Los vinos de Mathilde Chapoutier están diseñados para transportarte. Sus delicados rosados provenzales representan el proyecto vinícola más íntimo de la hija del renombrado productor del Ródano.
Mathilde, quien pasó de ser miembro de la selección francesa de tiro al plato a liderar la estrategia de desarrollo internacional del grupo Chapoutier en pocos años, ha creado sus propios vinos, que ya han recibido altas puntuaciones a nivel mundial por reputados prescriptores del sector.
A los 18 años, Mathilde dejó todo para estudiar administración de empresas en China, donde se especializó en estrategia internacional de negocios y aprendió mandarín. Este conocimiento le ha sido invaluable en su rol al frente de la estrategia comercial del grupo Chapoutier.
Llevar el apellido Chapoutier puede ser una presión adicional, pero Mathilde ha utilizado esto para impulsar su proyecto con confianza, compartiendo su visión del vino de una manera más cercana y relajada.
Durante un viaje por la Provenza, Mathilde se enamoró de unos viñedos al pie de las montañas de Sainte Victoire y de los vinos producidos por la propiedad Grand Ferrage. Actuando como asesora, logró realzar su calidad y finalmente compró la bodega, donde ahora elabora sus propios vinos.
La brújula en las etiquetas de sus vinos, diseñadas por ella misma, simboliza lo que el vino representa para Mathilde: siempre ligado a los viajes. Es un reflejo de su perspectiva personal del mundo vinícola y su forma de vivir en este sector.
Además, Mathilde promueve una cultura del vino más hedonista, vinculada a la gastronomía en lugar de la intelectualidad. Sus vinos parecen estar creados especialmente para acompañar platos de comida casera mediterránea o simplemente para disfrutar en verano con amigos.