Desde esta bodega aseguran que “la situación privilegiada de las viñas, junto con la limitada producción, el proceso de vendimia, selección y elaboración hace que nuestros vinos sean únicos e inconfundibles”. Cierto, aunque profundamente complejo, poder hacer tal afirmación cuando se tiene por vecinos a las mejores y más antiguas bodegas de la Ribera del Duero, es, sin duda, haber puesto una pica en Flandes.
Su majestad tempranillo
En el año 2002, José Luis Muñoz Olmos, junto con un grupo de empresarios, fundó esta bodega a partir de 24 ha situadas entre Olivares y Valbuena de Duero, con una filosofía que parece sencilla: el respeto por la tierra y su entorno, la búsqueda de la esencia en las viñas, y un riguroso proceso de elaboración en el que cada etapa hace única la producción final. Estos pasos a seguir, que son el sueño de cualquier bodeguero que se precie, se llevaron con éxito a la práctica, dando como resultado vinos muy apreciados que permitieron una concienzuda ampliación de los viñedos. Primero adquiriendo la finca La Morejona, en Roa, que contaba con 1 ha de viña plantada en 1959, y que se amplió al año siguiente con otras 3 ha colindantes. La expansión de los viñedos no terminó ahí, pues unos años más tarde adquirieron 37 ha en Anguix y otras 4 en La Horra. Todas ellas dedicadas a la tempranillo, pues sus vinos son exclusivamente monovarietales.
Paso a paso
Todos los viñedos de esta bodega están supeditados a un clima extremo y seco, con grandes diferencias térmicas entre la noche y el día, condiciones adversas que, junto con la tierra fértil gracias a las aguas del río Duero que bañan la zona, propician cosechas que les permiten elaborar vinos de gran calidad y elegancia, con una limitada producción. La vendimia siempre es manual y se almacena en cajas de apenas 15 kg para efectuar el corto trayecto hasta la mesa de selección de la bodega, donde pasa primero la criba del racimo y luego la del ramo. Las instalaciones cuentan con naves de elaboración con depósitos de acero inoxidable de 150 y 300 hl, depósitos de roble francés de 30, 50, 100 y 200 hl y fudres de madera de 15 y 25 hl; nave de crianza, dormitorio de botellas, zona de embotellado, etiquetado y almacén.
Un vino referente
Gran Tábula 2016 empezó bien y acabó mejor. Procedente de tres viñedos de entre 60 y 80 años de edad, las inmejorables condiciones climáticas de septiembre y octubre, junto con la impecable sanidad del cultivo permitieron esperar a la correcta maduración de las uvas para proceder a su recogida en el momento óptimo. La fermentación alcohólica se llevó a cabo en tinos de madera de roble francés, mientras que la maloláctica se alargó 14 meses en barricas de roble francés y 6 meses en tinas de madera de 50 hl. Así consiguieron un vino que realza la expresión y el potencial de la tempranillo, que guardado en óptimas condiciones se podría conservar hasta 2032 y en sus propias palabras, “es un vino referente para la bodega”.