Tendencias Nueva York

Comer mejor y más barato

Autor: Helio San Miguel
Autor Imágenes: Jeff Thibodeau
Fecha Publicación Revista: 01 de julio de 2015
Fecha Publicación Web: 14 de septiembre de 2015

La realidad en Nueva York es que comer o cenar en un restaurante medianamente decente, sobre todo en Manhattan, es cada vez más caro. Al mismo tiempo las demandas y los horarios laborales hacen que la gente tenga menos tiempo, especialmente durante la semana, mientras que muchas de las comidas y cenas que tienen lugar son comidas de negocios.

Tradicionalmente las únicas alternativas baratas a un buen restaurante eran las pizzerías y la comida rápida. Sin embargo, hoy por hoy los neoyorquinos están cada vez más concienciados sobre la comida sana y los ingredientes frescos, locales y orgánicos, y aunque tienen poco tiempo, disponen de un poder adquisitivo que les permite comer bien o comer fuera casi diariamente, aunque no gastarse 100 dólares en cada comida.

Junto con ello, la ciudad recibe cada vez más visitantes y turistas, habiendo sobrepasado los 50 millones el año pasado, la mayoría de los cuales no van a los grandes restaurantes de la ciudad cuyos precios les parecen desorbitados comparados con los de sus lugares de origen.

Barras gourmets

Al hilo de estas realidades han proliferado varias iniciativas que han tomado forma a lo largo del año pasado. La más importante es la aparición y expansión de los que aquí se llaman “food courts”, sitios llenos de puestos en los que se ofrece comida variada y de calidad a precios más asequibles, parecidos de alguna manera al Mercado de San Miguel, Gourmet Experience o similares.

Con las obvias diferencias arquitectónicas estos mercados de puestos presentan unos rasgos comunes: acogen bajo el mismo techo una serie de barras de distinta oferta donde se compra la comida y luego comparten amplios espacios para sentarse en mesas pequeñas o comunales.

De alguna manera las “food courts” han existido desde antiguo pues los restaurantes de aeropuertos, estaciones y estadios caen fácilmente bajo esa definición. Sin embargo en esos casos la estación era el destino en sí mismo y solamente se proponía un servicio para los transeúntes, que normalmente incluía oferta de cadenas comida rápida (pizzas, hamburguesas, perritos calientes, etc.) y poco más. Este no es el caso en los nuevos mercados que tienen un marcado carácter gourmet donde la comida es a veces orgánica y local y se pueden encontrar desde pizzas artesanas hasta barbacoas de calidad, pasando por sushi.

Se puede decir que el fenómeno de las “food courts” modernas comenzó hace cuatro años con Smorgasburg, la feria al aire libre de puestos de comida que surgió en Williamsburg, el barrio más de moda de Brooklyn. Su éxito fue inmediato. El formato de puestos de platos creativos y de calidad a precios baratos y una situación privilegiada al lado del río, hicieron el resto. De Smorgasburg salieron novedades como el Ramen Burger, que substituía el pan por estos noodles japoneses. Su éxito hizo que al año siguienteabriera una segunda sede en el parque bajo el puente de

Brooklyn, también al lado del río, con impresionantes vistas de Manhattan. Smorgasburg tiene más de setenta puestos y abre todos los fines de semana de mayo hasta octubre, los sábados bajo el puente de Brooklyn y los domingos en Williamsburg. Este año por primera vez han abierto una tercera sede en Coney Island, donde está el parque de atracciones de la ciudad, aunque por ahora solamente con doce puestos.

Este hecho sin embargo es un buen ejemplo que ilustra la transformación que aquí apuntamos: hasta ahora en Coney Island los perritos calientes de Nathan’s tenían poca competición, pero los tiempos cambian, el público también y sus necesidades ya no son las mismas. Asimismo, el éxito de Eataly no ha hecho más que contribuir a este fenómeno y, como vimos en el número anterior, ha provocado la aparición de Le District, un mercado similar de productos franceses.

Las “food court” abren en lugares turísticos o en zonas de gran vida nocturna, lo que prueba que van dirigidos a gente que sale y quiere comer más barato o a visitantes ocasionales. Entre los más importantes están el Chelsea Market y Gansevoort Market en el Meatpacking District; Gotham West en la zona oeste de Midtwon, que es el área que más desarrollo urbanístico va a tener en la próxima década; The Plaza Food Hall bajo el famoso Hotel Plaza; y el espacioso Hudson Eats en Brookfield Place, que es el nuevo nombre del antiguo World Financial Center. De apertura inminente es TurnStyle, en la popular zona de tiendas de Columbus Circle.

Restaurantes monotemáticos

De alguna manera relacionada con la tendencia anterior está la nueva moda de restaurantes que se especializan en un solo plato o ingrediente y poco más. En los últimos tiempos han proliferado los locales que se concentran, por ejemplo en platos de patatas (Potatopia, The Diggs), pollo (The Nugget Spot), e incluso galletas (Empire Biscuit, Jacob’s Pickles). De todos ellos los más populares son los que se concentran en albóndigas, desde Polpette, hasta la cadena The Meatball Shop, que ya tiene media docena de sucursales por toda la ciudad donde las sirven con recetas tradicionales, en bocadillos, hamburguesas, etc.

En la misma línea de comida saludable y gourmet a precios más baratos hay que situar la creciente oferta para pedir comida a domicilio o desde la oficina. La primera fue Seamless.com, un sitio web donde uno puede pedir platos de innumerables restaurantes. Seamless gestiona el pedido y los restaurantes se encargan de enviar los platos. Naturalmente han surgido multitud de imitadores como GrubHub.com, Eat24.com, asociado a Yelp, Waiter.com, etc.

De todas estas iniciativas destacan munchery.com, pues cuenta con cocineros propios que preparan comidas y ofrecen online la selección de platos disponibles, y sobre todo la más ambiciosa, Chef’s Feed, con la que colaboran algunos de los cocineros más famosos de Nueva York como Daniel Boulud, Mario Batali o David Chang, entre otros, cuyos platos se pueden pedir en chefsfeed.com.

La cocina asequible

Finalmente, con pioneros como The Spotted Pig, el famosísimo gastrobar de April Bloomfield, y el citado David Chang y sus Momofukus, surge la que puede convertirse en la tendencia más importante, aunque lentamente y a largo plazo: la aparición de restaurantes informales, cuya cocina no tiene nada que envidiar a los más grandes de la ciudad, pero a precios, si no baratos, al menos mucho más asequibles y una cocina y servicio de sala mucho más desenfadada e informal.

Estos restaurantes cierran más tarde, la carta de vinos es más corta, y en muchos casos ni siquiera aceptan reservas lo que se traduce en largas colas a sus puertas, pues hoy representan algunas de las mesas más creativas y codiciadas de la ciudad. Son ya muchos los que se apuntan a esta tendencia.

Además de los mencionados merecen destacar los restaurantes de Danny Bowien Mission Chinese Food y Mission Cantina en el Lower East Side; The Smith, con dos locales en el East Village y en el Upper West Side; RedFarm, también en el Village y Upper West Side; Red Rooster, de Marcus Samuelsson en Harlem; Adler de Wilie Dufresne, que cerró el mucho más formal WD-50; y hasta el propio Alain Ducasse, que tras fracasar con los formales Ducasse y Adour, parece haber encontrado el éxito con el más modesto Benoit.

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