Viaje Nueva Zelanda
Paraíso austral
Autor: Enrique Domínguez Uceta
Autor Imágenes: Enrique Domínguez Uceta y Tourism New Zealand
Fecha Publicación Revista: 01 de enero de 2014
Fecha Publicación Web: 23 de agosto de 2015
Revista nº 452-453

El país posee un fabuloso esplendor natural, las montañas nevadas llegan casi hasta el mar, las praderas rodean gigantescos bosques autóctonos, y los volcanes emergen creando lagos hirvientes.
El sur del país se encuentra cerca de la Antártida, y el norte es parecido a la Polinesia Francesa. Los glaciares de los Alpes del Sur conviven con las aguas termales de Rotorua, con geiseres de 30 metros de altura, cráteres y fumarolas. Y todo comprimido en un territorio escueto, poco más de media España, repartida en dos islas, Norte y Sur, escasamente pobladas.
La sociedad ha construido un paraíso de tranquilidad y de modélica convivencia entre la cultura anglosajona de los colonizadores y la tradición de la población maorí, que ha logrado el mayor nivel de derechos de una población nativa en el mundo. Nueva Zelanda también fue el primer lugar del planeta donde votaron las mujeres, y sigue siendo modélico defensor de los derechos humanos. La idílica convivencia se extiende a la protección de la naturaleza, convirtiendo al país en un ejemplo de desarrollo sostenible.
La belleza natural del mediodía
La Isla Sur es un escenario natural casi despoblado, donde es posible disfrutar intensamente de la relación con el paisaje. La baja densidad humana fomenta la autosuficiencia y la amabilidad con la que se acoge a los forasteros. El país es ideal para recorrerlo en coche o en motorhome, sin prisas ni riesgos, disfrutando de las numerosas maravillas que atesora, entre las que destacan, en la Isla Sur, la observación de ballenas, el monte Cook, el tren Tranzalpine, los fiordos del suroeste, el parque nacional Abel Tasman, Fiorland y las ciudades de Christchurch y Dunedin.
Ahora es verano en Nueva Zelanda, época ideal para visitar el país, cuando acuden millares de delfines a la bahía de Kaikoura y es posible bañarse con ellos. En las mismas aguas se pueden observar durante todo el año los gigantescos cachalotes residentes, que cazan calamares gigantes a mil metros de profundidad. Más tranquila resulta la experiencia del Tranzalpine. Un tren que cruza de costa a costa la Isla Sur, desde la británica Christchurch al litoral del mar de Tasmania, atravesando los Alpes del Sur al pie del monte Cook, en uno de los trayectos de ferrocarril más espectaculares del mundo, circulando por viaductos de madera sobre desfiladeros nevados.
A los neozelandeses les gustan los deportes de aventura que les apartan de su apacible vida cotidiana. Ellos han inventado el jetboating con lanchas especiales que vuelan a casi cien km/h sobre las aguas de los ríos entre altos acantilados. Les gusta el puenting y el rafting y el kayak, que es el medio idóneo para conocer la costa marina en el parque Abel Tasman. En camión se pueden recorrer los 32 kilómetros de la salvaje punta arenosa de Farewell Spit, un remoto paraíso de aves, de pureza sólo comparable a las montañas y lagos cubiertos por la selva fría del Fiordland National Park, en cuyos fiordos se refugia la indómita naturaleza austral.
Las grandes ciudades, Wellington, la capital, y Auckland, asomada a dos océanos, paraíso de la vela, se encuentran en la Isla Norte. La vitalidad urbana contrasta con la belleza de los paisajes polinésicos del norte y con los descomunales bosques autóctonos que rodean el lago Waikaremoana.
Su original vegetación ha sido protagonista de la trilogía de El Señor de los Anillos y El Hobbit, y se pueden visitar los escenarios en que se rodaron, práctica conocida como “movie tourism”.
