Viaje a Brasil
Sabroso y plural
Autor: Enrique D. Uceta
Autor Imágenes: Enrique D. Uceta
Fecha Publicación Revista: 01 de abril de 2023
Fecha Publicación Web: 01 de abril de 2023

Imposible abarcar Brasil en una mirada o en un viaje. Un país con costas de ensueño y selvas impenetrables en torno al curso del gigantesco Amazonas, con desiertos, bosques y extensos pantanos. Su diversidad acoge paisajes, gastronomía, costumbres y etnias, con 220 millones de habitantes unidos en torno a una lengua, el portugués, a un deporte, el fútbol, y a una bandera con un círculo en el centro por el que se miran las estrellas, emblema de un pueblo diferente dentro del mosaico sudamericano.
Ciudades y selvas
La lista de lugares míticos puede empezar por la antigua capital, Salvador de Bahía, donde su bello barrio antiguo de Pelourinho conserva la arquitectura colonial, los barrocos santuarios cristianos y la memoria viva de la cultura africana, presente en sus religiones, el camdomblé y el culto a Olodumare, en su música, en bailes y danzas marciales como la capoeira, y en una exuberante cocina que se construyó con sabores de América, Europa y África.
Si Salvador encarna los orígenes, Brasilia, la capital, expresa la ambición de futuro. El genio del arquitecto Oscar Niemeyer hizo realidad una ciudad nueva de formas puras y simples. Las amplias avenidas y la belleza del palacio de Alvorada, del Congreso Nacional o de la Catedral Metropolitana, expresan el anhelo de crear una sociedad ideal hace más de seis décadas. Río de Janeiro es una de las ciudades más bellas del mundo, asentada en un asombroso escenario natural que suma playas, montes, ciudad y selva. Famosa por la samba, el carnaval y el monte Corcovado, el alegre espectáculo humano en torno a sus playas contrasta con el ritmo de una de las ciudades más vibrantes del país.
En la capital económica, São Paulo, centro de una región metropolitana de 21 millones de habitantes a orillas del Atlántico, placer y trabajo se dan la mano. Los inmigrantes italianos imprimieron carácter a la gran ciudad y levantaron hitos culturales como el extraordinario Museo de Arte Contemporáneo. La influencia italiana se deja sentir también en su oferta gastronómica, en una urbe que acumula 15.000 restaurantes, algunos muy sofisticados, y 60 tipos de cocinas diferentes. Brasil cuenta con numerosos lugares en la lista del Patrimonio Mundial por su arquitectura colonial, Olinda, Diamantina o Goiás Viejo entre otros, pero quizá sea Ouro Preto el de mayor interés por su conjunto de arquitectura barroca surgida en el siglo XVIII tras el hallazgo de oro. A las minas, la Casa da Ópera y la estación de ferrocarril, se unen los templos de ricos interiores recubiertos del preciado metal.
El interior del país atesora espacios naturales descomunales y la mayor selva del continente en torno al río Amazonas, el más caudaloso del mundo. Sus aguas son el mejor camino para descubrir una región indómita que tiene en Manaos su remota capital, donde el Teatro Amazonas recuerda la riqueza que logró extrayendo caucho de una naturaleza feroz. En el suroeste del territorio se extiende el Mato Grosso, que contiene las grandes masas de agua dulce del Pantanal, el mayor humedal del mundo y uno de los espacios menos visitados del país, donde la naturaleza se expresa con fuerza, proporcionando experiencias genuinas. Al sur, donde coinciden Brasil, Argentina y Paraguay, se encuentran las insuperables cataratas de Iguazú, un espectáculo sublime, la obra maestra de una naturaleza prodigiosa.
Las playas
La costa atlántica discurre a lo largo de 7.000 km de litoral, ofreciendo millares de cálidas playas bordeadas de vegetación exuberante. De norte a sur se van enlazando las arenas de Jericoacoara, un remoto espacio natural de altas dunas, semejantes a las que se encuentran también en Fortaleza. En el estado de Pernambuco destaca Porto de Galinhas, con las mejores piscinas naturales del país, y fabulosos espacios naturales en el archipiélago Fernando de Noronha.
En el estado de Alagoas, el Caribe brasileño, Maragogi es el emblema de sus hermosos lugares de baño. En Bahía, al sur de Salvador, se encuentran las playas bohemias de Itacaré y las elegantes arenas de Trancoso. Al norte de Río de Janeiro, las arenas de Búzios se conocen como el Saint-Tropez americano, y en el sur del estado ha sido declarada Patrimonio Mundial la costa que va de Angra dos Reis a Paraty y la vecina Ilha Grande, por los valores históricos, ambientales y la convivencia de las culturas indígenas, africana y caiçara. En sus dos mil playas se incluyen las de Ilha Grande, que es un reducto de naturaleza salvaje, sin coches, con estrechos senderos para moverse a pie o en bici. Al sur de São Paulo, el baño en Ilhabella se realiza en un parque natural selvático, y aún más al sur, se extiende un centenar de hermosas playas en torno a Florianópolis, entre ellas la popular Bombinhas y la bella Ilha Santa Catarina con sus dunas y selva.
La comida
La gastronomía por sí sola justifica el viaje gracias a su variada oferta de cocinas locales. En el nordeste los pescados, grandes camarones, jaibas, y la moqueca, un guiso de pescado con leche de coco, aceite de dendê, pimienta y cilantro. En el medio oeste, los estados de Mato Grosso, Goiás y Distrito Federal son grandes productores de carne, y el Pantanal proporciona peces de agua dulce para preparar guisos de surubí, caldo de piraña y el rico pacú frito. En Goiás es típica la galhinada, a base de gallina, arroz y el peculiar pequi. La cocina minera, de Minas Gerais, es famosa por el pollo con quimbombó, el lechón y el queso de Minas.
En el noroeste, ocupado por la extensa Amazonia, se consumen grandes cantidades de mandioca y pescados de río como el piracucu, con el estofado de tucunaré con pescado y legumbres como plato típico de Manaos. Pero es el sureste del país el más rico en variedad de tradiciones, con la cocina caipira, campesina, y la caiçara de la costa, además de las diversas cocinas de los emigrantes italianos, sirios, libaneses, alemanes y japoneses.
La mayor densidad y variedad de lugares para comer se acumula en São Paulo, que presume de hacer mejor pizza que Italia, y concentra las cocinas de vanguardia, con figuras internacionales como Alex Atala o Helena Rizzo. Si se buscan los mejores restaurantes hay que visitar Casa do Porco, DOM o Maní en São Paulo, y en Río, Oteque y Lasai, aunque la mejor chef de América Latina, Manu Buffara, trabaja en Manu, en Curitiba. Brasilia comparte con São Paulo la mayor diversidad de cocinas de otros países, además de restaurantes mineros, goianos, gaúchos o nordestinos. Si Brasil es difícil de abarcar, nada mejor que empezar cuanto antes.