Viaje Chihuahua
Desiertos, barrancas y palacios
Autor: Enrique D. Uceta
Autor Imágenes: Enrique D. Uceta
Fecha Publicación Revista: 01 de mayo de 2023
Fecha Publicación Web: 05 de mayo de 2023

En el noroeste de México, Chihuahua tiene frontera con Estados Unidos en Nuevo México y Texas. Es el mayor estado del país, la mitad de España en superficie, en el que viven cuatro millones de personas, tres de ellos agrupados en las principales ciudades, repartiéndose sólo un millón de habitantes en el resto del territorio. Los viajeros encuentran paisajes inmensos casi intactos, ideales para sumergirse en una naturaleza poderosa. Mas allá de la riqueza y efervescencia de Ciudad Juárez, donde también se concentran los riesgos de un enclave fronterizo, se extiende un estado mucho más fascinante, seguro y fértil de lo que se suele imaginar.
Chihuahua comparte imágenes de desierto americano con Arizona y Nevada, grandes panoramas de espacios vacíos cubiertos de vegetación rala, pero verde durante largas temporadas. Asombra la escala monumental del paisaje, las inmensas llanuras remansadas por altas sierras que guardan en su interior barrancos gigantescos. Planicies que fueron protagonistas de migraciones épicas. La de los pueblos mogollón –1.000 aC / 1.300 dC– que encontraron el modo de sobrevivir en un entorno árido. La de los españoles que se adentraban en la futura Nueva Vizcaya. La del pueblo apache, y más tarde serían recorridas por las tropas de Pancho Villa en tiempos de la Revolución. Ahora acogen algunas comunidades maronitas procedentes del norte, que aquí se asentaron y ya se consideran mejicanas, de manera que conviven sin conflictos los tarahumaras originarios, los mestizos y los maronitas, que son hueros, es decir blancos y rubios.
Cuidad de palacetes
La capital del estado también se llama Chihuahua, una ciudad con un valioso casco histórico colonial en torno a la fantástica catedral barroca, quizá la mejor del norte de México, asomada a la típica plaza de Armas, llena siempre de gente y animación. Cuenta con una pareja de formidables edificios de arquitectura porfiriana bien conservados, el fastuoso Palacio de Gobierno y la casa Chihuahua, que guardan museos sobre la historia local y pinturas murales impresionantes. Entre las joyas patrimoniales conservadas en Chihuahua destacan los palacios de las poderosas familias de los siglos XIX y XX, y entre ellos, la Quinta Gameros, de una riqueza en su interior semejante a la que ostentaba la alta nobleza europea. No es el único, hay varios palacetes de estancieros y propietarios de minas que son bellos homenajes a la cultura francesa y al estilo Beaux Arts. Uno de ellos, el del general Luis Terrazas, acoge el restaurante La Casona, especializado en las excelentes carnes locales de las razas Hereford, angus y charolés.
La ciudad de Chihuahua tiene muchísima vida popular en el centro urbano, y es buena base para ir descubriendo las maravillas repartidas en el territorio. Unas, lejanas, que invitan a grandes recorridos a través del desierto y por las sierras hasta las Barrancas del Cobre, y otras, cercanas, como Cuauchtémoc, ideal para comprobar la buena convivencia con las comunidades maronitas, o Aldama, donde el agua permite la riqueza agrícola y se elabora el sotol, un licor fuerte y sabroso, extraído del sereque, parecido al agave.
Ciudad de barro
No es fácil resumir las bellezas del estado de Chihuahua, pero varios hitos declarados Patrimonio de la Humanidad deberían incluirse en el viaje. Uno de ellos es Paquimé, que alberga los restos de una ciudad construida en pleno desierto con arcilla apisonada en tiempos prehispánicos, fue abandonada a mediados del XV, quedó enterrada por la arena y ha sido excavada para mostrar un sorprendente laberinto de muros de barro único en su género. Miles de yacimientos en el entorno de Paquimé han permitido recuperar la exquisita alfarería primitiva. En el cercano pueblo de Mata Ortiz trabajan 400 personas dedicadas a replicar antiguos diseños y a crear jarras de cerámica decoradas de enorme calidad, muy cotizadas en Estados Unidos. A la misma civilización pertenece la Cueva de la Olla, al suroeste, a la que se llega recorriendo valles desérticos hasta alcanzar los enormes bosques de pinos donde los habitantes prehispánicos construyeron sus casas de adobe y tapial en un hermoso abrigo natural, junto a un granero en forma de enorme olla.
Ciudad de Pancho VIlla
Otro trayecto excepcional lleva hacia el sur, a Hidalgo del Parral, en una zona de minas de plata que dieron lugar a los pueblos de Santa Bárbara, San Francisco del Oro, y Valle de Allende, un bello conjunto virreinal, quizá el más bonito del estado, incluido en el Camino Real de Tierra Adentro (Patrimonio de la Humanidad). En Parral hay que visitar la mina de plata llamada La Prieta, y contemplar la ciudad desde su alto mirador, antes de bajar para descubrir la sofisticada Mansión Alvarado que muestra la aristocrática manera de vivir de los ricos mexicanos hace un siglo. Sus calles guardan la memoria del legendario Pancho Villa, líder de un ejército revolucionario y héroe controvertido, de historia truculenta y vida novelesca, que se puede repasar en dos estupendos museos, el que lleva su nombre en el lugar donde fue asesinado en 1923, y el conocido como Centauro del Norte en el antiguo Hotel Hidalgo. Entre las esculturas dedicadas en Parral al mítico personaje se cuenta la mayor estatua ecuestre del mundo.
Los bosques
En el oeste de Chihuahua, la Sierra Madre atesora uno de los paisajes más impresionantes de América, las inmensas Barrancas del Cobre, cuya extensión cuadruplica la del Cañón del Colorado, en paisajes semejantes excavados durante milenios por los ríos, con espectaculares desplomes sucesivos que bajan hasta mil quinientos metros de profundidad. Caminar por los bosques de pinos y asomarse bruscamente a estos abismos es una experiencia inolvidable, igual que la de tomar el tren que los recorre, el Chepe, atravesando a lo largo de 350 km decenas de puentes y túneles, o la de deslizarse por la tirolina más larga del mundo en el Parque de Aventuras Barrancas del Cobre. Guachochi es uno de los lugares de máximo interés, remoto y tranquilo, dentro del conjunto de barrancas de la Sierra Tarahumara. Es perfecto para admirar cómodamente el Cañón del Jaguar, volar en avioneta por el interior de la Barranca La Sinforosa, o bajar en busca de la cascada de Kokoyome entre acantilados vertiginosos. Ofrece una oportunidad ideal de acercarse a la realidad de los originarios rarámuris, que siguen cultivando sus campos y segando a mano, conservando las tradiciones y el atuendo multicolor de las mujeres, al tiempo que se integran en la sociedad mexicana.
De las empresas de vanguardia en aviación, medicina o automoción de Ciudad Juárez a las remotas poblaciones rarámuris de las Barrancas del Cobre, Chihuahua ofrece un viaje formidable, espectacular y seguro a través de un estado que expresa en su vida cotidiana el carácter cordial, laborioso y hospitalario de los mexicanos.