Rotorua es la ciudad de los volcanes y los lagos, donde cada casa tiene agua caliente natural procedente del subsuelo ardiente que ha generado las zonas termales de Kuirau Park, con sus balsas de barro hirviente, y de Waiotapu, con lagos anaranjados como Champagne Pool, y un festival de colores naturales en Artist’s Palette.
Una nutrida despensa
Los vinos de Nueva Zelanda han adquirido reputación mundial. El viaje puede combinar las maravillas de la naturaleza con la visita de los viñedos y bodegas. En la Isla Sur hay que recorrer los campos de sauvignon blanc de marlborough y los de pinot noir y gris de Central Otago. En la Isla Norte, las viñas de chardonnay dominan Gisborne, las de pinot gris los paisajes de Martinborough, y las de cabernet en Auckland Waiheke Island y en Hawkes Bay, donde se encuentra Napier, una de las ciudades art decó más bellas del mundo.
A primera vista, Nueva Zelanda no es un país para comer fuera de casa. Abundan los puestos de venta de alimentos cocinados para llevar, los extendidos take away que ofrecen fish and chips y se encuentran a la entrada de todas las ciudades y pueblos. En contraste, cuenta con una colección de buenos restaurantes que practican una cocina de temporada, con excelentes materias primas y elaboraciones que respetan la calidad del producto. La base de la tradición culinaria británica se ha enriquecido con las modernas tendencias europeas y las influencias de China, Tailandia, Vietnam y Japón.
Alejados del mundo, los neozelandeses se autoabastecen con hortalizas orgánicas, magníficos pescados frescos y sensacionales carnes de pasto, en un país donde cuentan con 2,5 vacas y 10 ovejas por habitante. Aprecian las ostras de los alrededores de Auckland y las ostras Bluff de las aguas frías de la Isla Sur, las sabrosas vieiras, la langosta, el abulón (variedad de ostra), que llaman paupa y moluscos propios como los pipi y tuatúa, y que toman con un buen sauvignon blanc. Los chardonnay son adecuados para los pescados más abundantes, el bacalao azul fresco de la Isla Sur, el pargo, el salmón, o el popular hoki.
El cordero neozelandés quizá sea uno de los mejores del mundo, y se toma joven, a la parrilla o al horno, y adulto con la fórmula colonial goose, una pierna de cordero preparada a fuego lento. Asado o en deliciosas chuletas, siempre conviene acompañarlo con los pinot noir de Central Otago y de Wairarapa o los syrah de Hawke’s Bay.
La carne de vacuno tiene una calidad semejante, procedente de los pastos frescos en que se alimentan las reses, con buenas opciones para degustar un beef tartare o la carne de wagyu, aunque las islas aportan también carnes de pato y de venado de gran calidad. Hay que probar el hangui el plato típico maorí, que prepara pescados o carnes con verduras y kumara, la patata dulce, dentro de un cesto que se entierra sobre piedras calientes para que se cocine durante seis horas.
El postre más extendido recibe el nombre danzante de paulova, un merengue crujiente por fuera y tierno en su interior que se cubre de frutas o bayas. El kiwi es la fruta nacional, llegada desde China, a la que pusieron el nombre del ave autóctona con la que los neozelandeses se han identificado, y ahora se llaman a sí mismos kiwis.
Las mejores mesas
En Auckland es indispensable visitar la elaborada cocina de Sidart (283 Ponsonby Road) donde el chef Sid Sahrawat desarrolla su talento en libertad después de brillar trabajando para otros. Los martes ofrece menús degustación especiales y de miércoles a sábado abre la Chef’s Table de la cocina, donde se aprecia de cerca su trabajo. The Grove (St. Patrick’s Square, Wyndham Street) compagina técnica francesa y calidad de producto. Un local de gran interés es Depot (86 Federal St.) donde Al Brown ofrece extraordinarios productos crudos, ostras y almejas, y algunos cocinados, servidos de manera rápida, divertida y exquisita.
