Vinos dulces de América

Un nuevo mundo

Autor: José Luis Murcia
Fecha Publicación Revista: 01 de julio de 2008
Fecha Publicación Web: 05 de febrero de 2016
Revista nº 387 - 388

Desde los desiertos más áridos de la Baja California mexicana a las praderas nevadas de la Península de Ontario en Canadá, América produce una inmensa variedad de vinos dulces que son hoy envidia, por su originalidad, de los consumidores de todo el mundo. Y es que los bodegueros americanos han sabido conjugar técnicas tradicionales con vanguardistas en vinos que van desde los utilizados para consagrar en misa hasta los canadiense de hielo.

La feria Vinoble de Jerez de la Frontera (Cádiz), que este año celebró su VIII edición entre los días 25 y 28 de mayo, es un buen termómetro para pulsar las novedades que los distintos productores de vinos generosos, licorosos y dulces especiales presentan al mundo; y en el que la presencia de Canadá ha sido más que notable y en el que también, aunque con menor rango, han mostrado sus productos bodegueros argentinos, chilenos, mexicanos y uruguayos.

Hablar de vinos dulces de América es simplificar demasiado, ya que las técnicas de elaboración y la oferta comprenden una amplia gama que navega entre el eclecticismo de la Vieja Europa y la vanguardia que ofrece el Nuevo Mundo con sus originales terruños, su adaptación de antiguos vinos monovarietales y nuevos híbridos y sus climas tan diversos.

Los vinos de hielo canadienses son, probablemente, la línea más moderna y vanguardista de una oferta que nace de la tradición y el buen hacer de los denominados Eiswein (término reservado en exclusiva para los vinos “de hielo” austriacos y alemanes) que catalogn de 1794 cuando en el Norte de Baviera, concretamente en la zona alemana de Franconia, apareció por accidente, como muchos descubrimientos vitivinícolas, un vino elaborado con uva parcialmente congelada dulce, aromático, sabroso y de intensa acidez que dejó sorprendidos a propios y extraños.

Los vinos de hielo consiguen su concentración en azúcares gracias a la congelación del agua que porta el mosto de la uva, hecho que permite retirar ésta y conseguir un auténtico néctar.

Para empezar, los canadienses comenzaron a elaborar sus primeros vinos de hielo en 1973 de una forma artesanal y limitada en una pequeña bodega de la Columbia Británica y tuvieron que pasar diez años hasta que dos bodegas de la región del Niágara (Hillebrand Estates e Inneskillin) comenzaran a experimentar con la uva vidal (híbrido de la francesa ugni blanc, conocida en Italia como trebbiano, y la seibel). Fue la confirmación del éxito, ya que Inneskillin obtuvo en 1989 el Gran Premio de Honor de la Vinexpo de Burdeos y, desde ese momento, otros bodegueros imitaron la iniciativa y consiguieron situar a Canadá como el principal elaborador de vinos de hielo del mundo.

Además de la vidal, Canadá utiliza otras uvas como la riesling o la gewürztraminer, ya usadas en Alemania, Francia o Luxemburgo, además de la cabernet franc, toda una sorpresa, para conseguir esos vinos ultraconcentrados producto de la paciencia y el riesgo en unas recolecciones que deben hacerse en la madrugada, con temperaturas que no superen los 10 grados bajo cero para conseguir la mejor de las calidades.

Aunque Inniskillin fue una bodega fundada a finales de los años 20, no es hasta 1975, con la refundación llevada a cabo por Karl Kaiser Donald Ziraldo, cuando ésta da un giro copernicano hasta convertirse en un referente a nivel mundial cuando es galardonada en Vinexpo.

Mucho más moderna que Inniskillin, Pillitteri Estates Winary se convierte en la industria más poderosa de los vinos de hielo canadienses con 600.000 litros al año y alrededor de 100.000 visitantes que le proporcionan el 25 por ciento de sus ingresos totales, gracias a la actividad enoturística en la que son auténticos especialistas, ayudados eso sí por la incomparable belleza de unos parajes que conjugan el espectáculo de las cataratas del Niágara y el lago Ontario con los viñedos cubiertos de nieve.

Pero el colmo de la modernidad de los vinos de hielo canadienses se sitúa en la bodega Jackcon-Triggs creada en el año 2000 y cuya arquitectura de vanguardia seduce a los visitantes que, tras pagar religiosamente su entrada, disfrutan de unas instalaciones de ensueño donde el auténtico protagonista, como no podía ser de otra forma, es el vino y el terruño donde se ubica el viñedo.

