Viaje a Croacia
Horizonte continuo
Autor: Eric Saavedra
Fecha Publicación Revista: 30 de septiembre de 2016
Fecha Publicación Web: 02 de octubre de 2016
Revista nº 486

Croacia es un país en curva en el que si quisiéramos viajar en línea recta estaríamos obligados a salirnos de la Unión Europea y cruzar por Bosnia Herzegovina. Cosas de la geopolítica. Una vez en la costa, se comprende el porqué de su atractivo turístico: climatología agradable, paisajes emocionantes e islas infinitas. La historia tampoco desmerece.
Sus rocosos suelos fueron pisados por fieros piratas ilirios, sustentaron un oligopolio mercantil veneciano y no se tambalearon bajo el paso de Napoleón Bonaparte; también han sido testigos de refriegas durante la II Guerra Mundial y resistieron crudos envites en la guerra europea más cruda de la posguerra.
Y como si los precedentes convulsos no fuesen si no una parte más de su atractivo, se trata hoy de un país muy seguro que recibe turistas a espuertas con los brazos abiertos.
Alojamientos particulares
La ciudad de Split -el puerto más importante de la zona- ofrece al viajero la monumentalidad del Palacio Diocleciano, de la Plaza de la República y la belleza de su casco viejo, donde llama la atención la espontaneidad de su gente, sin ese hostigamiento comercial que podría esperarse en un enclave tan turístico.
Vale la pena tomar café y una copa de marrasquino en alguna plaza y dejarse llevar por el sonido de la klapa, un estilo tradicional de canto a capela por grupos de amigos. En el puerto, un constante tráfico de cruceros (una proporción considerable de los visitantes no hace noche en tierra, sino en los barcos amarrados), es posible contratar diferentes itinerarios a las espléndidas islas del Adriático.
Por otra parte, a consecuencia de la escasez de camas hoteleras y la creciente demanda, las autoridades permiten que un importante número de residencias particulares –siempre bajo un estricto control administrativo– ofrezca habitaciones a los turistas. Una vía que puede resultar más económica que un hotel convencional y permite un contacto real con los ciudadanos del país. (Más información en adriatic.hr y apartmani-hrvatska.com).
La máquina del tiempo
En ruta hacia occidente se encuentra la isla de Trogir, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, enclave donde se combinan 2.000 años de civilizaciones en poco más de 1 km². Prosigue el viaje por la ruta costera en vez de tomar la autopista hasta Zadar –zona de influencia del marrasquino, el famoso licor de cerezas marrascas–, reservando la ciudad de Šibenik y su catedral de Santiago para el retorno.
El camino del litoral permitirá, además, visitar localidades como Biograd na Moru –capital medieval del Reino de Croacia–, carne de novela histórico-esotérica, donde el viajero puede dedicarse a la búsqueda de las misteriosas huellas de los caballeros templarios que la gobernaron.
Zadar es una ciudad densa y monumental, pero de talante moderno y con gran ambiente. Desde su pasado liburno y romano, cuyos rastros quedan patentes en el foro urbano, hasta un moderno juego de luces electrónicas llamado Saludo al sol –cuya banda sonora queda a cargo de un órgano marino que funciona al capricho de la marea–, se advierte que ha restaurado su sustancia histórica a golpe de determinación.
Zadar, que fue prácticamente destruida durante la II Guerra Mundial (se la llamó la Dresde del Adriático), ofrece hoy capas superpuestas de hitos temporales en iglesias, columnas y edificios, prácticamente todos ellos con un fin pragmático, algunas veces prosaico: una cafetería que da a una capilla de la baja Edad Media o la iglesia de San Donato, de soberbia acústica, que sirve de sala de conciertos.
De roca y sal
La primera escala hacia el oeste –zona más estéril de suelos pedregosos– es la localidad de Pag, donde se produce el exclusivo queso Paški sir, elaborado con leche de ovejas autóctonas que pastan en libertad y se alimentan de las hierbas aromáticas rociadas por la bura, viento marino cargado de salinidad. También es muy conocida su manufactura, un carísimo tejido ornamental de complicada confección artesanal cuya técnica ha sido declarada Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad.
