Entrevista Juan Gil de Araujo
El bodeguero prudente
Autor: Elena Rodríguez
Autor Imágenes: C.R.D.O. Rías Baixas y Bodega Palacio de Fefiñanes
Fecha Publicación Revista: 01 de febrero de 2013
Fecha Publicación Web: 01 de febrero de 2013
Revista nº 442

Pese a que sus primeras palabras como presidente del Consejo Regulador de la D.O. Rías Baixas fueron “vivimos tiempos convulsos”, Juan Gil de Araujo es un optimista de los que miran hacia delante con esperanza, de los que no ceden al desánimo por contratiempos momentáneos o malas cosechas… A esta fe en el futuro se unen otras cualidades, como la prudencia y el equilibrio –en la bodega y en la vida–, y en ellos ha apuntalado su carrera de éxito.
Con aspecto y modales de caballero, tan raros de encontrar hoy en día, el director general de la bodega Palacio de Fefiñanes y Marqués de Figueroa es un hombre de campo en la más amplia extensión de la palabra. Gallego atípico, disculpa su falta de acento local –“mi madre es de Vascongadas, pasé muchos años en Madrid y me casé con una madrileña”– con un amor incondicional a la tierra que le vio nacer hace ya 64 años.
Valedor a ultranza de las labores de viticultura, de la vida de ese entorno rural tan apegado al terruño, ha trabajado desde los 24 años en diferentes empresas vinculadas al mundo agrícola, aunque no fue hasta 1994 cuando se incorporó a la empresa familiar fundada en Cambados en 1904. Este bodeguero convertido en presidente aúna con naturalidad las mejores virtudes mundanas con la vida sencilla, y lo mismo practica vela o equitación, que se remanga en época de vendimia.
Afable y disfrutón, recuerda que en la primera visita de Manuel Fraga a Cuba, se llevó unas botellas de Palacio de Fefiñanes, “y en la prensa apareció una foto de Fidel Castro levantando una botella nuestra como arengando a la población a consumir albariño. ¡Ojalá ocurriera esto ahora!”, dice entre risas. Anécdotas aparte, en la conversación deja patente su preocupación por mantener la calidad y vender vino, mucho albariño, fuera de nuestras fronteras.
Club de Gourmets.- “El vino, como las personas, cuanto más cerca esté de su origen más cerca estará de su verdad”. La frase es suya.
Juan Gil de Araujo.- Es que el vino es un camino de autenticidad; si no, es otra cosa.
¿Hay poca autenticidad en el mundo del vino?
Al contrario. Hay empresas muy verdaderas y en Rías Baixas sobre todo, porque interviene el factor tradición, la artesanía, el apego a la tierra, ese minifundio pequeño del viticultor que además, en sus ratos libres, es mariscador… Existe una gran vinculación de la población con el territorio.
Esa es una de las virtudes de su D.O.
Sí, todavía hoy el viticultor además de tener una o dos parcelitas de parras que comercializa, posee alguna reservada para él; a veces de blanco pero sobre todo de tinto, porque la proximidad al vino es algo consustancial con la existencia misma del gallego.
Después de varios años un bodeguero vuelve a presidir el Consejo Regulador
La experiencia que tuvimos con Marisol Bueno no fue nada mala: durante los muchos años que estuvo al frente consiguió que unos vinos que eran muy poco conocidos se pusieran de moda en España y alcanzó cotas de exportación impensables. Por lo tanto, no creo que haya inconveniente alguno en que un bodeguero sea presidente, como dijo alguno en su momento (se refiere a las protestas de los sindicatos, que especularon sobre el tema cuando se conoció su nombramiento).
¿Qué puede aportar?
Al fin y al cabo un bodeguero se está dedicando en cuerpo y alma al mundo de Rías Baixas y cuando llega a ser presidente del Consejo más todavía. Aporto mi experiencia y mi dedicación.
¿Qué momento vive la D.O.?
