Vinos del mundo
Australia
Fecha Publicación Revista: 01 de noviembre de 2015
Fecha Publicación Web: 21 de enero de 2016
Revista nº 475

El rápido desarrollo de la viticultura australiana, auspiciado por incentivos gubernamentales y exenciones de impuestos, está además avalado por el proyecto Strategy 2025 –elaborado en 1996–, en el que se trazaron las directrices para llegar a ser la principal industria vinícola mundial en 2025. Los primeros años funcionaron incluso mejor de lo esperado, pero en la actualidad, cuando los excedentes pueden acumularse al estabilizarse la demanda mundial, tal vez sea el momento de replantearse los objetivos.
El punto de inflexión del vino australiano lo marcó la visita a Europa de Max Schubert (1950) director del gigante Penfolds. En España y Portugal se familiarizó con las técnicas de elaboración del jerez y el oporto y en Francia con los métodos de elaboración de los vinos de Burdeos, técnica que incorporaría para producir vinos con capacidad de envejecimiento. Utilizó syrah, y la añada de 1951 vio la primera experiencia del que se convertiría en Penfolds Grange Hermitage, el vino mítico del hemisferio sur. No obstante, como se apartaba tanto de los vinos generosos dominantes, la propia compañía mandó parar su producción en 1957; Schubert siguió haciéndolo por su cuenta y Penfolds autorizó su continuación –a primeros de los 60– cuando se vio la evolución de las primeras añadas.
Desde 1961 Grange se produce con uvas de Barossa y una crianza de 18-20 meses; en algunas cosechas se le añade un pequeño porcentaje de cabernet, pero a quien esto escribe se le cayó el alma a los pies cuando John Duval, el sucesor de Schubert, declaró al Wine Spectator que tanto él como su creador le añadían también polvos de taninos tras la fermentación. La producción de Grange está alrededor de las 10.000 cajas y su precio en torno a los 400 $; y aunque su privilegiado estatus se ve amenazado por una nueva generación de vinos de culto australianos, se ha convertido ya en un mito por su larga historia y probada capacidad de envejecimiento.
El despegue
Tras la iniciativa de Schubert empezaron a elaborarse vinos tranquilos –el famoso Bin 707 Cabernet Sauvignon, entre otros–; las bodegas produjeron blancos y tintos de estilo moderno, descubrieron nuevas zonas vinícolas y el potencial de variedades –syrah, riesling, garnacha, monastrell–, estas últimas plantadas desde hace décadas en cantidades estimables y con un significativo número de viñas muy viejas.
Hoy Australia produce todos los estilos de los grandes vinos del mundo más alguno propio y original, y cuenta con unas 1.700 bodegas que sacan al mercado más de 10.000 marcas, pero curiosamente el 80% de su producción está en manos de cuatro grandes compañías, el famoso grupo de las llamadas Big Four (las Cuatro Grandes): Southcorp, fundada en 1844, produce 1/3 de todo el vino del país; Orlando Wyndham –pertenece a Pernod Ricard– son los dueños de Jacob’s Creek, el vino más vendido de Australia.
BRL Hardy, una de las 10 empresas vinícolas más grandes del mundo, controla el 20% del mercado australiano, y Beringer Blass, propietarios de populares marcas como Black Opal, Greg Norman Estates, o Wolf Blass. Debido a este inusual fenómeno el vino australiano presenta esa dicotomía entre las grandes corporaciones con sus innumerables marcas, y un sinfín de pequeños productores, algunos casi artesanales, conocidos como “boutique wineries”.
Variedades, clima y estilos de vino
La viticultura australiana permite todo tipo de mezclas –de variedades y zonas– aunque ambas deben constar en la etiqueta, bien en porcentajes o en orden decreciente de su presencia en el vino. El único requerimiento es la veracidad en el etiquetado bajo control del Label Integrity Program (LIP) en vigor desde 1990.
Este hecho, unido a la inmensidad del país, hace difícil hacer generalizaciones y valorar el impacto real de la climatología, pero se puede decir que las regiones vinícolas australianas son generalmente calurosas, con las mejores zonas situadas en la misma latitud que el sur de España y Marruecos, lo que da lugar a un clima cálido de tipo mediterráneo en el que es fácil cultivar la vid. Sin embargo, la búsqueda de climas más frescos en viñas de mayor altura, o bien más al sur y en la isla de Tasmania, es una de las constantes de los últimos años. Australia ha conseguido crear estilos de vino propios con las viníferas europeas. Tiene más de 30 variedades francesas, italianas españolas –hasta graciano– y portuguesas. Incluso cuenta con plantaciones de zinfandel, aunque la variedad más extendida es la syrah (1/3 del total y en todas las regiones).
