D.O. Ribera del Duero

La fuerza del Duero

Autor: Ignacio Crespo
Fecha Publicación Revista: 01 de junio de 2013
Fecha Publicación Web: 22 de abril de 2016
Revista nº 446

Formada por más de un centenar de municipios de las provincias de Burgos, Segovia, Soria y Valladolid, esta zona vitivinícola abarca una franja de 115 km de largo por 35 km de ancho, y en ella se encuentran, bajo el amparo del sinuoso recorrido del río Duero, algunos de los más prolíficos vinos elaborados en nuestro país.Aunque es una denominación que parece tener una gran solera, su historia es relativamente joven a nivel legal.

La D.O. Ribera del Duero, tal y como la conocemos hoy, surge de la iniciativa de un grupo de viticultores y bodegueros preocupados por impulsar los viñedos y la calidad de los vinos de esta demandada zona vitivinícola, llegando a tener bajo su protección más de 200 bodegas. El primer acta que se recoge en los libros del Consejo Regulador catalog del 23 de julio de 1980, aunque por entonces este organismo actuaba con carácter provisional. Dos años después, el 21 de julio de 1982, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación le otorgó la calificación de Denominación de Origen y aprobó su primer reglamento.

Su proyección ha sorprendido a propios y extraños, ya que en poco tiempo el número de hectáreas de viñedo inscrito, instalaciones embotelladoras y el total de viticultores han tenido un considerable aumento. De las 6.460 hectáreas de viñedo que había registradas en 1985 se ha pasado a 21.572 inscritas en la actualidad; en el año de su fundación (1982), solo existían 7 instalaciones de elaboración y en 2012 había registradas 274; aunque lo más reseñable es el aumento del volumen de producción de vinos embotellados que en 1982 contaban 560.000 botellas y en el último ejercicio 77.599.852.

Un poco de historia

El primer documento sobre la vid y el vino ribereño era un mosaico latino de 66 m² hallado, de forma casual, durante la vendimia de 1972 en la villa romana de Santa Cruz, situada en la vega del río Bañuelos en la localidad burgalesa de Baños de Valdearados que refleja al dios Baco, y lamentablemente tenemos que recalcar ‘era’, ya que una parte importante de la escena principal fue expoliada a finales de 2011. En plena Edad Media, la vinculación entre este territorio, el viñedo y el vino, se estrecha con la fundación de alguno de los principales núcleos poblacionales de la zona como San Esteban de Gormaz, Roa y Aranda de Duero o Peñafiel.

A lo largo del siglo XIII aparecen las primeras bodegas excavadas en el interior de algunas villas. El vino y los viñedos se convierten en motor económico, cultural y social de la Ribera, gracias al consumo interior y las exportaciones que empiezan a realizarse al resto de Castilla, lo que conlleva también a un notable crecimiento demográfico.

En el s. XV, se crean las Ordenanzas de Castilla, estableciéndose medidas relativas al control de producción, al comercio frente a vinos extranjeros y otras de carácter fiscal. Tras esta época medieval se suceden épocas de auge y prosperidad con algunos periodos más grises.

Desde entonces el cambio ha sido continuo, tanto en el proceso de elaboración, como en su distribución y comercialización, y también en la promoción, lo que ha posibilitado el reconocimiento tanto nacional como internacional, aumentando cada año su participación en el mercado español marcando nuevos máximos. Gran parte del éxito, además de por la calidad de los vinos ribereños, también se lo debemos atribuir a la magnífica labor que realiza el C.R.D.O. tanto en la difusión de los vinos y de las actividades de promoción en el ámbito nacional como más allá de nuestras fronteras.

Los visionarios

Se les tildó de locos, aunque gracias a su obstinación y múltiples esfuerzos algunos viticultores de gran tradición a sus espaldas, fueron los auténticos precursores de esta afamada denominación, por lo cual es de justicia resaltar a Bodegas Protos –quienes ‘donaron’ su nombre original de Bodegas Ribera del Duero para que el nuevo Consejo Regulador pudiera disponer de esa nomenclatura–, Alejandro Fernández, a la familia Pérez Pascuas (Viña Pedrosa), Florentino Arzuaga Navarro (Bodegas Arzuaga), Jesús Anadón (antiguo gerente de Vega Sicilia) y Pablo Peñalba López y Pilar Albéniz (fundadores y propietarios de Torremilanos), entre otros. Capítulo aparte, merece resaltarse a Mariano García (Mauro y San Román) y Peter Sisseck (Pingus).

Establecieron la primera sede del Consejo Regulador en  Aranda de Duero, aunque con el paso del tiempo decidieron cambiar de enclave, situándolo en la población burgalesa de Roa de Duero, cuyas nuevas instalaciones fueron inauguradas en 2011.

Climatología y suelos

Su clima es mediterráneo con carácter primordial de continentalidad, caracterizado por un promedio de lluvia moderado-bajo. Las condiciones tan extremas dan lugar a veranos secos, con días calurosos y noches frías, que influyen cualitativamente en el proceso de maduración de la uva, con temperaturas que alcanzan hasta los 40º. Los inviernos son largos y acusados, durante los que se registran importantes cambios de temperatura que baja hasta los -18ºC.

En cuanto a la morfología de sus suelos, se localizan en la gran meseta septentrional de la Península Ibérica, formada por un gran zócalo antiguo arrasado y recubierto en parte por sedimentos terciarios. El mayor volumen de estos sedimentos está constituido por capas más o menos lenticulares de arenas limosas o arcillosas.

Es destacable la alternancia de capas, tanto en calizas como de margas e, incluso, de concreciones calcáreas. La cuenca ribereña, formada durante el Mioceno, presenta niveles horizontales, suavemente ondulados, limitados por la erosión diferencial, y convertidos hoy al estado de penillanura. El relieve de la zona oscila entre las lomas interfluviales, con cotas de 911 metros, y los valles, con una altura topográfica situada entre los 750 y 850 metros.

Tipos de vino

Se elaboran vinos rosados y tintos, estos últimos tanto jóvenes como con crianza. La variedad dominante es la tinta del país (tempranillo), cuya principal virtud, que no la única, es poseer condiciones excelentes para la correcta evolución de sus vinos. La crianza es la clave o principal premisa que impera, y es el paso más importante en todo el proceso de elaboración, que completará con su estancia en botella. El resultado son vinos suaves, aterciopelados y con elegantes sensaciones nasales y gratos recuerdos en boca, a nivel general.

Algunos de los primeros vinos que empezaron a marcar época en los años noventa, década de gran proyección de esta D.O., fueron Pesquera, Vega Sicilia, Viña Pedrosa, Protos, Torremilanos, Valsotillo, Valduero, Condado de Haza, Marqués de Velilla, Víctor Balbás, Callejo y Carmelo Rodero.

A éstas se han ido uniendo otras que han hecho crecer la fama de la zona, como es el caso de Viña Sastre, Matarromera, Pago de los Capellanes, Hacienda Monasterio, Pingus, Pago de Carraovejas, Emilio Moro o Aalto, entre otras muchas. Y teniendo en cuenta la progresión cualitativa y cuantitativa de la región, se sumarán nuevos nombres que seguro, darán que hablar.

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