Novedades Francia
Un tren de vida
Autor: Óscar Caballero
Fecha Publicación Revista: 01 de marzo de 2018
Fecha Publicación Web: 21 de mayo de 2018
Los premios de la RVF (Revue des vins de France) son un ritual. Los de 2017, de cine: el hombre del vino 2017 fue Cédric Klapisch, el cineasta del albergue español. Su nuevo filme, Ce qui nous lie (lo que nos une o, como el argumento deja entrever, lo que nos ata) filma una Borgoña de pequeñas propiedades familiares donde la transmisión del viñedo es fundamental.
Klapisch contó con un actor que fue también su sherpa: Jean-Marc Roulot, viñatero, elabora vinos estupendos en Meursault. Como el vino depende del clima, Klapisch filmó tres semanas por estación, a lo largo de 2015. Excelente añada en Borgoña. En Ce qui nous lie una joven viticultora se afirma. O sea, como en la vida real, con cada vez más mujeres en los puestos de producción. La actriz Annie Girardot tuvo consejera de lujo: Alix de Montille, la joven enóloga que, con su hermano Etienne –hijos del gran Hubert de Montille– se hizo micro négociant para elaborar blancos profundos y minerales.
1896+2.601: Chartier
Fundado en 1896, último testimonio de los bouillons (caldos, por su plato de combate), Chartier batió un récord: 2.601 cubiertos en el mismo día. Nada que altere el pulso de los camareros, habituados a una media diaria de 1.600 a 1.700 cubiertos. Apenas cuatro propietarios en los 122 años de Chartier.
Creado para el medio día de empleados pobres, ahora seduce turistas. Una razón, el decorado de típica brasserie parisina y el gran formato que pintó Germont, en 1929, para saldar su cuenta de comidas impagas. Sin olvidar los precios: potaje a 1 €, entrantes a partir de 1,80, platos de 8,50 €, quesos de 1,90 €, postres de 2,20 €.
Raymond Oliver guisa, Cocteau dibuja
L’Épure es una editorial especializada en gastronomía. Pero de las raras que hace libros para leer. Discreta en la breve rue de la Sablière, del distrito XIV, siempre sorprende. Esta vez con Recettes pour un ami (recetas para un amigo). Las concibió el gran Raymond Oliver (1909-1990), nieto de mallorquín, recreador del Grand Véfour. Y el amigo era su vecino Jean Cocteau (1889- 1963). Editado en 1964 por la galería Jean Giraudoux de París, en 800 ejemplares, es hoy un tesoro de bibliófilo.
O ya no: Sabine Bucquet-Grenet, fundadora de l’Épure, recuperó ese trabajo a cuatro manos: 30 croquis en tinta roja, de Cocteau, y los 57 platos que Oliver concebía para el poeta. El prefacio es de otro grande, y también vecino de la histórica plaza del Palais Royal: el escritor Emmanuel Berl. Para leer, admirar, y releer en la mesa Nº 1 del Grand Véfour. La placa recuerda que ahí se sentaba el poeta.
Ese (Hesse) quesómano y su Cheese Day
Es imposible gobernar un país que produce más de 365 clases de quesos, ironizó de Gaulle. Tantos quesos como días tiene el año. Y sin embargo, sólo hace tres años que el queso tiene su día. Lo ideó Jean-François Hesse, promotor de grandes vinos y quesómano declarado. El 19 de marzo, en el hotel Intercontinental, junto a la Ópera Garnier, Hesse convoca el tercer Cheese Day. Pastas de todo tipo armonizan con vinos –incluidos grands crus classés–, sidras y cervezas artesanas. (De 11 a 18 h. Cheese Night, de 18 a 22 h: 20 €)
El AVE París Burdeos: el viñedo a dos horas
El 2 de julio pasado LGV (línea de gran velocidad) unió París y Burdeos en 2 h 4’. Revolución para un trayecto hasta entonces de tres horas. Consecuencia: más de 2.700.000 pasajeros incrementaron el tráfico en un 70%. En desmedro del avión, reducido a un 20% del mercado. E impotente: la SNCF, la renfe francesa, ofrece 35.000 plazas diarias –cinco veces más que el avión–, un tren cada hora. Y cada media, en hora punta. La primera business (uno de cada tres pasajeros) batió al avión en viajes de negocios por la facilidad de ir de un centro ciudad al otro, sin el fastidio de los controles. Y wifi gratuito como el café y el periódico.