Cuando el país empezó a producir vinos de mesa volvió sus ojos hacia la más famosa cabernet minusvalorando el potencial de su principal uva, y no fue hasta los 70 y 80, con el éxito de los vinos de Barossa, en que los bodegueros empezaron a valorar el enorme tesoro enológico que representan esas viñas viejas de syrah con las que ahora producen desde varietales baratos de excelente relación calidad-precio hasta grandes, poderosos y carísimos tintos, y espumosos y generosos al estilo del oporto (llamados también port). Entre las blancas destaca la ubicua chardonnay – produce vinos de todos los estilos y segmento de precios–, seguida por riesling, semillón, sauvignon blanc, muscadelle (también conocida como tokay), moscatel de grano menudo y moscatel de Alejandría –que aquí denominan muscat gordo blanco– ambos usados en la producción de excelsos vinos dulces.
Indicaciones Geográficas
Las regiones vinícolas -Geographic Indications (GI)- protegen los límites geográficos que marcan, pero no tienen ningún otro requerimiento en cuanto a variedades, rendimientos, prácticas enológicas, etc. El único requisito es que el vino provenga en un 85% de las viñas de la región. La GI puede abarcar una región genérica, regiones de personalidad más definida y subregiones dentro de ellas. Así, para cumplir con los requerimientos europeos de una nomenclatura geográfica, se creó la macrodenominación South Eastern Australia que comprende los estados de Nueva Gales del Sur y Victoria, toda la isla de Tasmania y las partes de Australia del Sur y Queensland que cuentan con viñas.
En total, esta denominación engloba viñas con una distancia entre ellas mayor que la que hay entre Madrid y Berlín, lo que da idea de la laxitud del término. Asimismo, todos los estados recibieron también su propia Indicación Geográfica. Hoy Australia cuenta con más de 30 indicaciones y otras tantas en proceso de aprobación y aunque para la mayoría no tiene más sentido que proveer de un marco geográfico, algunas ya muestran una personalidad reconocida entre los aficionados. Hunter Valley, Barossa, Clare Valley, Clarendon, Coonawarra, Eden Valley, McLaren Vale, Rutherglen, Yarra Valley o Margaret River, empiezan a ser familiares.
Nuevos vinos de culto
En un país con una industria vinícola tan joven y con cambios tan vertiginosos elaborar una relación de los mejores productores es a la vez necesario e imposible pues cualquier lista queda anticuada en pocos meses por la aparición de nuevas bodegas. La mayoría son propiedad de alguna de las cuatro grandes y se embotellan en marcas genéricas de gran volumen que tienen también nombres como Bin 65 o Vat 47, muy frecuentes en Australia y que hacen referencia solamente a lotes de almacenamiento o contenedores donde se originó la marca, muchas veces ni siquiera reales.
Los vinos más económicos no tienen una gran personalidad, pero ofrecen un mìnimo de calidad casi asegurado y una envidable regularidad. Los de precio intermedio ya son vinos de más empaque y una buena muestra de los personales estilos que Australia es capaz de ofrecer. El apartado de los grandes vinos lo inauguró Grange; posteriormente otras bodegas se adentraron por el mismo camino y pronto el país tuvo un grupo restringido de vinos de elite que hoy constituyen lo que podríamos llamar “la vieja guardia” frente a los jóvenes surgidos en los últimos años.
Al igual que en California, en Australia también existe la categoría de “vinos de culto”, concepto que antes solo se podía atribuir al Grange. No ha sido ajeno a ello el tremendo crecimiento de las importaciones australianas en Estados Unidos, ni sobre todo el apoyo incondicional recibido por parte de la crítica norteamericana y en especial por el influyente Robert Parker, que les ha dado elevadísimas puntuaciones, incluidos varios 100, disparando sus precios hasta niveles incluso mayores que el Grange.
