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Viaje Egipto

Sabor a eternidad

Autor: Enrique Domínguez Uceta
Fecha Publicación Revista: 01 de abril de 2016
Fecha Publicación Web: 11 de abril de 2016

Egipto es el destino más importante del mundo.Desde que los aventureros románticos popularizaron los viajes para los ciudadanos comunes, nada es comparable a contemplar en directo el espectáculo de las pirámides y templos faraónicos junto al Nilo. La gran pirámide de Guiza, que se levanta en la orilla izquierda, frente a la ciudad de El Cairo, es la única de las siete maravillas del mundo antiguo que se mantiene en pie, y acercarse hasta ella supone una experiencia inolvidable.

El país surgió en torno a la gran vena de agua dulce del Nilo, que atraviesa un árido desierto antes de abrirse en el fértil abanico de verdor del delta, que desemboca en el Mediterráneo alrededor de Alejandría. El río enhebra los principales monumentos y urbes del antiguo Egipto en un trayecto que se puede iniciar visitando El Cairo y las pirámides de Guiza, y prolongarse realizando un crucero fluvial, apacible y placentero, desde Lúxor hasta Asuán.

La mayor ciudad del mundo árabe

En El Cairo, 16 millones de habitantes forman una marea humana joven y vital que llena calles y mercados. La impresionante Ciudadela de Saladino corona la ciudad islámica, salpicada de mezquitas extraordinarias, Al Azahar, Ibn Tulun con su minarete helicoidal, y la del sultán Hassan. El barrio copto, sus museos y primitivas iglesias cristianas, son el contrapunto a un centro colonial y moderno lleno de animación.

El zoco de Khan el-Khalili es una de las grandes atracciones de la capital por su abigarrada concentración de tiendas de seda y especias, joyerías y restaurantes, con el Café El Fishawy y su sorprendente calle de espejos, que lleva abierto más de dos siglos, noche y día. Lo frecuentaba el premio Nobel de literatura Naguib Mahfuz, que ahora da nombre a otro célebre café.

Es necesario cruzar la majestuosa corriente del Nilo por alguno de los puentes para llegar a la orilla de poniente, donde está la planicie de Guiza con la Gran Pirámide de Keops y sus vecinas de Kefrén y Micerinos, cerca de la Esfinge. Hay que reservar tiempo para visitar el complejo de Saqqara, la pirámide escalonada de Zoser y la mayor necrópolis del país, con las mastabas de la IV dinastía y el Serapeum, donde se enterraban los bueyes sagrados. El complemento imprescindible y maravilloso es la visita al Museo Egipcio de El Cairo, con su fascinante colección de momias y los tesoros de la tumba de Tutankamón.

Gastronomía tradicional     

El Cairo es ciudad de placeres gastronómicos, concentrados en los mejores hoteles, Marriot, Mena House o Four Seasons, y en restaurantes como el selecto Khan el Khalili, el carnívoro Alfi Bey Restaurant & Grill, el imprescindible y popular Felfela, o el Abou el-Sid, selecto, moderno y de moda. La cocina egipcia es muy sabrosa, hermana de la de Siria y Líbano, con abundancia de hortalizas y legumbres. Las verduras y hojas de parra rellenas son deliciosas. El plato nacional es el “ful”, a base de habas cocidas sazonadas con ajo, huevo, perejil, limón, aceite, cebolla y rábanos. También es popular la versión local del falafel, las “taamiyya”, empanadillas de verduras y habas. El pichón relleno es un manjar, que compite con las carnes de pollo y de cordero, asadas o guisadas, y servidas con arroz y verduras.

Un corto vuelo lleva hasta Lúxor, puerto de embarque de los cruceros que conducen hasta Asuán, remontando las aguas del Nilo hacia el sur. Algunos barcos son hoteles flotantes de gran lujo, modernos o vanguardistas, elegantes, con un servicio de primera calidad, y buenos cocineros a bordo. Antes de zarpar hay mucho que ver. La ciudad posee dos monumentos imprescindibles, los templos de Karnak y Lúxor, unidos por la larga avenida de las esfinges con cabeza de carnero.

La orilla izquierda del Nilo

Al otro lado del río se encuentran el Valle de las Reinas, con 80 tumbas, entre ellas la de Nefertari, y el Valle de los Reyes, repleto de enterramientos excavados que incluyen la tumba de Tutankamón. No hay que perderse las esculturas de los colosos de Memnón, ni el templo de Ramsés III en Medinet Habu, cubierto de hermosas policromías, antes de subir al templo funerario de la reina Hatshepsut.

Las primeras horas del día son ideales para sobrevolar la región en globo aerostático y, después, recorrer tranquilamente el templo de Karnak, de incomparable riqueza arquitectónica en la sala hipóstila y en los espacios que conducen al sancta sanctorum junto al lago sagrado. Al anochecer permanecen abiertos el magnífico Museo de Lúxor, que exhibe esculturas y momias del Antiguo Egipto, y el templo de Lúxor, bajo una evocadora iluminación nocturna. Para alojarse y degustar una cena memorable, hay que acudir al Winter Palace, un verdadero palacio victoriano a orillas del río, refugio de viajeros exquisitos en el siglo XX.

