Novedades Nueva York
Bocados a la Gran Manzana
Autor: Helio San Miguel
Fecha Publicación Revista: 01 de enero de 2016
Fecha Publicación Web: 26 de febrero de 2016

Las delis judías son toda una institución en Nueva York; en ellas se comen los típicos bocadillos de pastrami, los bagels, y hay que soportar su pobre servicio, también un rasgo distintivo. Las que tienen más solera son Katz’s –la más famosa y cinematográfica–, Barney Greengrass y Second Avenue Deli. Carnegie Deli, la más turística, está cerrada hasta el verano.
La porción triangular de pizza llamada “slice” es el plato típico de la ciudad (como nuestro pincho de tortilla) y su calidad, un tema continuo de discusión. La mejor y más famosa es Di Fara, pero se encuentra en el lejano barrio de Midwood en Brooklyn, lo que hace difícil el acceso para el visitante ocasional. Sin embargo, Manhattan cuenta con varias también excelentes como Artichoke Basille, Bleecker Street Pizza, Joe’s Pizza, Patsy’s, o Sal and Carmine. También están obviamente las pizzerías que sirven la pizza entera, entre las que merece la pena destacar Lombardi, por ser la primera, John’s, Motorino o Don Antonio.
Hamburguesas, Steakhouses y hot dogs
Sobre cuales son las mejores hamburguesas de la ciudad las discusiones son tan intensas que hasta se hacen votaciones online; ninguna visita a Nueva York debe terminar sin haberlas probado. Y entre las mejores, las del clásico Corner Bistro, la famosa cadena de Shake Shack (sobre todo el puesto de Madison Park, donde empezó todo); las más creativas son las de Umami Burger, la llamada Cadillac de P.J, las de Clarke, Fanelli’s o Brindle Room.
Otra de las instituciones gastronómicas no sólo de Nueva York sino del país entero, son las steakhouses; las más famosas e históricas son Peter Luger y Keens. La primera, fundada en 1887 en Brooklyn, es unánimemente considerada la mejor y su chuletón calificado de sobresaliente. Keens, inaugurada dos años antes, se encuentra en Chelsea y destaca, además de por la calidad de la carne, por su singular decoración, con los techos cubiertos de pipas de fumar. Smith & Wollensky es también un clásico, pero la calidad es algo inferior. Otras opciones son Costata, Porter House New York y Wolfgang’s.
Los hot dogs son parte del paisaje gastronómico de la ciudad, en especial los de Gray’s Papaya; los carritos de comida, sobre todo The Halal Guys en la calle 53 y la Sexta Avenida, –con tanta fama que ya están abriendo restaurantes propios–; la moda del momento, los hot dogs de ramen, entre los que destacan Ippudo, Ivan Ramen, Mu Ramen o Toto Ramen; y los llamados “food halls” o “food courts”, –tipo del madrileño Mercado de San Miguel–, que proliferan por toda la ciudad y representan una alternativa más barata. Eataly, Gotham West, Hudson Eats y Le District, y The Plaza Food Hall son los mejores.
Los grandes clásicos
El famoso Oyster Bar, en Grand Central; Tavern on the Green, en Central Park y el célebre Russian Tea Room son tres grandes clásicos pese a que su cocina no tenga hoy la reputación de antaño. Mención aparte merecen los excelentes The River Café y Four Seasons. El primero, que está en una barcaza bajo el puente de Brooklyn con espectaculares vistas de Manhattan, reabrió el año pasado tras ser destrozado por el huracán Sandy en 2011.
El Four Seasons, situado en el Seagram Building de Mies van der Rohe, diseñado por Philip Johnson y reconocido como monumento de la ciudad, fue durante décadas uno de los mejores y más famosos restaurantes. Ahora está a punto de cerrar y trasladarse al Financial District pues los dueños del local no le han renovado el alquiler y han preferido dárselo al trío de moda formado por Torrisi, Carbone y Zalaznick, que lo convertirán en un restaurante diferente. El cierre del Four Seasons en 2016 representa el final de una era y es razón suficiente para intentar ir al menos una vez, pues es todavía un excelente, elegante y precioso restaurante, ideal para ocasiones especiales.
