Tempranillo
Engañoso líder mundial de crecimiento
Autor: Helio San Miguel
Fecha Publicación Revista: 01 de mayo de 2015
Fecha Publicación Web: 04 de marzo de 2016
Revista nº 469

Hace veinticinco años, justo cuando arrancaba en España lo que a la postre se ha convertido en nuestra más importante revolución vinícola todavía hoy en pleno desarrollo, el viñedo mundial presentaba una imagen radicalmente distinta de la actual. En ambos casos España es el país con más hectáreas de viñedo del mundo, pero ha pasado de alrededor de millón y medio al millón.
Aún más sorprendente es el cambio en la distribución de esas viñas. En 1990 la airén manchega era la variedad más plantada del planeta, seguida de nuestra garnacha. La casi desconocida rkatsiteli, de Rusia y otros países del este de Europa, se alzaba con un tercer puesto. En cuarto lugar estaba sultana o thompson seedless, seguida de trebbiano o ugni blanc (en su Italia natal y en Francia), y cariñena (sobre todo en Francia). Merlot, cabernet sauvignon y las españolas monastrell y bobal completaban la lista de las diez variedades más extendidas, mientras que la tempranillo solo ocupaba el puesto 24.
En 1996, según los datos de Guide to Wine Grapes, de Jancis Robinson, airén tenía todavía 423.100 hectáreas y la garnacha 317.500 (la gran mayoría en España); cariñena con 244.330 saltaba al tercer puesto y trebbiano, con 203.400, al cuarto. Merlot era la quinta con 162.200 y cabernet sauvignon la sexta, con 146.200. Completaban la lista monastrell con 117.800, bobal con 106.200 y la tempranillo, que había saltado a la décima posición, con 101.600 aunque todavía era quinta en el escalafón nacional y cuarta entre las tintas. Chardonnay y sangiovese ocupaban los dos siguientes puestos, mientras que pinot noir y sauvignon blanc estaban en el 18 y 19. La syrah no hacía aún aparición entre las veinte primeras.
Veinte años después, un exhaustivo, documentado y voluminoso estudio (699 páginas), del Wine Economics Research Centre de la Universidad de Adelaida en Australia a cargo del profesor Kym Anderson y su ayudante Nanda R. Aryal, revela que la tempranillo es la variedad mundial con mayor aumento (alrededor del 500%) entre 1990 y 2010, subiendo al cuarto puesto global.
Cabernet Sauvignon y merlot se convierten en primera y segunda, pero su crecimiento no ha sido tan espectacular. Airén cae al tercer lugar (y posiblemente a fecha de hoy haya sido ya superada por la tempranillo) y chardonnay ocupa el quinto. Syrah, cuyo incremento es el único comparable al de la tempranillo, alcanza el sexto. Garnacha y trebbiano caen al séptimo y noveno, mientras que sauvignon blanc y pinot noir ascienden al octavo y décimo, desplazando a monastrell y bobal.
La variedad de la revolución vinícola
Ahora bien, mientras que el crecimiento de las variedades francesas es global, el de la tempranillo se circunscribe sobre todo a nuestro país. Es cierto que aumentan las plantaciones de tempranillo en California y Australia, donde más de 130 bodegas elaboran vino con ella, y que también ha crecido en Portugal donde es conocida como tinta roriz. Sin embargo todos estos viñedos juntos no representan ni un 10% del total. El otro 90% se encuentra en España, donde hay ya más de 200.000 hectáreas.
Este crecimiento de la tempranillo es aún más espectacular si se tiene en cuenta que ha tenido lugar al tiempo que la superficie de viñedo nacional disminuía de forma muy significativa y que las otras variedades negras que la superaban en los años noventa como garnacha, monastrell y bobal, han visto su superficie reducida drásticamente.
Sin embargo y paradójicamente, los vinos de calidad producidos por estas variedades han pasado de prácticamente no existir en 1990 a representar hoy un número muy destacado de los vinos de calidad internacional elaborados en España, lo que ha enriquecido nuestro panorama vinícola de una manera sin precedentes en nuestras historia y ha confinado la producción de vinos de calidad de tempranillo a Rioja, Ribera de Duero, Toro y zonas adyacentes, donde sin embargo la superficie de viñedo de tempranillo no llega a las 80.000 hectáreas (y en ellas no es oro todo que reluce). Esto implica que el resto, más que el total nacional que existía en el año 1990, se encuentra en otras regiones.
Dado que en las zonas mediterráneas y del noroeste la presencia de tempranillo es escasa, la mayor parte de estas nuevas plantaciones ha tenido lugar en Extremadura y sobre todo en La Meseta, en gran medida a costa de la airén. Esto es en sí mismo positivo, pues la tempranillo es muy superior a la airén, pero probablemente no tanto como debiera pues no parece la tempranillo la variedad más idónea para la climatología mesetaria, donde probablemente su mejor salida es la elaboración de varietales baratos.
En conclusión podemos afirmar que en los últimos veinticinco años la tempranillo ha experimentado un crecimiento que solo puede calificarse de histórico. Sin embargo, ese incremento ha coincidido con la revolución vinícola española que ha espoleado de forma muy notable la producción de vinos de calidad en todas nuestras regiones y variedades.
Esto hace que lejos de monopolizar los vinos de calidad españoles tal y como ocurrió durante gran parte de siglo XX y pese a las grandes plantaciones manchegas y extremeñas, hoy nuestros grandes tintos de tempranillo, pese a ser más que nunca, se elaboran casi en su totalidad en Rioja, Ribera del Duero y Toro, dejando prácticamente libres el resto de las regiones, lo que está dotando a nuestro panorama vinícola de una creciente riqueza y diversidad, nunca vistas con anterioridad.