Resguardada por la Sierra de Cantabria,
en plena Rioja Alavesa, nace en Laguardia
–una de las principales zonas vinícolas
españolas– la bodega Luis Alegre, donde
sus suelos y clima permiten la elaboración
de vinos de alta gama.
La bodega abrió sus puertas en 1968
comercializando principalmente vinos
jóvenes y de crianza, hasta que en 1999
llegó Alejandro Simó a la dirección junto
a un grupo de accionistas, un cambio que
supuso un revulsivo para la bodega.
Nueva era
Así comienzan una nueva etapa en la que
priorizan la calidad frente a la cantidad
e inician un proceso de modernización a
gran escala. Por un lado, construyen una
nueva bodega, que encargan al arquitecto
Joaquín Aracil, y la dotan de tecnología de
última generación. Y, por otro, incorporan
nuevas técnicas de elaboración como el
desarrollo de vinos criados en barricas de
roble francés y americano, así como vinos
de finca. El objetivo es obtener singulares
“obras de arte” con mucha personalidad.
Plantaciones históricas
El viñedo se divide en tres fincas emblemáticas
que cuentan con unas características
tan diversas que les permiten elaborar
vinos muy diferentes y de gran calidad.
Con un siglo de historia, Portiles es la más
antigua con vides de 1920, mientras que Parcela 5 y La Reñana datan de 1945 y 1946, respectivamente. De todas ellas, la protagonista indiscutible es la uva tempranillo que ocupa aproximadamente un 88% de la superficie, aunque también se pueden encontrar otras variedades como viura, malvasía riojana, graciano, mazuelo, maturana tinta y garnacha tinta. Cada una de ellas se selecciona con suma diligencia ya que una de las prioridades de Luis Alegre es cuidar al máximo todos los procesos, desde la poda hasta que el vino llega a la mesa, para obtener vinos de alta gama.
El interior
La bodega, con forma de barco, esta revestida de granito gallego, un duro material que soporta cualquier inclemencia climatológica, y consta de 4 plantas circulares, dos exteriores y las otras dos soterradas, un diseño que permite trabajar por gravedad. Mención aparte merece la sala de barricas, una de las zonas
más significativas de la bodega, donde se pueden encontrar 1.500 barricas de roble francés (40%) y norteamericano (60%)
procedentes de las firmas más prestigiosas.
“Es un lugar único donde se perciben los más
intensos aromas del vino que está por venir
a la vez que se evoca la mejor tradición en un
entorno visual, casi mágico” explican desde
la bodega.
Un vino de finca
Pontac 2015 nace en Finca Portiles donde el
terreno consta de menor altura –a tan solo
480 metros sobre el nivel del mar– y que
destaca por su suelo de base caliza mezclada
con componentes férricos que garantizan
finura y longevidad a los vinos. En la mesa
de selección se escogieron solo los mejores
racimos que fermentaron durante 20 días
en bocoyes de roble francés de 600 litros
con un sistema de control de temperaturas
individualizado. Posteriormente se
trasvasaron a barricas nuevas de la sala de
fermentación meloláctica donde reposaron
los siguientes 23 días antes de ser embotellado
durante 23 meses. El resultado de
este minucioso proceso es Pontac 2015, un
magnifico vino de limitadísima producción,
sabroso, con un sobresaliente frescor y
aterciopelado recorrido que resalta la esencia
de la finca de la que procede.