Se producen en pequeñas cantidades, están elaborados en su mayor parte con syrah de viñas viejas y bajos rendimientos. Al haberse situado en la elite mundial –ayudados por sus bajas producciones y altas puntuaciones–, desaparecen del mercado y sólo pueden encontrarse en subastas y cartas de restaurantes.
Concursos y curiosidades
La viticutura australiana tiene otros rasgos especificos, y quizás el más característico es la gran preparación técnica de sus enólogos. Cuenta con algunas de las más reputadas escuelas de enología –Roseworthy Agricultural College-, (fundada en 1883) hoy parte de la Universidad de Adelaida; por sus aulas han pasado los mejores enólogos australianos y neozelandeses que han extendido por todo el mundo el evangelio de la enología higiénica y sin defectos. El vino australiano, sobre todo en su vertiente varietal más comercial, puede que no levante pasiones pero está bien hecho y mantiene un mínimo de calidad a muy buen precio.
De esta pericia técnica y el hecho de que en el hemisferio sur se vendimia en los primeros meses del año, nacieron los “flying winemakers” o enólogos volantes, contratados como asesores durante la vendimia en el hemisferio sur por bodegas de Francia, España, Italia y hasta de Estados Unidos influyendo también en la viticultura. El invento de la bag-in-box (caja de varios litros provista de una bolsa hermética y un grifo) es otra contribución australiana; sus ventas representan más de la mitad del vino comercializado en el país. La industria vinícola ha adoptado de forma entusiasta los tapones de rosca, en especial para sus vinos blancos.
Otro rasgo definitorio de la industria australiana es su afición a los Wine Shows. Las medallas y menciones a los vinos ganadores tienen una gran influencia en las ventas, sobre todo a nivel nacional. En consecuencia, y debido en este caso a la influencia de las puntuaciones de los periodistas, han desarrollado un paladar y un estilo propios al que las bodegas se intentan adaptar para ganar los concursos. El resultado son vinos muy bien hechos y limpios que aúnan suavidad con carga frutal de inmediata gratificación, a expensas en muchos casos de una mayor tanicidad, estructura y complejidad aromática, sobre todo en los segmentos bajo e intermedio.
Cabe reseñar también que los restaurantes australianos tienen una de las políticas más liberales con respecto al vino. Algunos no cobran por permitir que los clientes lleven su propio vino y otros añaden el “corkeage fee”, una pequeña cantidad por el descorche y servicio. Por último, señalar que una reputada bodega de Barossa, Nuriootpa High School, cuyos vinos han recibido excelentes críticas, pertenece a un instituto de enseñanza media y son los propios alumnos los que elaboran el vino.
Regiones vinícolas
1. Australia occidental
Es el mayor estado del país y cuenta con varias zonas vinícolas; comenzó elaborando vinos de postre y vinos blancos –chenin blanc, semillón, muscadelle-. La producción de tintos ha adquirido notoriedad, sobre todo los de su principal Indicación Geográfica, Margaret River.
2. Australia meridional
Su producción vinícola se concentra en el rincón sureste, en las zonas adyacentes a su capital, Adelaida. Ha sido el último estado en incorporarse a la producción de vinos de calidad pero se ha convertido en líder indiscutible, con reputadas regiones como Barossa*, la zona más conocida del país.
3. Nueva Gales del Sur
Es la cuna de la viticultura australiana. Produce dos tercios del vino del estado y cuenta con regiones emergentes como Mudgee, Orange y Cowra, aunque el histórico Hunter Valley es su principal región vinícola, con producción destacada de monovarietales de semillón.
*Así la bautizó el coronel británico William Light quien había combatido en Chiclana (Cádiz) en la batalla de igual nombre en 1811, como remembranza por su parecido.
4. Victoria
Es el más variado de los grandes estados productores de vino. Blancos de chardonnay y pinot gris; tintos de cabernet, syrah y pinot noir así como algunos de los mejores espumosos del país. Cuenta con más de 15 subzonas, algunas de creciente prestigio como Grampians, Heathocote y Yarra Valley. Mención especial merecen los vinos dulces de Rutherglen.
5. Tasmania
La viticultura de la isla –con un centenar de bodegas– es aún una promesa en cuanto a vinos de calidad, aunque con un gran potencial por la diversidad de suelos y buen clima. En la región están produciendo varitales de pinot noir, riesling, chardonnay y vinos espumosos.