Don Triggs y Allan Jackson han conseguido crear un espacio donde la naturaleza más primitiva se funde con el concepto más “in” de una arquitectura de espacios abiertos que con sus grandes cristaleras parece abrazar un paraje tan extraordinario como el que circunda la península de Niágara.

Argentina amplía su oferta

Aunque Argentina no es un país donde abundan los vinos especiales y licorosos, la ampliación de la oferta por bodegas tradicionales como Lagarde, ubicada en la zona alta del río Mendoza, hacia vinos de vendimia tardía es un ejemplo de hacia dónde van.

Lagarde es una bodega tradicional que catalog de 1897 y donde la estructura del edificio, con viñedos centenarios y patio central, contrasta con la tecnología más avanzada en la elaboración de sus 1,6 millones de litros, muchos de los cuales reposan en las 900 barricas, el 85 por ciento francesas, que componen su parque.

Con un 80 por ciento de moscatel y un 20 por ciento de viognier, Lagarde elabora su Henry Cosecha Tardía, tan tardía, que la vendimia llega en ocasiones hasta el mes de mayo cuando es en marzo cuando las faenas de recogida de la uva se generalizan en este país. El vino llega a portar hasta 360 gramos de azúcar por litro merced a su concentración de azúcares y permanece 17 meses en barrica tras su fermentación en ella. Un segundo vino, el Lagarde Espumante Dolce Bianco, elaborado con uva moscatel, es otra de sus ofertas.

Plantar una pica en Chile

Miguel Torres fue la primera bodega española de renombre que se asentó también en tierras chilenas, concretamente en el Valle del Curicó, en 1979. Su vino más emblemático es el Riesling Vendimia Tardía, un vino cuyas uvas han seguido un proceso de maduración en el que la botrytis ha pasificado y ennoblecido los racimos de manera parecida a lo que ocurre en la zona francesa de Sauternes. Una crianza en roble durante nueve meses termina por redondear un producto original, en la línea de innovación de la empresa.

Un proceso similar sigue Undurraga Late Harvest, un vino elaborado con la uva semillon, la perla de Sauternes, cosechada manualmente durante el mes de junio tras haber sufrido el “ataque” de la botrytis y permanecer en barrica durante seis meses.

La bodega fue fundada por Francisco Undurraga durante el siglo XIX con plantas traídas personalmente desde Francia y Alemania hasta Talagante, a 34 kilómetros de Santiago de Chile, en el corazón del Valle del Maipo.

Concha y Toro, la tercera empresa vitivinícola más importante del mundo tras Gallo y Hardy´s, no podía quedar la margen de los vinos especiales. De esta forma, presenta su vino Late Harvest Maule elaborado con sauvignon blanc y con sólo 50 gramos de azúcar. La bodega fue fundada en 1883 por Melchor Concha y Toro, político y empresario de gran influencia en el país y en la historia de la vitivinicultura chilena.

El Grupo Cetto en México

El grupo L.A. Cetto se estableció en México en los años 30 y, desde entonces, se ha distinguido como el grupo más grande y dinámico de cuantos trabajan en el sector vinícola de ese país. Durante Vinoble, la empresa ha presentado cuatro vinos especiales que, con excepción del Passito, elaborado con uva moscatel pasificada, y que ha permanecido en barrica durante ocho años tras ser encabezado con alcohol vínico, y un vino dedicado a consagrar, se encuentran en fase experimental. El Passito, de tirada muy limitada, es vendido casi en su totalidad en México y Estados Unidos a un precio aproximado de 35 euros.

Además del vino dedicado a la consagración, con 16,5 grados y elaborado en su totalidad con uva palomino, Cetto ha sorprendido con un ensamblaje de zifandel y syrah en un vino de licor de 18 grados y un moscatel ottonel encabezado con brandy.

Pisano y la originalidad uruguaya

Bodegas Pisano fue inaugurada en la ciudad de Canelones, cerca de Montevideo, en 1924, diez años después de que el italiano Césare Secundino Pisano plantara los primeros viñedos. Con una elaboración total de 450.000 botellas al año, la bodega ha apostado por un vino de vendimia tardía llamado Fábula elaborado con viognier y torrontés con sobremaduración y, en algún caso, con algo de botrytis que porta 120 gramos de azúcar por litro.

Su segunda opción, es el Licor de Tannat, la uva uruguaya por naturaleza que se elabora son mayor insolación sobre la cepa desfoliada hasta causar deshidratación y pasa entre seis y ocho meses en barrica.          

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