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Viaje Islas Azores

En medio del Atlántico

Autor: Alfredo G. Reyes
Autor Imágenes: Alfredo G. Reyes
Fecha Publicación Revista: 01 de febrero de 2019
Fecha Publicación Web: 31 de enero de 2019

Su origen es el de un conjunto de volcanes que generaron estas islas en el Océano Atlántico, entre Europa y América; puede parecer una forma fría de referirse al archipiélago de las Azores pero es definitorio de sus esencias.

Ese carácter resulta evidente en la isla de Pico, un cono volcánico cuya cumbre (2.351 m) es la máxima altura de todo Portugal. Pero también lo es en el resto de las islas. Por ejemplo, Terceira, cuya extensión la conformó el magma solidificado que expulsaron sus diferentes cráteres. Hace miles de años que se produjeron los cataclismos geológicos que dieron origen a Terceira pero sus volcanes no están muertos, en absoluto. Es evidente, por ejemplo, en el Monumento Natural Algar do Carvão, cuya espectacular chimenea, recubierta de una tupida vegetación formada por varias especies endémicas, es el acceso a una enorme cámara formada por una “pompa” de magma: una experiencia sobrecogedora (y bellísima) la de encontrarse “dentro de un volcán” y que puede vivirse realmente en muy pocos lugares del planeta.

No menos impactante es la visita a las Furnas do Enxofre, un recorrido circular y al aire libre en torno a varias fumarolas de un pestilente olor. Un espacio natural en el que tanto las especies vegetales como animales se han visto obligadas a adaptarse a las emanaciones azufradas del interior de la tierra, lo que ha provocado interesantes endemismos biológicos.

También es muy interesante subir hasta la Serra do Cume, que no es sino parte de la ladera de un inmenso cono volcánico y desde donde se domina una espectacular panorámica hacia el sur de la isla, con ese mosaico geométrico que conforman sus campos de labranza.

Sabores primarios

Porque en Terceira, como en el resto de las Azores, es imposible obviar que el componente agrícola y ganadero marcan el día a día de sus habitantes. Una agricultura favorecida por un clima relativamente benévolo durante todo el año y sin grandes diferencias de temperatura, y que da origen a una gastronomía donde el producto es protagonista fundamental. Una culinaria que se nutre, también y como es lógico, de un mar que aquí se muestra especialmente generoso en especies y sabores.

Algunos ejemplos: la alcatra regional, un guiso (o asado) a base de falda de ternera y acompañado de verduras diversas, que se prepara en un recipiente de barro negro (como la lava que conforma el corazón geológico de la isla). También los pescados asados, sobre todo el casi omnipresente Sampedro, además del capítulo de dulces, por ejemplo las deliciosas queixadas. Además, aprovechando la leche que producen vacas alimentadas durante toda su vida a base de los pastos de la isla, existe un completo panorama de quesos: suaves, mantecosos casi siempre (incluso untables) y, a veces, curados durante meses para otorgarles una gran intensidad de sabor.

Una heroica capital

La capital de Terceira es Angra do Heroísmo, una pequeña ciudad considerada como una de las tres principales capitales de las Azores junto a Ponta Delgada, en San Miguel y Horta en Faial. Es una delicia pasear entre sus casas y palacios con vanos pintados de vivos colores, sobre calles y plazuelas empedradas en las que el tiempo parece haber quedado en suspenso desde hace décadas. Probablemente el edificio más destacado sea su Ayuntamiento, que es visitable; también merece una visita la iglesia de la Misericordia (s. XVIII), construida en el característico estilo barroco portugués sobre el que fue el primer hospital de estas islas o subir al monte Brasil, un volcán extinto en cuyas laderas se encuentra un acuartelamiento militar que preserva las antiguas murallas, la iglesia de San Juan Bautista y parte de las instalaciones de una fortaleza levantada a finales del s. XVI por Felipe II, en aquella época monarca también de Portugal y de todos sus territorios de ultramar.