Tras disfrutar de los monumentos de Lúxor, llega el momento de sumergirse en el confort de la vida a bordo. Hay que contagiarse de la calma con la que se desplaza el barco, contemplando lo poco que ha cambiado la vida cotidiana en el mundo rural desde el tiempo de los faraones, con idénticos cultivos y la misma fauna, que siguen poblando las riberas, cercadas por el desierto. La identidad entre Egipto y el Nilo se percibe navegando, cuando el paisaje discurre lentamente ante los ojos que observan desde el balcón del propio camarote o el bar de la cubierta superior junto a la piscina. En Esna, las barcas de los vendedores se acercan al crucero para ofrecer ropas de colores y artesanías que lanzan por encima de la borda, mientras otros esperan a que el barco atraviese la esclusa para ofrecer sus productos desde tierra.

Cocina a bordo

En el río navegan también las ancestrales falucas de vela triangular, las pesadas barcazas que viajan con las bodegas llenas de caña de azúcar, y los cruceros de cinco estrellas que alojan a los turistas. Entre los barcos de lujo destacan los pequeños y exquisitos Dahabiya, que cuentan solo con seis suites exclusivas. Otros son de mayor tamaño, como el Farah Nile Cruise, que proporciona todo tipo de comodidades y servicios, y una cuidada gastronomía a cargo de los profesionales más acreditados del país.

La paz de la navegación se interrumpe durante las escalas necesarias para visitar los monumentos que el Antiguo Egipto ha dejado en las orillas del Nilo. Son el mejor libro de historia, y es un placer leerlo en los bajorrelieves, jeroglíficos, estatuas y edificios de piedra en que fue escrito. En Edfú se desembarca cerca del templo mejor conservado del país, dedicado a Horus, al dios de cabeza de halcón, levantado durante el reinado de Cleopatra. Otra escala extraordinaria se realiza en Kom Ombo, el templo de culto compartido entre Horus y Sobek, el dios cocodrilo que protagoniza un curioso museo con momias de los cocodrilos sagrados.

Asuán es final del trayecto fluvial, donde las aguas del Nilo se llenan de islas y de vegetación, a corta distancia del alto muro de la presa más grande de África. Los barcos atracan ante la Corniche, el amplio malecón, donde las calesas esperan a los viajeros para conducirlos hasta el zoco lleno de artesanos, tiendas, olores y sabores que saturan los sentidos. Asuán es el lugar ideal para alquilar una faluca y navegar silenciosamente entre la vegetación del cañaveral, observando el acecho de las garzas, los picabueyes y el martín pescador, mientras las palomas vuelan entre las islas y se arrullan en el hermoso jardín botánico de la Isla Kitchener.

De tiempos coloniales

La ciudad conserva en un hotel extraordinario, el Old Cataract, el aura mítica del tiempo de la colonia británica y del nacimiento de la egiptología. Refugio de arqueólogos y viajeros del siglo pasado, es famoso por la presencia frecuente de la nobleza europea y de la familia real egipcia. El presidente francés Mitterrand acudía con su esposa para pasar juntos las vacaciones de Navidad, aunque buena parte de la fama procede de las novelas de Agatha Christie, que situó en el hotel el inicio de su novela “Muerte en el Nilo”.

El hotel Old Cataract es un lugar único que nos sitúa fuera del tiempo, en uno de los mejores alojamientos del mundo, frente a la isla Elefantina, donde el viejo Nilo parece intacto, con sus islas graníticas y frente a las dunas de arena que se hunden en el agua. Desde el embarcadero se asciende hasta la piscina y luego a sus altas terrazas, antes de entrar en los elegantes salones y en el suntuoso y espectacular restaurante que responde al nombre numérico de 1902, donde ofrecen una cocina del más alto nivel en una preciosa sala neoárabe.

Un mar de agua dulce

Desde Asuán hay que visitar la presa del lago Nasser que ha hecho famosa la ciudad. El gigantesco muro de hormigón retiene el agua del río rodeado por el desierto, que es el mayor lago artificial del planeta. Entre las dos presas de Asuán, la antigua británica y la moderna o Presa Alta, se encuentra el hermoso templo de Filé, sobre una isla a la que fue trasladado, piedra a piedra, para evitar que quedara sumergido. Tras la construcción de la presa y la inundación de sus tierras, muchos nubios se asentaron en nuevas poblaciones a las que llevaron su arquitectura y sus costumbres, que se pueden descubrir en las aldeas y en el Museo de Nubia.

Es muy recomendable volar desde Asuán hasta Abu Simbel para visitar el descomunal templo de Ramsés II, el mayor de Nubia, con sus figuras sentadas de 21 metros de altura, que fue salvado de las aguas de la presa y se ha convertido en un emblema nacional. De vuelta en Asuán merece la pena contemplar el sol de la tarde dorando las aguas del Nilo desde el Hotel Old Cataract o desde la colina de Gebel el Asuán. Tiene fama de ser la mejor puesta de sol del país.

Etiquetas: Viaje, Egipto, gastronomia,

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