Más: los asientos pivotan para seguir el sentido del viaje. Pero uno de cada cinco billetes es low cost. Es decir, un precio fijo de 45 €, más barato que el coche compartido. Seducidos, explica el responsable de turismo de Aquitania, “turistas del mundo entero añaden ahora a su periplo parisino un merodeo por el vino bordelés. Con la posibilidad de un París-Burdeos- París el mismo día”.
Tren de vida con guía Ballarin / Ducasse
Para leer en el LGV, en los dos sentidos del viaje: Guide Gourmand Paris Bordeaux (15 €). El autor es Jacques Ballarin, acreditado crítico gastronómico de Burdeos. Su guía De Burdeos a Bilbao, bienual, con edición prevista este año, le ha valido ya un premio guipuzcoano.
Ballarin rinde homenaje al LGV con esta guía golosa. Pero nadie más goloso que Alain Ducasse, maestro del yo me lo guiso. Firma el prólogo y es el editor (Ducasse Édition). Además, gascón de nacimiento pero ciudadano monegasco y heraldo de la cocina provenzal, Ducasse sitúa en la guía sus nueve restaurantes parisinos (sobre 45 nombrados en la capital).
Coleccionistas de chapas
¿Es usted placomusophile? Así se llaman los coleccionistas de la capsule –o plaque– del muselet –armazón que protege el corcho– del champagne. Placa o chapa en castellano. Si la respuesta es afirmativa, tiene cita el 4 de marzo en el Mondial de la Capsule, organizado por Pascal Dorme (pascaldormeorganisation@orange.fr) en Mesnil-sur-Oger, capital de la mejor uva chardonnay de Champagne.
Bienal creada en 2007, convoca de 5.000 a 6.000 visitantes. Un espacio de ventas congrega doscientos expositores. Las chapas recientes salen a 0,50 / 5 €, de 3 a 50 € por las de 1960/1980 y a partir de 200 € las anteriores. Sin límite para las rarezas como la de un Pol Roger 1923. Y en la Bolsa de intercambio puede permutar chapas con miles de coleccionistas.
Kit Crêpe podría ser un personaje bretón
El 2 de febrero se festejan las crêpes. Novedad: Nature et Découvertes presentó un shaker (19,95 €) todo en uno. Mezcla ingredientes, filtra grumos, deja caer cada crêpe en la sartén. Y hasta sirve para guardar el sobrante en la nevera. La tradición bretona prescribe crêpes con sidra. Otro kit, entonces –a 69,95 €– para elaborar sidra en casa: tres semanas de paciencia y 23 litros para la sed.
¿Sabe a qué sabe un pesticida?
Prefacio del chef Marc Veyrat y epílogo del cineasta Jonathan Nossiter (Mondovino) enmarcan un pequeño gran libro, no de autoayuda sino de supervivencia. Le goût des pesticides dans le vin (el sabor de los pesticidas en el vino) es un título sincero. Los autores, el chef Jérôme Douzelet y el científico Gilles-Éric Séralini, propusieron desde 2014, a cocineros y viñateros, una experiencia única: catar pesticidas. Nossiter arriesgó sus papilas, como la viñatera Anne- Claude Leflaive (uno de los viñedos clave de Borgoña desde 1717) o el 3* Régis Marcon.
Afrontaron copas en las que el pesticida era diluido en agua en la misma proporción en la que había sido detectado en el vino. Hallazgo: “los pesticidas miman sabores y olores”. Así, los de los vinos de flor, como los de Jerez y los del Jura francés, por ejemplo, deben mucho al sotolón “uno de los aromas típicos del envejecimiento del vino”. Y una molécula ya sintetizada químicamente (ver catálogo Bayer).
Camus escribió la peste; hoy sería El pesticida
Hay un podio en el uso de pesticidas: Estados Unidos, India y Francia. Mérito para Francia, más pequeñito y sin embargo líder continental. Más fuerte: el viñedo equivale a solo el 3% de la superficie agrícola francesa. Pero gasta el 20% del total de pesticidas. Entre todos ellos, los fungicidas representan el 80%. “Pero las estadísticas –asegura Séralini, premio internacional “Denunciantes” en 2015– olvidan los residuos oxidados de petróleo, la familia de los POEA (polioxitilenos aminados) y otros subproductos”.
La buena noticia: “su empleo en el vino es un paréntesis de 70 años en una historia nueve veces milenaria”. Otra: la pujanza de los movimientos contestatarios –bio, natural, biodinámica– y la toma de conciencia de quien toma.