Hemos crecido y seguimos creciendo. Se está haciendo un gran esfuerzo en abrir nuevos mercados, que están dando buenos resultados. En un momento de recesión y crisis generalizada nosotros no lo sufrimos tanto. Salimos adelante.
¿Cuáles son sus principales retos?
Estamos con el segundo plan director, un plan estratégico. El mayor desafío es seguir creciendo; convencer a la gente más todavía de que el único camino que tenemos para sobrevivir y tener éxito es mantener la calidad; si no, no podríamos ser competitivos. Nuestros costes de producción son altos y hay que seguir elaborando un producto superior a los demás. Si en los próximos 5 años se continúa así y las bodegas mejoran los precios, tendremos éxito.
Por su orografía la producción en Rías Baixas tiene serias dificultades con relación a otras zonas vitícolas…
Sí, resulta una tarea titánica. Nuestra viticultura es casi artesanal, basada en el minifundio. No podemos mecanizar determinadas labores; la vendimia, es impensable realizarla de otra manera que a mano, porque perseguimos cotas de calidad mucho más elevadas. Estas dificultades encarecen el proceso y tenemos que venderlo más caros que los demás. Debemos convencer a la gente que ha invertido dinero en las bodegas de que su camino no puede ser la cantidad.
El viaje no les ha ido mal
No, porque los bodegueros saben muy bien cuál es su hoja de ruta, aunque no hay que bajar la guardia.
Los números lo corroboran
En 2011 hemos crecido en volumen de vino calificado un 8,18%, estamos hablando de más 18 millones de litros. Y han subido las exportaciones un 0,24% en volumen y 6% en valor. Esto significa que manteniendo prácticamente el volumen de producción hemos aumentado el valor de la misma. Son muy buenas noticias.
Lo cierto es que sus bodegas se mantienen lejos del mal del acreedor que acecha a otras regiones vinícolas
El gallego es un hombre prudente y sensato, y las bodegas, con más o menos dificultades, van sorteando la crisis.
Aunque el mercado asiático parece estar en el punto de mira del sector, usted apuesta por Brasil
Sí, creo más en los mercados próximos a la cultura occidental. En Japón hemos vendido casi 70 mil litros la última campaña; en China menos. La gente piensa que es una panacea pero tengo mis reservas. La china es una cultura tan distinta a la nuestra que hay que esperar a ver qué pasa. Sin embargo México, por ejemplo, es nuestro quinto destino, después de EE.UU., Reino Unido, Alemania y Puerto Rico. Brasil puede ser una gran oportunidad en el futuro; y lo mismo ocurre con Perú que con el despunte de su gastronomía se empiezan a abrir al vino. Son mercados más fáciles por la cultura, la comida, la cercanía…
Ya se puede brindar con espumoso de Rías Baixas…
Sí, es una inquietud que tenían las bodegas desde hace muchos años, porque de hecho se elaboraban aunque no con la etiqueta de la D.O. Mi padre en los cincuenta incluso preparó etiquetas y todo, aunque nunca llegó a sacarse al mercado. Hemos querido recoger esa tradición y ya ha sido aceptado por el Ministerio. Hay ya siete marcas de otras tantas bodegas y se espera que el año que viene se sumen más.
¿Cómo son los espumosos gallegos?
He tenido el placer de probarlos y son muy interesantes.

¿Pago de Fefiñanes se va a animar a elaborar uno?
Es posible, pero tenemos limitaciones importantes de espacio. Estamos en un palacio del siglo XVII, declarado Bien de Interés Cultural, con lo que hacer una ampliación es impensable. Resulta complicado pero se verá.
¿Cómo ha sido la vendimia de 2012?
En Galicia somos gente fronteriza. Estamos entre las borrascas del Atlántico y el anticiclón de Las Azores, y dependiendo de donde se sitúe el anticiclón nos puede pasar de todo. En 2011 tuvimos el récord histórico de cosecha con 42 millones kilos de uva porque el tiempo fue perfecto, de libro. Y en 2012 casi nos pasa lo contrario, pero en la vendimia gozamos de una temperatura excelente que nos permitió elaborar un vino de mucha calidad. Hemos pasado de 42 millones de kilos a tan solo 17. El resultado es excelente en relación a la calidad del vino que sale ahora al mercado; malo si hablamos de la cantidad.