Junto al puerto de la localidad se encuentra la fortaleza de San Sebastián (s. XVI), que acoge una pousada y es uno de los mejores miradores a esta localidad.

Desde el puerto zarpan a diario los barquitos que permiten disfrutar, en el canal marino situado entre Terceira y San Jorge, del avistamiento de los muchos cetáceos (delfines comunes, grandes ballenas y cachalotes que pasan por aquí en sus ciclos migratorios). Existen varias empresas que organizan estas excursiones como Ocean Emotion (oceanemotion.pt), guiadas por expertos biólogos y oceonógrafos.

El océano es el leit motiv de uno de los hoteles más espectaculares de Terceira pese a su reducido tamaño: Pico da Vigia. Situado entre campos de cultivo y una pequeña colina que emerge de una ladera volcánica, sus casitas de colores (diseñadas por el genial Álvaro Siza) ofrecen vistas de impacto y gran privacidad para los huéspedes.

La otra ciudad de Terceira

Situada en la zona oriental de Terceira se encuentra Praia da Vitória, cuya playa sirvió para el desembarco de los conquistadores portugueses y fue capital de la isla hasta mediados del s. XV. De aquella época se conserva parte del trazado colonial, con agradables calles y plazas peatonales que parecen animan al paseo errático. Durante el mismo, llaman mucho la atención tanto la Iglesia Matriz, con sus tres elevadas naves y consagrada a principios del s. XVI, como la casa Paços do Concelho, actual sede del Ayuntamiento, construida al estilo de las residencias solariegas del norte de Portugal y con una bonita escalinata de acceso.

Una particularidad espiritual

Tanto en esta localidad como en el resto de las que conforman el paisaje humano de Terceira, llaman mucho la atención unas pequeñas capillas pintadas de vivos colores: son los llamados imperios. Nombre que se antoja excesivo para el tamaño de estas construcciones, por lo general de estructura rectangular, con ventanales decorados con llamativos cortinajes y cuya fachada se remata con una corona, haciendo referencia, precisamente, a la época imperial portuguesa, cuando muchos migrantes lusos regresaban a su isla y, aprovechando su buena fortuna, regalaban la construcción de estos pequeños templos. Pertenecen a hermandades y su función principal es recoger el material con el que luego se organizan fiestas locales.

La vecina Graciosa

A unos 15 minutos de vuelo desde Terceira, Graciosa es, probablemente, la isla que mejor concentra las esencias azorianas en un espacio más reducido. Tanto, que puede visitarse en apenas un par de jornadas, sin prisa alguna, sin masificaciones (ni falta que hacen) y disfrutando de un paisaje oscuro de magma, pero también verdísimo (de plantaciones, incluidos viñedos en vaso), azulísimo (de océano y cielo) y blanquísimo (como la cal de sus viviendas tradicionales, en especial las de su capital, Santa Cruz).

Los volcanes lo salpican todo: desde el Central, que con sus apenas 400 m es también su punto más alto, a los complejos de Serras das Fontes o Serra Rama y el Monumento Natural de Caldeira. Pero, quizás, el más llamativo sea el cráter situado junto a la propia Santa Cruz, el monte de Nuestra Señora de Ajuda, cuyo borde está sembrado de pequeñas ermitas y cuyo fondo se utiliza como una original plaza de toros. También son muy atractivos los molinos de viento, algunos de ellos reconvertidos en alojamientos, además de la posibilidad de disfrutar de la aguas termales, sobre todo en las Termas do Carapacho, un moderno balneario situado junto al mar.

Antes de abandonar esta islita, convendría probar su dulce más característico, Dona Amélia (en homenaje a la última reina consorte de Portugal). Una delicia a base de masa quebrada, queso y azúcar que ha traspasado fronteras, hasta el punto de encontrarse en tiendas gastronómicas de buena parte del Portugal continental.

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