Variedades de uva
Según algunos estudios, existen alrededor de 10.000 variedades a nivel mundial. De su óptimo cultivo y posterior elaboración, tanto de manera individual como uniéndolas con otras, el denominado coupage, depende el éxito final.
Además del cuidado de la vid por parte del agricultor, con tratamientos como la poda, el abonado, el riego, los distintos tratamientos fitosanitarios, la utilización de tecnología enológica, etc, es determinante contar con cepas de alta calidad que cuenten con un buen desarrollo.
Cada variedad posee unas características definitorias que inciden en la personalidad de los distintos vinos elaborados, ya sean monovarietales o no. Así, en muchas ocasiones, son identificables las variedades que componen un determinado vino.
Detrás de cada vino hay siempre una o más variedades de uva, cediendo lo mejor de sí mismas, bien sea aromas, cuerpo-estructura o color. Hoy en día, se apuesta por las variedades españolas autóctonas recuperan su auténtica fisonomía; albariño, godello, verdejo, moscatel, tempranillo, bobal, garnacha, graciano, listán negro o pedro ximénez, entre otras, gracias a las modernas elaboraciones que respetan los valores primarios del fruto. Es momento de comparar la nobleza e intensidad de sus aromas originales con las virtudes de esas otras grandes viníferas internacionales, las distinguidas y viajeras merlot, syrah, cabernet sauvignon o chardonnay, de las que tenemos también una nutrida representación en nuestro país.
Se mantiene –y es algo que desde luego no se puede improvisar– elevar la media de edad de las vides de las que se han de nutrir los buenos vinos de crianza. Se trata de un loable afán, que sirve para alumbrar unos cuantos productos muy interesantes en los que se explicita el origen de cepas viejas, de verdejo en Rueda, tinto fino en la Ribera o garnacha en Navarra y la tempranillo en La Rioja.
Las variedades españolas
Se relacionan las variedades de uva de mayor implantación en nuestro país. A ellas se han añadido otras que sobresalen por su calidad o por una especial relevancia en sus zonas de producción.
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AIRÉN:
Blanca. Es la más abundante de España. Los racimos son grandes y apretados. Produce vinos de aroma característico y con un contenido alcohólico entre el 12 y el 14%. Presente en Ciudad Real, Toledo, Cuenca, Albacete, Murcia y Madrid, entre otras muchas zonas. Es considerada variedad principal en la DO Vinos de Madrid.
ALARIJE:
Blanca. Presente en buena parte de las comarcas vitivinícolas extremeñas. Es una de las más abundantes en la comarca de Cañamero.
ALBARELLO:
Blanca. Su presencia se registra tan sólo en la Ribera del Ulla y en proporciones escasas. Sin embargo, da lugar a vinos muy aromáticos y personales. Presenta notables diferencias con la Albariño, a pesar de la similitud de nombres.
ALBARIÑO:
Blanca. Autóctona de Galicia. De grano pequeño y muy dulce y glicérica, da lugar a vinos de gran calidad. Es la uva básica de la DO Rías Baixas.
ALBILLO:
Blanca. Es relativamente neutra, con un interesante índice de glicerol que confiere suavidad a los vinos en los que participa. Presente sobre todo en Madrid y Ávila y también en Galicia. Es variedad autorizada en la DO Ribeiro y principal en la DO Vinos de Madrid.
ALCAÑÓN:
Blanca. Autóctona de la zona del Somontano. Da lugar a vinos blancos ligeros y con aroma muy personal.
ALICANTE:
Ver garnacha tintorera.
ARAGÓN:
Con este nombre y con el de tinto aragonés es conocida la uva garnacha en algunas zonas de Castilla y León.
ARINARNOA:
Tinta. De origen francés, resulta del cruce de merlot y petit verdot.