Bodegas Trus
Tierra, roble, uva, sol
Autor: Redacción
Autor Imágenes: Bodegas Trus
Fecha Publicación Revista: 03 de abril de 2012
Fecha Publicación Web: 02 de abril de 2012
Revista nº 432

Piñel de Abajo es una pequeña localidad vallisoletana situada sobre una loma entre los valles de los ríos Esgueva y Duero. Este enclave privilegiado de la Denominación de Origen Ribera del Duero tiene otros vecinos ilustres, como Pesquera de Duero, Valbuena de Duero, Roa (donde se encuentra la sede del Consejo Regulador), Peñafiel… localidades prolijas en grandes bodegas y excelentes vinos. En el término municipal de Piñel se encuentra una de ellas, Bodegas Trus, fundada en 1999, por dos familias vinculadas al mundo de la alimentación y aficionadas al vino. Se concibió siguiendo el estilo del château francés. Por ello, las instalaciones de la bodega se construyeron en el centro de sus viñedos, en un lugar muy favorable por su microclima y por la altitud y orientación de la finca, un valle en el tramo que comunica la cercana Pesquera con Piñel.
“El proyecto nació con la ilusión de elaborar vinos de gran calidad y personalidad propia que fueran fiel reflejo de una zona, un lugar y un savoir faire”, asegura su enólogo y director técnico, Juan Carlos Martínez. La filosofía del proyecto se esconde en el propio nombre de la bodega, ya que las siglas TRUS se deben a las iniciales Tierra-Roble-Uva-Sol.
“Tierra” o terroir, por los diferentes suelos de gran mineralidad que en su conjunto marcan la personalidad de la uva. La zona cuenta con un microclima excepcional y una altitud superior a 750 metros en orientación sur-suroeste.
“Roble”, debido a su elaboración artesanal en tinos de madera, siguiendo una filosofía que aboga por respetar lo original, sin ningún aporte de levaduras artificiales.
“Uva”, siempre protagonista y 100 % tinto fino, la variedad típica de la zona que mejor se adapta a estas condiciones, “y la que mayores satisfacciones nos ha dado a la Ribera del Duero”, asegura Martínez.
“Sol”, el elemento que manda. “Gracias a él tenemos unas uvas excelentes, maduras y pletóricas de calidad y sabores”.
El conjunto de estos cuatro elementos y unas labores en el campo muy controladas son responsables de que sus vinos, sin utilizar procesos sintéticos, se distingan por un paladar natural pero con una marcada personalidad.
Rodeados de viñas
Las 80 hectáreas de viñedo propio se disponen en un entorno de 2 kilómetros alrededor de la bodega, divididas en 14 parcelas. En todas ellas se cultiva la tinto fino, con una densidad de plantación de 3.300 cepas/ha “lo que nos permite obtener poco más de 1 k de uva por cepa”, asegura su director técnico. Diferencian las parcelas por su suelo –arcilloso, calcáreo o mixto–, orientación, altitud e inclinación. Sus condiciones favorables propician una óptima maduración de la uva en el mes de agosto, ayudada por la brisa fresca que pasea de páramo a valle por las mañanas y la corriente templada que asciende por las tardes. Además, disminuyen el riesgo de heladas primaverales tan propias de la zona.
La bodega considera primordial el respeto a la viña y a las leyes naturales que rigen su crecimiento, por lo que las catorce fincas carecen de riego por goteo, “para no forzar su producción”.
La vendimia se realiza de forma manual en cajas de 15 k e inmediatamente se traslada a la bodega; es precisamente su cercanía la que evita el deterioro del fruto. A su llegada pasan por las mesas de selección en las que se “elige la uva racimo a racimo”, uno de los factores determinantes en la calidad de sus vinos.
Bodegas Trus cuentan con 3.000 m2 de superficie, edificados con un estilo sencillo, que no rompe con el entorno rural en el que se encuentran. El verdadero motor de la bodega son unos imponentes tinos troncocónicos, ubicados en la zona de elaboración. Con una capacidad de 25.000 litros se han convertido, en palabras de su enólogo, “en el corazón de nuestro proyecto”.
En estos gigantes de madera de roble francés se depositan los racimos seleccionados a través de una cinta de elevación, evitando cualquier mecanismo que altere sus condiciones naturales. “Se disponen dentro de los tinos con el mayor cuidado posible, a favor de la gravedad, sin estrujar la uva, procurando que no sufra roturas y sin el ‘choque’ de ninguna máquina impulsora que de lugar a la rotura de pepitas”.
En la nave de crianza se alojan 600 barricas de roble francés de 225 litros “donde el vino va madurando, capturando los polifenoles de la madera y que con el aporte cuidadoso del oxígeno va enriqueciéndose en sabores y aroma”.
La sala embotelladora está diseñada con un criterio que garantiza la mayor asepsia posible. “Cuenta con un equipo de micro-filtración en línea con sopladora previa al embotellado y una embotelladora que se caracteriza por su calidad de llenado”. Además, se realiza un arrastre con gas inerte antes de poner el tapón de corcho (natural, no sintético) “con el fin de eliminar oxidaciones del vino dentro de la botella”.
Bodegas Trus se afianza en la línea de los vinos modernos de la Ribera, potentes y maduros pero sin perder la fruta ni el frescor, en los que gracias a su enriquecimiento en polifenoles de la madera, gozarán de una larga vida, ganando en complejidad y “bouquet”.
Los pasos del vino
Krel Crianza 2009, proviene de “una vendimia sana y tranquila, que permitió conseguir madurez sin sequía y, por tanto, una gran calidad de taninos”. Realizó la fermentación en los tinos de madera, con control de temperatura a 25ºC y remontados diarios. En el mismo lugar tuvo lugar la maloláctica y después el vino pasó a barricas nuevas de roble francés, de 225 l, donde se mantuvo durante 12 meses. Dos pasos más determinan su carácter: primero, su regreso, durante 3 meses más a los tinos; segundo, su estancia en botella, durante más de un año, para terminar de redondearse.
KREL 2009 8,50/10
Tipo: Tinto crianza
Variedades: 100% tinto fino
Crianza: 12 meses en barrica
P.V.P.: 11,90 €*
Comentario de cata:
Picota profundo con ribete granate. Limpio y de notable intensidad en nariz, con recuerdos de fruta silvestre, florales, yogur de frutas, tinta china, bosque umbrío, especias dulces, sándalo… En boca resulta fresco, sabroso, equilibrado, muy frutal, dotado de notable estructura, sensaciones de moras, frambuesas, grosellas, tarta de arándanos, cedro, lácteos, finos tostados, caramelo de violetas, vainilla y toffee. Persistente y largo final en el que predominan aromas primarios.
*P.V.P. Club de Vinos Gourmets