De recomendable visita son los 3* Michelin, Eleven Madison Park, Le Bernardin y Jean Georges; también Jungsik, biestrellado pero una de las revelaciones de la ciudad en los últimos años. Otra opción es visitar alguno de los dos mejores restaurantes de Danny Meyer, The Modern o Gramercy Tavern.
Con vistas y a la moda
Asiate, Buddakan y Lincoln, tiene unas preciosas vistas; también, pero lujoso y carísimo Per Se; The Robert y el Rainbow Room, donde uno ve Nueva York a sus pies, tienen horarios y servicios limitados.
Imprescindible hacer reserva con bastante antelación –los españoles podemos beneficiarnos de que muchos sirven cenas a las 10 y que a esa hora, la posibilidad de encontrar mesa es mucho más alta– en Dirty French, Minetta Tavern, The Clocktower, The NoMad, The Polo Bar, The Standard Grill, y Upland. Otros que llevan tiempo abiertos, pero siguen en plena forma, son Colicchio and Sons, Momofuku Ssam Bar, y RedFarm.
Son interesantes algunos cafés del Village, en especial Caffe Reggio en el West y Veniero’s en el East, con más de 120 años a su espalda y sirviendo los mejores cheesecakes. Otros son el cinematográfico Café Lalo en el Upper West Side y Café Sabarski, un café vienés en Nueva York, en el Upper East Side.
Pastelerías, bares y cervecerías
No sé si será como resultado de los malos tragos que han hecho pasar los atentados y las crisis de los últimos quince años, pero lo cierto es las tiendas de dulces (pasteles, caramelos, chocolates, helados) proliferan sin descanso por toda la ciudad. Entre ellas destacan Breads Bakery, sobre todo su “babka” de chocolate; Dominique Ansel, el inventor del cronut; Maison Kaiser, con los increíbles “financiers”, llamados así por ser muy ricos. Y para los chocolates, Levain, Payard, y Jacques Torres.
En la búsqueda de los locales con historia, Old Town Bar & Grill (1892), que ha aparecido en innumerables películas; McSorley’s Old Ale House, la cervecería más antigua de la ciudad (1862), o King Cole Bar, donde se inventó el Bloody Mary o se introdujo en el país (hay distintas versiones), sin olvidar los bares de vinos entre los que destacan Aldo Sohm Wine Bar, City Winery, Corkbuzz Wine Studio, Morrell Wine Bar y Terroir.
Las copas elegantes
La coctelería está viviendo una nueva edad de oro en la ciudad, todavía no suficientemente reconocida, pero ninguna ruta por Nueva York estará completa sin visitar alguno de estos templos: Angel’s Share, ya lleva tantos años escondido en el segundo piso dentro de un restaurante coreano, que es un clásico; Booker and Dax, de Momofuku, casi un laboratorio de cócteles creativos; Dead Rabbit, Death & Company y Employees Only, clásicos que muchos consideran los mejores de la ciudad; Please Don’t Tell, al que se entra a través de una cabina de teléfonos que hay en Crif Dogs; Porchlight, el salto de Danny Meyer a la coctelería y una de las novedades de la ciudad; The Raines Law Room y The Wayland, los clásicos de Chelsea y el East Village respectivamente; The NoMad Bar, al lado del famoso restaurante; The Press Lounge, uno de los pocos bares de azotea que permanece abierto todo el año; y ZZ’s Clam Bar, el bar del grupo de Torrisi y compañía.
Finalmente mis dos preferidos y dos de los más bonitos: Apotheke, con sus cócteles creativos y escondido en una calleja de Chinatown, y The Campbell Apartment, el precioso bar oculto también en un lateral de Grand Central.
Finalmente, si su viaje a Nueva York coincide con estas festividades navideñas, no dejen de visitar los mercados de Bryant Park y Union Square. Que lo disfruten.