Pag y Novalja, son ciudades mucho más activas en verano (cerca se encuentra la magnífica playa empedrada de Zrce). Son dignos de visitar el asentamiento original de la isla, las salinas locales y el acicalado pueblo de Nin, baluarte del alfabeto glagolítico y del idioma ruteno, repleto de curiosas ruinas como la Iglesia de la Santa Cruz –la catedral más pequeña del mundo– y cuyas impactantes salinas Solana tienen reputación internacional.
Camino de la ciudad amurallada
En el trayecto hacia Dubrovnik se encuentra Makarska, localidad ubicada a la sombra de las montañas Biokovo y con un importante muelle deportivo; el monasterio franciscano –con una impresionante biblioteca de incunables–, el palacio barroco Ivanisevic o la catedral de San Marcos, son algunos de sus monumentos más emblemáticos; también están próximos dos lugares –aunque no pertenecen a Croacia– sino a Bosnia y Herzegovina: Meðugorje y su conocido santuario, lugar de peregrinaje mariano, y el bello enclave de Neum, en la Costa Dálmata, el único pueblo costero del país vecino al que está unido por un corredor –otra vez la geopolítica– que atraviesa la carretera hacia Dubrovnik y en el que se produce, por así decirlo, una servidumbre de paso internacional.
Dubrovnik, la Atenas Dálmata, es la fotogénica ciudad amurallada circundada por robles que prácticamente penetra en el mar y que durante 6 meses (1991-1992) fue asediada por tierra, mar y aire. En el Stradum, la vía principal de la ciudad antigua, y aledaños, se concentra la mayor parte de su oferta gastronómica.
Hay que tener en cuenta que es uno de los números turísticos más importantes de la región (con unos de 50.000 habitantes hay cerca de 400 restaurantes, elevadísima proporción para Croacia) por lo que la delicadeza con el turista es menor que en lugares como Split o Zadar.
En líneas generales, comparar la gastronomía croata con otros entornos culinarios más desarrollados es injusto. La cocina dálmata es sencilla, por lo general ajena a las vanguardias, con una importante presencia de productos marinos.
Las carnes marinadas en guisos, como con el popular plato dálmata llamado pašticada, resultan habituales. El aceite de oliva, el pan y el chocolate son productos muy destacados. También existe una influencia palpable de la cocina italiana en el modelo hostelero de todo el país.
Guía práctica |
Cómo llegar
Lufthansa ofrece vuelos de línea regular desde Madrid y Barcelona a Split (a partir de 240 €), mientras que distintas compañías low cost y chárter ofrecen trayectos menos frecuentes al aeropuerto de Dubrovnik.
|
Dónde comerParadox — Split Interesante establecimiento cuyo leitmotiv gastronómico principal gira en torno de los vinos y de los quesos. (35 €) Senjska — Split Restaurante familiar enclavado en el distrito de Varoš en el que destacan las parrilladas marineras y algunos platos de origen italiano. (30 €) Pet Bunara — Zadar Cocina tradicional dálmata. Carnes y platos marineros. Uno de los mejores establecimientos de la ciudad. (35 €) Konoba Branimir — Nin Con magnífica situación y vistas, es un restaurante de cocina sencilla y raciones abundantes. (20 €) Pantarul — Dubrovnik Moderno y desenfadado, con una carta breve y una relación calidad-precio más que adecuada. (25 €) Zuzori — Dubrovnik Interesante cocina de autor con ciertos toques vanguardistas, lejos del bullicioso Stradum. (30 €) |
Dónde dormirHotel Vestibul Palace — Split Hotel-boutique al abrigo de las murallas del Palacio Diocleciano. Hab. doble desde 90 € Hotel Bastion — Zadar Hotel de lujo. La elección de muchos famosos que visitan Zadar. En su interior está el restaurante Kastel, quizás el más vanguardista de la ciudad. Hab. doble 100 € Gourmet Kalelarga — Zadar Dispone de 10 habitaciones temáticas muy confortables. (Hab. doble 150 €). La oferta del restaurante homónimo es de gran calidad basada en los productos de temporada; tiene una excelente repostería y una bien provista bodega. (70 €) Villa Dubrovnik — Dubrovnik Magnífico hotel con unas vistas impresionantes del Adriático. Dispone de una playa semiprivada y de un digno restaurante. Hab. doble desde 200 € |