¿Se acaba así con la polémica de que en la D.O. sobra vino?
No sobra. Es cierto que la cosecha 2011 fue, por decirlo de alguna manera, excesiva. Aunque haya mucho nunca es malo. Se compensará una con otra.
En Rías Baixas hay quienes abogan por aumentar los rendimientos por hectárea y quienes defienden lo contrario. ¿Con quién comulga?
No estamos en un momento para aumentar los rendimientos, porque a veces son artificiales, es decir, no es lo que da el viñedo juiciosamente cultivado.
¿Reducirlos entonces?
Quizá en determinadas circunstancias. Habría que tener en cuenta sistemas de conducción, tipos de terrenos… porque la calidad depende de una serie de factores, entre ellos, la producción por hectárea, y es una cosa que debemos cuidar.
Me dicen que participa activamente en los trabajos de bodega
Cuando hay que cargar cajas echo una mano, pero es lo normal. En Rías Baixas estamos muy apegados al terreno y en general el bodeguero se calza las botas, se remanga y está al pie del cañón.
¿Da una perspectiva diferente?
Sí, uno comulga más íntimamente con el viticultor y con el trabajo del bodeguero y del enólogo. Y lo que es más importante: hay que fijarse un objetivo del vino que uno quiere hacer; y eso nace en el viñedo y hasta la botella.
¿Le preocupa el escaso consumo de vino entre los más jóvenes?
Cuanto más baja su consumo entre la juventud más alto es el problema del alcoholismo. Lo razonable sería promoverlo y tratar de reducir o evitar el de alcoholes duros. Pero estamos haciendo lo contrario. El vino es un alimento, no una droga, y se empeñan en decir que es una droga. Se trata de un alimento, y lo ha sido durante miles de años. Es una bebida sana y, en cantidades moderadas, produce más beneficios que prejuicios. En las universidades francesas se enseña sobre el vino, se imparten catas, se crea cultura, y no creo que tengan un problema de alcoholismo superior al nuestro.
¿Cómo contribuyen desde la D.O. a la causa?
Tenemos la fiesta del albariño de Cambados y alguna más donde la juventud participa activamente; hay que seguir por ese camino y enseñarles a beber.
¿En qué momento se encuentra el enoturismo en su D.O.?
Muy activo, y se quiere potenciar más. Está consiguiendo una facturación importante y no solo para las bodegas, sino para el entorno. Tenemos que lograr que se comprenda lo que hay detrás del enoturismo, preparar la mentalidad de la gente para que adecuen las instalaciones…
Además usted lo apoya como presidente de la Ruta do Viño Rías Baixas
Sí, desde allí trabajamos en la misma dirección y contamos con ayudas de la Diputación de Pontevedra y del Consejo Regulador, y hemos iniciado planes de desarrollo con los bodegueros y los viticultores para incrementar ese tipo de turismo.
Si le pido que me recomiende un restaurante…
Me pone en un compromiso, porque el resto se enfadaría. Pero en Galicia los hay magníficos. Tenemos una materia prima de primer orden que se trabaja muy bien. Nuestro sector agroalimentario está en alza y debemos potenciarlo. Al turista se le gana asociando Galicia al placer de comer y de beber, a su paisaje único. Si conseguimos reunir todo en una imagen, asociada a la calidad, tendremos más éxito.
¿Qué le pide al futuro?
Seguir como hasta ahora, y poder trabajar durante muchos años, porque estoy en un mundo apasionante en el que cuando hablas con un cliente, hablas de placeres y eso provoca placer.
Se despide no sin antes invitarnos a conocer los viñedos de la D.O., sus pueblos, su gente… Escuchándolo es fácil entender por qué el vino es uno de los mejores embajadores que una tierra puede tener.