Quien busque los lugares más formales puede probar la cocina francesa en The French Café (210 Symonds St.), la fusión oriental y europea de Kazuya (193 Symonds St), o las especialidades neozelandesas en Cibo (St. Georges Bay Road, Parnell).
En la isla norte, fuera de Auckland, hay lugares recomendables como Wharekauhau Country Estate, en la región vinícola de Martinborough, famoso por la calidad del cordero texel criado en la zona y por sus vinos. En Wellington cuentan con un templo de los pescados de calidad en Martin Bosley’s Yacht Club (103 Oriental Parade), cocina de mercado tratada con la máxima delicadeza y respeto frente a un espectacular panorama. En la ciudad, Logan Brown (192 Cuba Street) tiene una excelente oferta de productos marinos que incluye abulón, cangrejo waikanae, y tuatúa (almejas surf).
En la Isla Sur se encuentran buenas mesas en Queenstown, donde destaca Amisfield, (10 Lake Hayes Road), un sencillo local de cocina de mercado con un excelente cordero, y el hotel The Rees (377 Frankton Road) que prepara el menú True South, un depurado extracto de las exquisiteces de la isla. En Christchurch, la mejor oferta está en Pescatore (50 Park Terrace) del hotel The George. Aún más al sur, en Oamaru, no conviene perderse la cocina de Riverstone Kitchen (1.431 State Highway 1, RD 5H), ni los pescados que elabora Fleur Sullivan en Fleur’s Place (169 Haven St), en la bahía de Moeraki.
Aunque los mejores recuerdos acaso se logren dejando caer la tarde frente al mar de Tasmania, en una playa desierta, degustando un sencillo plato de fish and chips con una copa de chardonnay frío frente a la puesta de sol, compartida con las aves marinas y las nubes del otro lado del mundo.
Guía Práctica |
Cómo llegar No hay vuelos directos desde España. Son necesarias dos escalas y 30 horas de viaje para recorrer los 18.000 kilómetros que llevan hasta Nueva Zelanda, volando con Aerolíneas Argentinas, British Airways, Korean Air o Air New Zealand. |
Donde dormir Auckland Máxima calidad y confort en un hotel de sólida reputación y servicio impecable, próximo a la zona del Waterfront. Desde 163 euros. Wairarapa Esta casa de campo reúne lo mejor de la hostelería neozelandesa para disfrutar de una excelente cocina y de un entorno idílico a un paso de los viñedos de Martinborough y de Marlborough. Desde 141 euros. Queenstown Magnífico hotel en las afueras de la ciudad sobre el lago Wakatipu con vistas a los Alpes del Sur. Lujo, tranquilidad y gran cocina con la hospitalidad meridional. Desde 182 euros. Christchurch La excelencia en un hotel boutique formidable, con gran cocina y el servicio insuperable que se logra con un empleado por cada cliente. Desde 282 euros. |
Dónde comer Auckland Tras alcanzar la máxima calidad, el chef Sid Sahrawat ha emprendido el camino de la creatividad para alcanzar la plenitud. Imprescindible. Auckland El chef Benjamin Bayly emplea técnicas modernas de cocina sobre los mejores productos locales con el máximo refinamiento. Auckland Especializado en excepcionales productos crudos, ostras y almejas, del chef Al Brown, que sirve también productos elaborados en un ambiente informal y selecto, con buena bodega y vino por copas. Auckland Cocina clásica francesa con técnicas modernas aplicada a los productos locales, la extensa bodega completa una oferta de sólido prestigio. Wellington Exponente de la mejor cocina de mercado con especial atención a los pescados frescos tratados con la máxima delicadeza frente a una espectacular vista del puerto. Wellington En la ciudad, el restaurante lleva lo mejor del mar a sus mesas, incluyendo paua (oreja de mar), cangrejo waikanae, y tuatúa (almejas surf). Queenstown Un sencillo local de cocina de mercado con un excelente cordero, reconocido como el mejor restaurante en bodega del país, ideal para conocer los vinos de Central Otago. |