuestión menor ni puramente académica pues debido al éxito de los zinfandels californianos muchos productores europeos han optado por etiquetar sus vinos con ese nombre, lo que es apoyado por la Unión Europea, pero rechazado por Estados Unidos. Esta batalla legal todavía no ha terminado.

Conquistando América

La introducción de la Zinfandel en Norteamérica también ha estado rodeada de leyendas. La hipótesis más creíble era que había sido plantada por un inmigrante húngaro llamado Agoston Haraszthy, quien cultivó más de 300 variedades en 1837.

Se pensó también que fue traída a California por inmigrantes italianos en el siglo XIX, y que era una uva transalpina desconocida. Hoy la teoría aceptada es que entró dentro de una colección que incluía todas las variedades conocidas del imperio austro-húngaro. También sabemos que ya se cultivaba en Long Island, cerca de Nueva York, en 1820 y como zinfardel aparece por primera en 1829. Posteriormente hay menciones con la grafía actual, que fue adoptada definitivamente en la década de 1860.

Esta temprana introducción hace que hoy algunas de las viñas de zinfandel estén entre las más antiguas del país, un patrimonio que solo en las últimas décadas se ha empezado a explorar, pues no se consideraba una variedad de gran calidad. De hecho su popularidad se debió al desarrollo en los años setenta del llamado white zinfandel, un vino rosado ligeramente dulce elaborado sin contacto con las pieles pues ésta es una uva tintorera. El white zinfandel fue un gran éxito e incluso hoy sus ventas son más de un 500% mayores que las de tintos y pese a ser un vino facilón y muy denostado, ha salvado a muchas de las viñas de zinfandel de ser arrancadas.

Se trata de una variedad con un alto contenido en azúcares por lo que los tintos suelen tener una alta graduación acompañada de un carácter especiado y una fruta explosiva con toques anisados, de arándanos y de regaliz. Se beben mejor en su primera década, pero algunos, muy pocos, mejoran con una guarda aún mayor. Sus detractores consideran a los zins (como se les conoce popularmente) como vinos excesivos, pero también se presentan en otros estilos más austeros y equilibrados, que en mi opinión son los más interesantes.

Zins con nombre propio

Algunos de los productores más destacados son Ridge, mi favorito con sus Geyserville y Lytton Springs, Scherrer (ambos en el lado más equilibrado), Bucklin, Cline, Dashe, Grgich, Martinelli, Orin Swift, Ravenswood, Seghesio y Turley, estos últimos entre los más opulentos.

En cantidades muy pequeñas también se producen con zinfandel algunos de los tintos dulces más interesantes del país, de estilo cercano a los oportos, aunque son de vendimia tardía. Entre ellos destacan Ridge Essence y Dry Creek Late Harvest.

La zinfandel está plantada por toda California y también se encuentra ya en otros estados. Aunque algunos grandes zins se elaboran en Napa, la mejor zona es Sonoma, mientras que Lodi cuenta con algunas de las viñas más viejas y de mayor potencial.

Hoy su futuro parece asegurado pues solo en California hay más de 200 bodegas que lo elaboran y muchas de ellas han formado la organización ZAP (Zinfandel Advocates & Producers) dedicada a su protección y promoción.

Al mismo tiempo italianos y balcánicos han redescubierto el potencial de sus viñas de primitivo y crljenak kaštelanski, y en otros países, que incluyen desde la propia Francia (donde Domaine de L’Arjolle elabora su tinto Z), hasta Canadá, México, Israel, Sudáfrica, la India o Australia, está encontrando nuevos terruños por los que extenderse y que con seguridad nos depararán nuevos y sorprendentes zins en un futuro no lejano.

 

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