La familia Perrin abarca la amplia riqueza vitivinícola del Valle del Ródano y sus diversos tipos de tierras, y por lo tanto vinos, al poseer en la zona hasta siete bodegas diferentes entre las que se cuenta la conocida Château de Beaucastel que adquirieron en 1909. Los nueve miembros de la familia a cargo de llevar a buen puerto tan vasto proyecto están volcados en reflejar en cada uno de sus vinos las características de cada terruño; tintos, blancos, rosados e incluso espumosos, se elaboran bajo sus distintas etiquetas.
Mirando al futuro
Enfocados desde hace años en la agricultura biológica, la sostenibilidad y el respeto por el entorno, en 2001 obtuvieron la certificación BIO, apli cada también a las fincas que han ido comprando en los últimos 20 años y por supuesto a la recién construida bodega catedral que comenzó a funcionar en 2018. La nueva bodega dispone de una cuba termorregulada que permite el control preciso de la temperatura durante el proceso de vinificación, sus barricas, además, proceden de bosques elegidos por la calidad de su madera y su prensa neumática permite una presión suave de la uva muy similar a la manual. La voluntad de estos bodegueros es mejorar constantemente y adaptarse a los nuevos avances en embotellado, producción, distribución y calidad, mientras que invierten en la investigación, el desarrollo y el control de leva duras autóctonas procedentes de un medio natural, con el fin de promover el carácter único de sus vinos.
Una buena cosecha
Para este vino, la enóloga Laura Buffet eligió los viñedos de Grand Prébois para la garnacha tinta y los de Vinsobres para la syrah, mayoritariamente, de una añada cuyas condiciones fueron especialmente favorables. El cálido septiembre permitió recolectar cada parcela en perfecto estado de madurez, para obtener una cosecha muy sana, de fruto jugoso, niveles de alcohol razonables, buena acidez y un gran equilibrio. Los rendimientos, ligeramente superiores a los de 2019, y las primeras catas, confirmaron los augurios más optimistas. La fermentación tuvo lugar en depósitos de acero inoxidable mientras que la extracción se realizó mediante remontados con una frecuencia determinada según cada cata. Tras el trasiego y la fermentación maloláctica, los vinos se trasvasaron parte a barricas de roble y parte a depósitos de acero inoxidable donde envejecieron durante un año. El resultado es un vino afrutado y carnoso para disfrutar en cualquier ocasión.