Dos mugas centenarias –poste de piedra que marca el límite de una propiedad– con la inscripción Señorío de Arínzano, son testigos mudos de mil años de historia vitivinícola que transcurre paralela a los avatares y cambios tanto sociales como tecno lógicos ocurridos en nuestro continente. En 1055 el rey García Sánchez VI entregó a Sancho Fortuñones esta finca en agradecimiento por salvarle la vida y restituirlo en el trono de Navarra. A partir de aquí, la propiedad cambió de manos, al igual que prácticamente todos los viñedos centenarios de Europa; primero la era de los monjes, pues Sancho Fortuñones confió en las abadías cercanas para la producción de sus vinos, más tarde, a mediados del 1.500 la era de los aristócratas, cuando la finca volvió a ser donada por el último rey de Navarra a Lope de Eulate, sucediéndose una serie de propietarios, todos marqueses, hasta que el s. XX dio paso a la era de los grandes propietarios de viñedos.
Tecnología al servicio de la historia
La bodega, como la conocemos actualmente, fue creada en 1998 por la Familia Chivite, que reconfiguró la arquitectura con el renombrado Rafael Moneo y el viñedo con el enólogo francés Denis Dubordieu, crean do así las condiciones óptimas para continuar una tradición donde el protagonista indiscutible es el terruño. En 2015, Tenute del Mondo, el grupo internacional que cuenta con viñedos y bodegas en los mejores terroirs del mundo, adquirió la propiedad para continuar elaborando vinos dignos de las grandes bodegas españolas reconocidas por amantes y coleccionistas de vinos singulares. Situada en el término municipal de Aberín (Navarra) y dividida por el río Egea, cuentan en la actualidad con 5 micro terroirs, 20 parcelas y 29 subparcelas, para un total de 128 hectáreas donde predomina la tempranillo –70 has–, seguida por la chardonnay –40 has– para completar con merlot –18 has– y algo de cabernet sauvignon, todas tratadas individualmente hasta que se unen en una botella donde se equilibran las características más sobresaliente de cada variedad. Gracias a imágenes de drones, satélites y degustaciones regulares, se obtiene una visión global pormenorizada del comportamiento de cada vid en los distintos terroirs, permitiendo así tomar las mejores decisiones sobre el terreno de los períodos vegetativos y grados de maduración de cada variedad.
Equilibrio embotellado
La vendimia manual permite realizar en el campo la primera selección de la uva que es transportada con la mayor celeridad posible para evitar tanto aplastamientos como el sobre calentamiento y llegar así a la mesa de selección en condiciones óptimas. Para este vino, el enólogo José Manuel Rodríguez –responsable durante 6 años de la bodega Numanthia (grupo LVMH)– eligió la añada de 2019 que produjo una vendimia de gran calidad, con rendimientos bajos pero altamente cualitativos. El fruto de cada parce la se procesó de forma independiente realizando la crianza durante 30 meses en depósitos de acero inoxidable para pasar a barricas de roble francés durante un periodo de 14 meses. El resultado es un vino que equilibra a la perfección sus tres variedades y que guardado en las condiciones adecua das se podrá consumir hasta 2033.