Palace Hotel do Buçaco
A cuerpo de rey
Fecha Publicación Revista: 01 de julio de 2014
Fecha Publicación Web: 12 de mayo de 2017

El edificio, construido en 1885 por el arquitecto italiano Luigi Manini, recuerda a lugares tan emblemáticos como el Claustro de los Jerónimos o la Torre de Belén, en Lisboa, pero casi sorprende más su paradisíaca ubicación en el Parque Nacional de Buçaco donde existe una de las más ambiciosas colecciones de árboles llegados de todo el mundo de la mano de los conquistadores portugueses. Desde 1917, el área alberga uno de los hoteles más genuinos y exclusivo.
Utilizado como residencia de caza por los últimos monarcas lusos, posee azulejos de Jorge Colaço que recogen escenas de batallas históricas; esculturas de António Gonçalvez y Costa Mota; lienzos de Joao Vaz, pinturas de Carlos Reis o frescos de António Ramalho, así como un mobiliario que incluye piezas portuguesas, indoportuguesas y chinas, techos moriscos y maderas exóticas.
El Palace Hotel do Buçaco posee 64 habitaciones, dos son juniors suites, espaciosas y con magníficas vistas: la suntuosa Rainha Doña Amélia y la suite real Dom Carlos, con sala de estar, vestuario y habitación con terraza sobre los jardines y el bosque.
Las abundantes muestras históricas que ofrecen las habitaciones se complementan con el Salón Noble, muy confortable, con una agradable galería exterior, donde los bargueños, las mesas y los tresillos dan un toque de clasicismo ideal para degustar, por copas, algunas de las mejores añadas de vinos de Oporto o Madeira, así como los mejores espumosos de Bairrada. Mudo testigo es el cuadro de Joao Reis que preside la estancia.
Y como culmen, el restaurante Joao Vaz, en homenaje al pintor portugués, que se recrea en sus frescos con Los Lusiadas, los famosos cánticos de Luis de Camoens escritos en el siglo XVI, en pleno Renacimiento, y en los que asegura que los portugueses son descendientes de Luso, hijo de Baco, el dios del vino. Entre los fogones ejerce su oficio el joven Carlos Pimentel, nacido en Moura, un declarado entusiasta de los aromas regionales que expresa mucho mejor en las carnes, más presentes en la cocina de esta zona de Bairrada, así como en la utilización de hortalizas, hierbas y flores.
Platos típicos del área como el lechón o el cabrito serrano cohabitan con una repostería tradicional a la que Pimentel ha dado su toque original. En una carta que cambia con cierta frecuencia destacan platos como la ensalada de frutos de otoño con manzana caramelizada, la crema de calabaza con espinacas y lascas de castañas, el bacalao confitado con ajo y laurel, perejil y salsa serrana, el civet de venado con polenta de castañas, pera y arándanos o el pato braseado con miel, boniato gratinado y remolacha. El restaurante cuenta con un carrito de ensaladas, otro de quesos portugueses (Serra da Estrela, Niza, Ilha, Rabaçal y Serpa) y uno de repostería. Y todo ello por 35 euros, sin vino, con primero y segundo, y 40 euros si además le añade un entrante.
El hotel produce su propio vino, uno de los mejores blancos del país, desde los años veinte. Lo elaboran con las variedades maría gomes, bical, moscatel y rabo de ovelha. Su tinto, magnífico también, es un coupage de porta baga, bastardo en mayor proporción, también portugués azul y touriga nacional.
Tiempo de conquistadores
Los jardines, con un estanque en el que cisnes negros nadan plácidamente, se encuentran inmersos en el parque donde se respira aire monacal, ya que pegada al hotel queda parte de la iglesia del antiguo convento carmelita que fue testigo de la cruenta Batalla de Buçaco en 1810 contra las tropas napoleónicas donde perecieron más de 6.000 hombres. La desamortización de bienes religiosos hizo que la propiedad pasara a manos del Estado y es en 1922 cuando lo adquiere el empresario Alexandre de Almeida, cuya familia lo regenta en la actualidad.
El bosque guarda aún ermitas y capillas, lagos, la Fonte Fría con una cascada artificial y unos maravillosos miradores desde donde se ve todo el valle. El Museo Militar complementa el lugar donde se puede jugar al tenis, montar en bicicleta de montaña o visitar Coimbra, Aveiro o las bodegas de la región donde ejercen enólogos de la talla de Luis Pato y donde nació Luis Louzada, director técnico de Numanthia, en Toro.
Visitar el Palace de Buçaco es adentrarse en el tiempo de los conquistadores con árboles centenarios llegados de los cinco continentes, respirar tranquilidad en uno de los parques nacionales más vistosos de Europa y disfrutar de una gastronomía y unos vinos de ensueño. A cuerpo de rey.
Mata do Buçaco - Luso, Portugal.
Habitación doble desde 200 €